El batacazo que os habéis dado y el que os espera
«Moreno va a gobernar gracias, en parte, al electorado progresista que se ha cansado también de niñatos que no han trabajado en su vida»
La identificación PSOE-Andalucía ha funcionado durante 37 años, pero ya no existe
Andalucía ya no es «el granero de votos del PSOE».
¿Y por qué? Porque los tiempos cambian y las sociedades cambian. Pero, sobre todo, porque muchísimos ciudadanos que antaño votaron al PSOE o bien se han abstenido o bien han acabado votando al PP.
¿Y cómo ha podido suceder tal cosa?
Existen muchos experimentos en psicología social donde se consigue enfrentar a unos grupos contra otros en base a diferencias absolutamente ridículas. En la gran mayoría de ellos lo que se aprecia es que si se incide en unas estrategias y discursos de polarización (el «nosotros contra ellos») lo que se consigue es obediencia ciega. Y también violencia.
Déjenme ofrecerles una demostración práctica de los conceptos «nosotros contra ellos» y el concepto de obediencia ciega en la izquierda autosentida española.
El ejemplo práctico que voy a poner tiene lugar en una mesa redonda, en la Universidad de Valencia.
En la mesa están sentadas: Lucia Beamud, concejala de Igualdad de Valencia, por Compromís. Lucía tiene 29 años y nunca ha trabajado fuera de la política. Gana 76.681 euros al año. A su lado, Regina Laguna, abogada y periodista. Y en la esquina una representante de Lambda, de cuyo nombre no es que no quiera acordarme, es que no me acuerdo. Lambda es «una asociación que denuncia la discriminación legal y la marginación social sobre la realidad LGTB para conseguir la completa igualdad legal y social». O eso afirma su web.
En la primera fila está otro representante de Lambda Orienta, Fran Fernández, coordinador general de Lambda en la Comunidad Valenciana.
En el año 2020 Lambda se llevó calentitos 103.009 euros en subvenciones «de concurrencia no competitiva». En cristiano: subvenciones a dedo. Todas estas ayudas las reparte la Vicepresidencia y Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas, que dirige Mónica Oltra.
Lambda recibe además 26.950 euros mensuales por coordinar la oficina de atención a personas LGTBI de Valencia: ‘Orienta’.
En un año Lambda se estaría llevando un total de 427.000 euros de la Generalitat Valenciana. Entre subvenciones y la oficina Orienta.
Repito: 427.000 euros de la Generalitat Valenciana se lleva Lambda al año.
Las conexiones que hay entre Lambda y Compromís apuntan a una clara red clientelar (en cristiano: chiringuitismo) Muchos dirigentes actuales de la coalición nacionalista empezaron su carrera y activismo en Lambda, y ahora dirigen las instituciones encargadas de subvencionar a la asociación. Concretamente, el director general de Igualdad en la Diversidad, José del Amo, fue un destacado activista de Lambda. Hoy es el responsable de dotar de fondos a su antigua asociación.
En cristiano, de nuevo: chi-rin-gui-tis-mo.
A lo largo de la charla fuimos viendo, como si fuera un ejemplo práctico para una clase de psicología social, las características definitorias del pensamiento sectario.
- Maniqueísmo. Discurso «nosotros contra ellos»: esto era constante. El colectivo LGTBI estaba adornado de todo tipo de virtudes, eran personas que habrían ganado cualquier olimpiada de la opresión, mientras que «la ultraderecha» y el «colectivo de feministas violentas» eran seres del mal que habían venido a la tierra a oprimir a los anteriores. Que entre unos y otros existiera un amplio margen de personas que ni saben lo que es la intersexualidad ni podrían explicar lo que es un colectivo, personas que se levantan a las siete cada día para fichar en su trabajo de ocho horas, personas sin grandes ambiciones transcendentales, a los que les gusta ver series y el pincho de patata, personas que tienen un poco de sobrepeso, personas que destinan el 30% del sueldo a su hipoteca, personas que no son muy de ir al teatro, ni a conciertos, ni a museos y que al cine solo han ido tres veces en el último año, personas que no piensan en blanco y negro, sino que viven muy cómodamente instaladas en el gris… eso ni lo contemplaban. Como decía, se hablaba del «colectivo LGTBI» constantemente, de la «ultraderecha» y del «colectivo de feministas violentas». Pero las feministas de raíz, las que no son afines a Irene Montero o a Mónica Oltra, no constituyen ningún colectivo. De hecho, allí habríamos unas 20 y no podíamos ser más distintas las unas de las otras. Mucho menos somos violentas. Pero es que la población LGTBI tampoco es un colectivo, ni un grupo homogéneo afín a la izquierda. Por ejemplo, en Chueca se votó mayoritariamente a Ayuso. En cuanto a la I, representa a un 0,18% de la población. La intersexualidad es una condición genética con personas que a veces tienen problemas muy serios, y cuyas reivindicaciones –si se organizaran- poco tenían que ver con la población LGTB. El por qué la incluyen en un «colectivo» me ha sorprendido siempre muchísimo .
