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La furgoneta Kia PV5 recupera el valor del espacio y va más allá de los monovolúmenes

Kia no pretende conquistar Instagram, sino calles, flotas, familias y municipios

La furgoneta Kia PV5 recupera el valor del espacio y va más allá de los monovolúmenes

Kia PV5.

El espacio, la última frontera. Esto es lo que decía el credo fundacional de la saga cinematográfica de Star Trek, y para lo último que está llegando de oriente, que son las que están marcando las tendencias, parece ser una de las claves. No se trata de «cuanto más grande, mejor», sino de un «más espacio, mejor para todos». Y esto es lo que ofrece la última propuesta de Kia: el PV5.

Muertos los monovolúmenes, desplazados por los SUV, las opciones para tres filas de asientos o siete plazas o más son pocas y no siempre satisfactorias. Ahí es donde llega la oferta de vehículos como las muy celebradas V de Mercedes, las Toyota Previa o las Staria de Hyundai. Es ahora Kia quien se une al grupo con una propuesta 100% eléctrica, con muchas opciones y con preparos para darle un uso dual particular/industrial.

Cuando uno piensa en vehículos eléctricos que de verdad puedan cambiar el panorama de nuestras calles, rara vez viene a la mente una furgoneta. Quizá por la inercia de décadas de coupés aspiracionales y SUV con alma aventurera que nunca pisan el campo. Pero el verdadero cambio —el que afecta a trabajadores, familias, municipios y empresas— no lo protagoniza el que presume de aceleración en circuitos de carreras, sino el que resuelve problemas cotidianos sin complicar la vida ni vaciar la cuenta.

Es terreno abonado para que aparezcan ofertas como la nueva Kia PV5, con la timidez de quien no busca titulares, pero con argumentos que podrían alterar más el equilibrio del mercado. Cuesta, con ayudas y descuentos, poco más de 25.000 euros. Y lo que ofrece por ese precio tiene más sentido que el catálogo completo de algunas marcas premium.

Lo de Kia no es un experimento ni una simple incursión en un segmento residual. El PV5 inaugura la nueva estrategia del grupo coreano, que no es otra cosa que una manera de repensar el vehículo comercial, familiar y profesional como una herramienta multifuncional. Para ello se han apoyado en una versión evolucionada de su plataforma E-GMP, la E-GMP.S, una arquitectura diseñada desde el primer plano para permitir la máxima flexibilidad en carrocerías, motorizaciones y usos.

Esta base tipo «skateboard», que integra las baterías bajo el piso, permite no solo optimizar espacio y reparto de pesos, también simplificar las líneas de producción y hacer viable una personalización real sin sobrecostes imposibles.

El resultado visible de todo este desarrollo es una carrocería que rompe con la estética industrial. Lejos de las líneas más toscas y utilitarias que uno esperaría en una furgoneta de trabajo o en un monovolumen de acceso, la PV5 apuesta por una silueta moderna, limpia y funcional.

El frontal queda presidido por una línea de luz LED que recorre la anchura del vehículo y se integra en el parabrisas, mientras que los faros principales, también LED, se ubican más abajo de lo habitual. Es una elección estética, pero también aerodinámica.

Las dimensiones están calibradas para ofrecer un equilibrio poco visitado en este tipo de vehículos. Con 4,69 metros de largo, 1,89 de ancho y 1,92 de alto, la PV5 logra entrar en un aparcamiento subterráneo con relativa facilidad y, a la vez, ofrece una batalla de casi tres metros que se traduce en un interior muy aprovechable. En la versión Passenger, la destinada a transportar personas, eso significa cinco plazas reales, con espacio suficiente en todas ellas y un maletero de 1.320 litros ampliables hasta los 3.615 si se abaten los asientos traseros.

Una opción industrial muy civilizada

En la versión Cargo, la más técnica e industrial, la capacidad llega hasta los 5,2 metros cúbicos, suficientes para introducir palés y aprovechar al máximo la altura de carga. Si todo esto no basta, la Chassis Cab permitirá configuraciones a la carta, desde plataformas abiertas hasta conversiones especializadas como refrigeradas, autocaravanas o vehículos para personas con movilidad reducida. Para esto sirve la arquitectura modular: diseñas uno y salen muchos.

