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Mercedes GLB 2026, el SUV eléctrico que sirve para todo sin dar la nota

Los alemanes se olvidan de efectismos y diseños extremos y van a lo práctico con este siete plazas

Mercedes GLB 2026, el SUV eléctrico que sirve para todo sin dar la nota

Mercedes GLB 2026.

Mercedes no atinó con su oferta eléctrica. Sus coches son excelentes, pero no cuajaron entre el público. Ahora se lame sus heridas y baja a la altura de los meros mortales para ofrecer lo más simple: lo que la gente necesita. Y su nuevo GLB a batería es justo eso, un coche práctico, sin ambiciones estratosféricas y destinado a un amplio rango de conductores.

La estrella plateada florecerá en primavera y traerá un coche que no intenta gritar desde los escaparates ni atraer miradas en los semáforos. El Mercedes-Benz GLB eléctrico tampoco pretende enseñorearse con cifras récord ni curvas de rendimiento imposibles. El objetivo de este siete plazas sin motor de combustión no es deslumbrar, sino algo mucho más ambicioso: resultar útil. Sin embargo, Mercedes no ha escatimado en aplicar tecnología.

La nueva generación del GLB parte de una plataforma muy revisada. Se electrifica por completo en su lanzamiento, con mecánicas que abandonan la combustión como punto de partida y dan paso a una arquitectura de 800 voltios. Es una tecnología inusual en su segmento y que permite recargas ultrarrápidas que conducen a una eficiencia real. Pero no lo hace para convertirse en un coche de laboratorio, sino porque funciona.

El diseño mantiene la identidad Mercedes, sin artificios. No hay líneas forzadas ni capós afilados para parecer lo que no es; no hay maquillaje de coupé ni aspiraciones deportivas mal entendidas. El GLB se planta con solidez, con pasos de rueda musculados, con una trasera vertical que sugiere capacidad y un frontal compacto que impone cierto respeto. Las llantas de 18 pulgadas y las barras en el techo remarcan su funcionalidad. El volumen no es consecuencia, sino propósito, y el resultado es el de un SUV que solo quiere ser práctico.

El interior sigue el mismo guion. La tecnología está, pero no se exhibe como un parque de atracciones. El cuadro de instrumentos digital de 10,25 pulgadas y la pantalla central de 14 pulgadas están integrados con discreción, unidas por el sistema operativo MB.OS, desarrollado por la propia marca y que promete actualizaciones constantes. La inteligencia artificial del asistente, alimentada por modelos de ChatGPT y Google Gemini, permite mantener conversaciones y se convierte en copiloto para conductores aburridos. En viaje largo, más de uno le va a contar sus penas a la-máquina-que-escucha.

La modularidad del habitáculo es otra de sus fortalezas. Las siete plazas son reales, no meros asientos de emergencia en la tercera fila. Un adulto de talla media puede viajar en ellas sin necesidad de convertirse en un contorsionista del Circo del Sol. Y, si se pliegan, el maletero se transforma en una bodega generosa. A los 127 litros del maletero delantero se suma un compartimento trasero con doble fondo, acceso eléctrico manos libres y una boca amplia. La bomba de calor incluida de serie permite calentar el habitáculo sin penalizar de forma notable la autonomía, y los asientos calefactables, el techo panorámico y el climatizador bizona están presentes desde el acabado básico.

Y aquí conviene detenerse. Mercedes nunca ha sido sinónimo de coche barato; sin embargo, la equipación del GLB 2026 es notable desde el primer peldaño. En el mercado español la gama arranca con el GLB 250+, una versión con tracción trasera, motor de 272 caballos, capaz de acelerar de cero a cien en 7,4 segundos y homologar 629 kilómetros de autonomía según el ciclo WLTP. Su precio oficial es de 55.925 euros, sin promociones ni descuentos.

Por encima se sitúa el GLB 350 4MATIC, que añade un segundo motor en el eje delantero, lo que le otorga tracción total y una potencia combinada de 354 caballos. Esta versión mejora el registro de aceleración hasta los 5,5 segundos y solo sacrifica dieciséis kilómetros de autonomía respecto al modelo base, que queda en 613 kilómetros WLTP. A cambio, el precio sube hasta los 63.800 euros, también sin aplicar ayudas públicas ni incentivos.

En ambos casos, la batería de 85 kWh útiles y la arquitectura eléctrica de 800 voltios permiten cargar hasta 260 kilómetros de autonomía en solo diez minutos. El sistema acepta cargas de hasta 320 kW en corriente continua, mientras que para el uso doméstico admite una carga de 11 kW en corriente alterna. Nada de cifras de laboratorio; el sistema de carga coincide con la realidad europea, sin milagros, pero sin quebraderos de cabeza.

Una dinámica cargada de sensatez

A nivel dinámico, el GLB ha sido afinado para ofrecer algo que empieza a escasear: un confort de marcha real. No busca emociones fuertes, sino una pisada que transmita aplomo, suavidad y seguridad. La dirección aporta confianza y las suspensiones, aunque más firmes que en un turismo convencional, absorben los baches sin protestar y sin aislar al conductor del mundo. Incluso a plena carga, el coche no transmite la pesadez que cabría esperar de un SUV eléctrico de siete plazas. No es un coche que invite a la conducción agresiva, pero tampoco se arruga cuando se le exige. Su lenguaje es el del equilibrio.

Y eso se refleja también en la experiencia al volante. El silencio de rodadura, la ausencia de vibraciones, la calidad del aislamiento acústico y la respuesta del tren motriz conforman una atmósfera más propia de berlinas de gama alta que de SUV familiares. La transición entre regeneración y frenada convencional es fluida, sin tirones. La palabra que lo puede definir es suavidad.

En cuanto a competencia, el GLB no lo tiene fácil, pero sí muy claro. El Tesla Model Y sigue siendo la referencia en autonomía-precio, pero no ofrece siete plazas utilizables ni la misma calidad de acabados. El Audi Q4 e-tron presume de diseño y empaque, pero queda por detrás en capacidad de carga, autonomía y versatilidad. El BMW iX3 se orienta más hacia quien busca una experiencia premium, pero no llega al nivel de modularidad del GLB. Y el dúo coreano Hyundai-Kia sigue progresando, pero aún no ha presentado un SUV eléctrico con siete plazas reales y esta capacidad de adaptación.

Un prémium para todos los días

El GLB no intenta competir en cifras absolutas, sino en lógica cotidiana. Quiere seducir a quien necesita un coche que haga muchas cosas sin necesidad de combinar distintas mecánicas, uno para todo y todo dentro de uno. Y ahí está su mayor virtud. No pretende enamorarte en la primera curva, sino convencerte en el día a día. Es el coche que recoge a los niños del colegio sin dejar de lucir en el aparcamiento del trabajo. El que carga la caravana y cruza media España sin obligarte a consultar cada estación de carga.

Al final, el Mercedes GLB 2026 no es el coche de los influencers ni el modelo llamado a dibujar el futuro. Es un coche pensado para quienes no quieren un espectáculo sobre ruedas, sino un aliado fiable, refinado y capaz, con el añadido premium que siempre aporta Mercedes. Los de Stuttgart no han necesitado reinventar nada. Solo han hecho mejor algo que ya era bueno.

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