- Culto a la personalidad del dirigente: nos hicieron ver un documental que en teoría trataba sobre la vida de dos mujeres trans salvadoreñas. Pero Irene Montero y Mónica Oltra ocupaban casi más espacio en el documental que las propias mujeres trans.
- Secretismo: el acto había sido muy poco difundido, solo se había comunicado a las redes de Lambda y Orienta, a Compromís y otras asociaciones afines, no fuera ser que nos presentáramos (como sucedió) personas no afines y les amargáramos la fiesta.
- Desarrollo de teorías del complot y conspiración: durante la charla se hablaba constantemente de que «la ultraderecha» y «el colectivo de las feministas violentas» eran responsables de un presunto incremento de los delitos contra las personas LGTBI. Esto es falso. Se dio un dato falso: que los delitos contra las personas LGTBI habían aumentado en España. Se refirieron a un estudio del Ministerio del Interior. En realidad, habían aumentado los delitos por odio, y dentro de ellos se incluyen los delitos contra la comunidad LGTB (y quito la I porque no se sabe de nadie que haya sido agredido por ser intersexual). Los delitos de odio han aumentado un 6,8%. En ese 6,8% se engloban tanto los delitos contra las personas LGTB como los delitos contra las personas racializadas. Entretanto, los delitos sexuales contra las mujeres han aumentado un 21 ,6%.
- Manipulación de la información: se dijo también que la ley actual exige dos años de hormonación. Se dijo repetidas veces. Esto es falso. Existe una disposición derogativa anulando ese requisito.
- Sentimiento de superioridad moral del grupo: cuando Regina Laguna anunció que no compartía todas las tesis de Lambda, le respondieron: «Pero la mayoría de los aquí presentes no son como tú. Y menos mal» (textual).
- Voluntad de transformación del entorno: se nos presentaba la ley trans como algo urgente porque había una «ola de odio» en España y a las personas trans «se les estaban negando sus derechos». Cuando Regina Laguna preguntó qué derechos exactamente se les negaban, la respuesta fue «el derecho a que el médico les llame por su nombre». Regina contestó que su prima tiene un nombre en registro y otro que es el nombre por el que le conoce todo el mundo, y que nunca ha conseguido que el médico le llame por su nombre, porque que te llamen por tu nombre sentido no es un derecho. La miraron como si estuviera diciendo una herejía.
- Censura y control de la información y la comunicación. Falta de transparencia: cuando llegó el turno de preguntas, pese a que yo había sido la primera que había levantado la mano, el moderador eligió a las personas que podían hacer preguntas. Me eliminó a mí. Cuando un periodista y algunos de los asistentes le hicieron notar que yo era la primera que había levantado la mano, les ignoró.
- Reglas y moral estrictas para las bases, pero relajadas y justificadas en los líderes, visión deformada de la realidad. Ese mismo día había salido a la luz la imputación de Mónica Oltra. Del tema ni se habló, por supuesto. Nadie lo comentó pese a que Mónica Oltra ocupaba gran parte del documental. Se hablaba de la horrible opresión que sufrían las mujeres trans, pero ni una palabra de niños tutelados, ni una referencia al tema que ocupaba las portadas de todos los periódicos y que allí, en Valencia, estaba en boca de todos los corrillos. Eso no había pasado.
- Represión de cualquier tipo de disidencia. No solo a mí no se me permitió hablar, se me insultó y se me gritó. También se cortó el debate en cuanto los organizadores se dieron cuenta de que allí estábamos feministas de raíz, que no comulgábamos con sus tesis.
Tras el debate, el pensamiento sectario de la izquierda autosentida se hizo expreso y manifesto.