El interior sorprende por su planteamiento. A pesar de estar orientado en buena parte a un público profesional, el habitáculo transmite una sensación más cercana a la de un SUV moderno que a la de un vehículo de trabajo. Hay plásticos duros, pero también texturas bien rematadas, combinaciones de materiales coherentes y una lógica ergonómica que hace fácil el día a día. En el salpicadero, una instrumentación digital de siete pulgadas y una pantalla táctil de 12,9 dominan el espacio central. Esta última, basada en Android Automotive, ofrece conectividad completa, actualizaciones inalámbricas y compatibilidad con los sistemas más habituales.

A lo largo del habitáculo, Kia ha tenido el detalle de incluir huecos de almacenamiento en cada rincón: bajo los asientos, en las puertas, en la consola inferior, incluso en el suelo del maletero. Todo tiene su sitio, todo parece pensado para resistir el uso intensivo sin degradarse al primer roce; será muy agradecido por los usuarios más despreocupados. En las versiones más altas, el confort se dispara con asientos calefactables, ventilación, masaje lumbar y hasta apertura eléctrica del portón trasero; pura ciencia ficción en las DKW de reparto que poblaban nuestra piel de toro hace unas décadas.

Un transformer sobre ruedas

Pero lo más interesante del PV5 quizá no esté en su equipamiento, sino en su capacidad para transformarse. Gracias al sistema Kia AddGear, el usuario puede añadir módulos funcionales incluso después de la compra: desde bancos plegables hasta compartimentos de carga, separadores, muebles ligeros o soluciones camperizadas. Es una especie de Ikea sobre ruedas, donde el coche se adapta al usuario y no al revés.

El apartado mecánico mantiene esa filosofía práctica. Todas las versiones montan un motor eléctrico delantero con 250 Nm de par, suficiente para mover los algo más de 1.800 kilos del conjunto con soltura. Hay tres baterías disponibles: una LFP de 43,3 kWh pensada para flotas urbanas; otra de 51,5 kWh con química NCM y 122 caballos de potencia, que homologa 295 kilómetros de autonomía WLTP; y una Long Range de 71,2 kWh, capaz de llegar a los 412 kilómetros con un motor de 163 caballos.

Las prestaciones, sin ser espectaculares, cumplen con nota: de 0 a 100 en 12,8 segundos en la versión básica y 10,7 en la más potente. Todo ello con una velocidad máxima limitada a 135 km/h. No es un vehículo para correr, sino para servir.

La carga rápida hasta 150 kW permite recuperar del 10 al 80% en media hora, lo que lo hace operativo para viajes interurbanos, escapadas de fin de semana o jornadas laborales intensas. Y como guinda, incluye tecnología V2L, que permite usar la batería para alimentar herramientas, electrodomésticos o incluso cargar otro vehículo en caso de emergencia. Esto es un plus para quienes la elijan como vehículo de trabajo.

Equipamiento de berlina alemana

En el plano de la seguridad, Kia no ha escatimado. Desde el nivel más bajo ya se incluye control de crucero adaptativo, frenada de emergencia, asistencia al mantenimiento de carril, sensores de aparcamiento y cámara de marcha atrás. Las versiones Plus y Elite suman ángulo muerto, visión 360 y sistemas de asistencia en maniobras con carga. No hay aquí versiones descafeinadas: todo cumple con los estándares actuales de protección.

Y todo esto por un precio que casi parece un error. El PV5 Passenger arranca en 38.690 euros, pero aplicando todos los descuentos, financiación y ayudas públicas disponibles, la cifra se queda en unos sorprendentes 25.450 euros. La versión Cargo, sin IVA y con bonificaciones, baja hasta los 18.390. Es decir, la mitad de lo que cuesta una Volkswagen ID. Buzz equivalente, con cifras similares de autonomía y capacidad. Frente a rivales como la Peugeot e-Rifter o la Citroën ë-Berlingo XL, el Kia ofrece más espacio y una mejor modularidad. Frente a una Renault Master E-Tech, un tamaño más razonable para el día a día. Y frente a la oferta camperizada de Ford o Volkswagen, la coreana planta cara con un planteamiento más práctico y menos pretencioso.

Kia no pretende conquistar Instagram con este coche. Lo que busca es conquistar calles, flotas, familias, municipios. Y, a juzgar por lo que ofrece, podría conseguirlo. La PV5 no promete más de lo que puede dar. Pero lo que da, lo da con una honestidad rara en estos tiempos: espacio, eficiencia, flexibilidad y sentido común.

En un mercado que parece haber olvidado el significado de esas palabras, tal vez eso sea lo más revolucionario de todo. La nave Enterprise no podrá volar dentro, pero si Kirk y Spock tuvieran que elegir un transporte sobre ruedas, probablemente elegirían este para llevar a su tripulación.

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