En el debate, un extraordinariamente bien pagado servidor público mintió descaradamente sobre un dato de la ley. Afirmó sin despeinarse que la ley exige dios años de hormonación para el sexo registral. Quien lo dijo era Fran Fernández, coordinador de Lambda, el colectivo que ha recibido casi medio millón de euros en subvenciones el último año. Cuando le hice notar que eso era falso, negó la realidad tres veces, cual San Pedro, luego me llamó «maleducada» y me dijo que «no pensaba debatir conmigo».
(Menos mal que el acto se llamaba «debate sobre mujeres trans», si se llega a llamar «soliloquio del chiringuito», a saber, lo que me habría respondido).
Acabado el debate que no fue debate, puesto que el debate no se permitía, me acerqué a la extraordinariamente bien pagada concejala de Igualdad (76.000 euros al año a los 28 años, y sin experiencia laboral) para enseñarle la disposición derogativa que probaba que en el debate se había mentido. Fran Fernández, a su lado, gritó a berrido limpio «no me apetece debatir contigo» (no era debatir, era dar un dato). Y la concejala, sentada a su lado, me instó a que me fuera: «Vete, por favor, nos estás molestando». Un ejemplo de servicio público, desde luego. Y de bordería y de mala educación. Este… ¿les he dicho ya que esta niñata cobra 76.000 euros al año? Era por si se les había olvidado.
Puesto que no me dejaron hablar, conté la historia en Twitter. Y entonces entró en escena otro extraordinariamente bien pagado concejal.
Giuseppe Grezzi, flamante Concejal de Transportes – de Compromis, por supuesto, ¿lo dudaban ustedes? -que cobra 78. 423 euros al año y cuyo único trabajo conocido antes de la política ha sido el de dependiente en la biblioteca de una academia de inglés. Quizá esta inexperiencia en la gestión tenga que ver con el hecho de que en su concejalía se detectó una estafa de cuatro millones de euros. Cuatro millones de euros. Debido a un fallo de seguridad en la concejalía.
En su perfil de Twitter el edil comenta que la extraordinariamente bien pagada concejala tiene todo el derecho a no hablar conmigo porque «no querer debatir es muy legítimo». Toma ya. Y estos son los que no dimiten porque «hay que defender la democracia contra el fascismo». ¡Ingenua de mí que creía que en la democracia se garantizaba el diálogo y la libertad de expresión!
¿Cómo funciona este pensamiento sectario?
Pues una de las características del pensamiento sectario es que nunca se debe escuchar alguien que no piense como tú o que no esté en tu ‘endogrupo’.
En sociología y psicología social, un endogrupo es un grupo social del cual una persona se identifica psicológicamente como miembro. Por el contrario, un exogrupo es un grupo social con el que un individuo no se identifica.
¿Qué tiene que ver esto con la imputación a Mónica Oltra?
Todo.
Paso a explicarlo
Cuando se inician los abusos sexuales de Teresa, hablan la niña, el novio de la niña, otras menores que conocen la historia, un celador y la policía… Todos ellos advierten de que la menor está siendo abusada. Pero desde Consellería no les escuchan porque… bueno, porque el debate no es legítimo. Porque cualquiera que no piense como tú, que esté fuera del endogrupo sectario, no se merece que le escuches.
Cuando en la Conselllería que dirigía Mónica Oltra reciben la orden de alejamiento desde el juzgado (orden que establece que el aún marido de Mónica Oltra debe estar alejado de la menor) se la pasan por el forro de los mismísimos y mantienen al señor en su puesto, porque el señor es «de los suyos». Y el juez no.
Los 13 imputados son gente extraordinariamente bien pagada, aleccionados en el «nosotros contra ellos», en el «no se debe escuchar a gente que no sea de nuestra cuerda» y en «el debate no es legítimo». Por lo tanto, imbuidos en pensamiento sectario, creen que hacen lo correcto.
En fin, «la soberbia, la prepotencia, la falsa sensación de impunidad de la que se imbuye un dirigente político constituyen siempre el principio del fin de su trayectoria. Porque comete errores que la prudencia o la simple cautela le hubieran desaconsejado», dice Javier Caraballo.
Y sí, en este caso, la estructura sectaria es tan férrea y tan ciega que sus acólitos se adhieren a una idea delirante, transmitida por unos líderes manipuladores y enloquecidos.
Y ¿qué tiene esto que ver con Andalucía?
Pues todo y, parafraseando a Chanel, si aún no me creen tendré que mostrárselo.
Ahora vamos a analizar el discurso de la izquierda en la campaña andaluza.
Extractos de un discurso de Yolanda Díaz:
«Os pido en nombre de los represaliados franquistas, de nuestra gente, de la gente que ha conocido las cárceles franquistas que vayáis a votar» (Desarrollo de teorías del complot y conspiración: los ‘otros’ son herederos de los responsables de las cárceles franquistas). «Es un derecho, os pertenece a vosotros, no es de ellos» (nosotros contra ellos/ maniqueísmo). «No renunciemos a votar por muy cabreados que estemos… Porque sí es posible cambiar las cosas. ¿Cómo no vamos a cambiar las cosas? (voluntad de transformación del entorno). «Y lo estamos demostrando todos los días» (sentimiento de ser un grupo elegido y por encima de los demás).
Extracto de un discurso de Juan Espadas:
«El 19-J es el camino de las próximas convocatorias electorales. Un camino en lo que lo más importante es evitar que la suma PP y Vox pueda echar a los socialistas de La Moncloa» (nosotros contra ellos/maniqueísmo). «Los socialistas andaluces les estamos enseñando el camino a los socialistas en toda España de nuevo» (sentimiento de ser un grupo elegido y por encima de los demás), «como en otros momentos de la Historia tuvimos que hacer» (exigencia de obediencia/ sentimiento de ser un grupo elegido y por encima de los demás/ voluntad de transformación del entorno). «Lo más importante que tiene que hacer Andalucía y tendrá que hacer España es parar a las derechas» (nosotros contra ellos/maniqueísmo ). «Porque las derechas significan recortes, peores servicios públicos» (visión deformada de la realidad: Moreno Bonilla no ha hecho recortes) «porque las derechas significan derogar leyes que nos dignifican como la de igualdad de género y la de memoria histórica» (visión deformada de la realidad: Moreno Bonilla no ha derogado esas leyes) «Por eso vamos a parar a las derechas» (nosotros contra ellos) porque los que más nos necesitan volverán a tener al PSOE en el Gobierno de Andalucía» (sentimiento de ser un grupo elegido y por encima de los demás).
¿Por qué no ha funcionado el discurso de la izquierda en la campaña andaluza?
Permítanme un apunte personal.
Mi hermana desapareció de mi vida cuando yo era una niña. Mi hermana es 16 años mayor que yo. Yo nunca pregunté y nadie me explicó nada. Años después supe que mi hermana había tenido que abandonar su carrera de económicas y su vida entera e irse de España. Dejar atrás familia, amigos, una carrera prometedora y el mejor expediente de su promoción.
Porque se enfrentaba a la cárcel.
Y se enfrentaba a la cárcel porque habían encontrado en su casa unos folletos que decían «Viva la democracia» y alguna frase por el estilo que hoy no nos parecería ofensiva en modo alguno.
Mi hermana se fue a vivir al Reino Unido, hoy vive en Canadá.
Mi padre, por su lado, era parte de un grupo que se llamaba Izquierda Democrática, en la clandestinidad. Eso me supuso a mí muchísimos problemas. Por ejemplo, cada vez que había una redada en la Vía Láctea, en los años 80, cuando yo era una adolescente y todavía menor de edad, nos pedían a todos el DNI. En cuanto leían el mío llamaban por walkie talkie a alguien. Entonces no había móviles. Inmediatamente había un problema y me tenían retenida. Yo tengo los mismos apellidos que mi hermana y la combinación de sus dos apellidos solo la tiene mi familia. Me estaban confundiendo con ella. No quiero contarles historias de cómo teníamos el teléfono intervenido, o de cómo alguna vez uno de mis familiares me llevó de la mano al parque del Retiro, siendo yo una niña, para poder ver allí a otro de mis familiares. Se supone que si iba a un parque con una niña de la mano no le seguirían. No quiero contarle más historias de familia porque sería hablar de personas que no soy yo. Baste decir que no es nada agradable para una niña pequeña perder a una hermana, o que le digan y le repitan cien veces al día que no cuente en el colegio nada de lo que escucha en casa. Pero déjenme recordar lo que ya he dicho. Mi hermana tuvo que abandonar España porque le pillaron unos folletos en los que se leía «Viva la democracia» (por cierto, somos siete hermanos, la que dirigía un centro de menores es otra).
Entre 1936 y 1966, cualquier libro artículo, libro, revista, cartel, disco o anuncio publicitario que se quisiera publicar o exhibir había de ser aprobado previamente por los censores del régimen, que decidían si el texto se prohibía en su totalidad o si podía publicarse, pero con cortes. En 1966 la consulta se convirtió en voluntaria, pero las autoridades podían retirar de la circulación cualquier libro, periódico, revista o cartel considerado inaceptable. Nabokov, Ira Levin, George Orwell, Ian Fleming, Muriel Spark, Ernest Hemingway, James M. Cain, Bill S. Ballinger, Henry Miller y James Baldwin, Gloria Fuertes, Ángela Figueras, Carmen Conde, Rosa Chacel, Ana María Matute, Carmen Laforet… Todos ellos autores censurados con novelas retiradas o párrafos cortados.
A Ana María Matute le prohibieron publicar el libro Luciérnagas. A Carmen Laforet le censuraron párrafos enteros de La insolación. A día de hoy, cuando leo esos libros no puedo entender por qué fueron censurados. No hay una sola escena de sexo. Fue una censura totalmente arbitraria. Recuerdo escuchar la canción American pie de Don Mc Lean. El disco era de mi hermano. Y de repente se escuchaba un pitido en el disco. «Pero ¿por qué hay un pitido?», preguntaba la niña de nueve años que yo era. Nadie me lo explicaba. La versión española del long playa estaba censurada. La frase «And the three men I admire most/The Father, Son, and the Holy Ghost/They caught the last train for the coast/ The day the music died» se había prohibido. Absurdo, ¿verdad?
Hoy no nos cabe en la cabeza por qué podían censurar esta frase.
El mismo día en el que Yolanda Diaz hablaba de los represaliados franquistas, el Ayuntamiento de las Palmas de Gran Canaria había retirado dos carteles de una exposición sobre feminismo. Uno de ellos contenía un texto extraído de un artículo de la profesora Celia Amorós referido a sexo y género. El otro remitía al libro Ni putas ni sumisas, publicado en Francia en el 2003, y traducido a más de 20 idiomas, entre ellos el español. Nada ofensivo ni particularmente llamativo. Repito que el libro Ni putas ni sumisas lleva más de veinte años en circulación en todo el mundo.
La consejera de Igualdad del Ayuntamiento, Noemí Santana, secretaria general de Podemos Canarias, aseguraba que «con la retirada se cumple con la ley trans canaria». Una ley similar al borrador de la ley estatal que Yolanda Diaz defiende. Díaz había respaldado el «excelente» trabajo realizada por su homóloga en Igualdad, Irene Montero, con la ley trans, y ha declarado que le sorprende el debate que suscita la ley, dado que en 2019 según había declarado Yolanda, ella presentó con el PSOE un proyecto normativo «más o menos igual» al borrador actual.
Hemos visto cómo, en nombre de esa ley, se cancela a profesoras, se cancela a intelectuales, se persigue a artistas y se agrede a mujeres que se manifiestan pacíficamente.
Por ejemplo, la coalición en nombre de la cual hablaba Yolanda Díaz ha llevado a hablar en sus mítines en numerosas ocasiones a Mar Cambrollé. Mar Cambrollé es la presidenta de ATA, Asociación de Transexuales de Andalucía, que firma la denuncia contra Carola López Moya, especialista en violencia de género, madre de una niña con discapacidad severa, y nieta de represaliados franquistas. Mar Cambrollé pide para Carola López Moya nada más y nada menos que120.000 euros de multa y la inhabilitación. ¿Por qué? Por decir que «las cirugías de reasignación de sexo son un negocio que se lucra del malestar que produce el género». Por decir que, si «alguien está a disgusto con su cuerpo, lo lógico es ayudarle a aceptarse con la mínima invasión posible». Por afirmar que «soy crítica con la identidad de género, mis pacientes están progresando porque precisamente les ayudo a deshacerse del malestar psicológico producido por el género, construcción cultural que subordina a las mujeres».
En fin: una caza de brujas en toda regla. Que incluye a hermanas, hijas, nietas de represaliadas del franquismo.
¿Tiene Yolanda la desfachatez de pedir el voto apelando a los represaliados franquistas cuando ella y su grupo defienden una ley que nos retrotrae a lo peor de la censura y la persecución franquistas? ¿Tiene el cinismo de pedir el voto apelando a los represaliados franquistas cuando la formación a la que pertenece está imponiendo unas limitaciones a la libertad de expresión que solo se pueden calificar de fascistas? ¿Tiene la desvergüenza de pedir el voto apelando a los represaliados franquistas cuando la formación a la que pertenece está represaliando?
Por qué ha funcionado el discurso de Juan Moreno
Por tres razones básicas:
La imagen moderada que ha cultivado, la desmovilización del voto de izquierdas que tiene miedo al sectarismo de la izquierda auto sentida, y el voto útil progresista.
El voto útil progresista que tiene miedo al fanatismo y a la intolerancia.
Hablaba antes de ese amplio margen de personas que ni saben lo que es la intersexualidad ni podrían explicar lo que es un colectivo, personas que se levantan a las siete cada día para fichar en su trabajo de ocho horas, personas sin grandes ambiciones transcendentales, a los que les gusta ver series y el pincho de patata, personas que tienen un poco de sobrepeso, personas que destinan el 30% de sus sueldo a su hipoteca, personas que no son muy de ir al teatro, ni a conciertos, ni a museos y que al cine solo han ido tres veces en el último año, personas que no piensan en blanco y negro, sino que viven muy cómodamente instaladas en el gris.
Esas personas no quieren vivir en el pasado, no quieren que les hablen de represaliados franquistas, de feministas violentas ni de colectivos abecedario.
Estas nuevas clases medias quieren que les hablen de futuro, y no de pasado. De optimismo, no de odio. De dialogo, y no de «no debatir es muy legítimo». De emprendimiento, y no de amenazas con multas, censuras, cancelaciones e inhabilitaciones. De oportunidades justas y no de chiringuitos. De los programas y de la gestión y no de identidades y diversidades.
El PSOE no consigue volver a movilizar a una porción decisiva de su electorado, las mujeres, porque se pasa el día amenazándonos e insultándonos. Porque entre el colectivo abecedario y las mujeres, ha elegido al colectivo abecedario.
Los partidos a la izquierda del PSOE han dado un espectáculo lamentable con sus peleas de patio de colegio, y con el acoso que le han hecho a una compañera, a Teresa la de los maxi pendientes, a quien han intentado excluir el debate electoral y de la financiación.
«Si votamos, ganamos», decía el PSOE.
En 2018, 400.000 andaluces que siempre votaban socialista se quedaron en sus hogares, prefirieron no votar antes de hacerlo por otra opción política. Se abstuvieron.
En 2022 muchos de ellos han dado el paso y han hecho lo impensable: en la opción «nosotros contra ellos» se han ido con ellos. Se han cansado de violencia, de polarización, de amenazas y de obediencia debida.
Antes de Moreno Bonilla se entendía que había un alto riesgo de que una Administración de derecha intentase romper o quebrantar el pacto social que fundamentaba Andalucía. Pero en Andalucía el crecimiento, el bienestar, el compromiso por el desarrollo y la apuesta de atender a los más vulnerables se han mantenido con Moreno Bonilla. Tanto “que viene el lobo”para que llegue el lobo y resulte ser un pastor alemán.
Moreno ha gestionado razonablemente bien la crisis, sin amenazas, sin conflicto, sin odio. No ha utilizado guerras culturales ni banderas de identidades sentidas, no ha cogido los principios ideológicos de la derecha y los ha puesto por delante de la gestión y la sensatez, no ha sido sectario ni amenazante.
Moreno gobierna gracias a los errores de la izquierda más que por méritos propios.
Moreno va a gobernar gracias, en parte, al electorado progresista que se ha cansado de vivir con miedo y que no quiere que le excluyan del debate como me hicieron a mí.
Moreno va a gobernar gracias, en parte, al electorado progresista que se ha cansado también de niñatos que no han trabajado en su vida y que se levantan un día cobrando 6.000 euros al mes para permitirse decir a quien se los paga «contigo no me hablo, contigo no me ajunto». Para eso, me resulta mucho más tolerante y abierto el PP, qué quiere que le diga.
Yo no vivo en Andalucía, no sé a quién hubiera votado, pero desde luego no hubiera votado a partidos totalitaristas sectarios, y desde luego no habría votado a la izquierda por temor a que gobernara la derecha.
Porque la izquierda totalitarista y sectaria, la izquierda que falsea datos y se niega al debate, me da mucho más miedo que la derecha tranquila, sonriente, que no inspira repelús y que no me amenaza con multarme o perseguirme.
Ah, y por si alguien no se había dado cuenta, creo en la democracia, en el Estado del Bienestar y en el feminismo.