Artistas rusos
No dejen de regalar buena literatura rusa en Navidad ni compren un dibujo de un artista ruso de los de ahora, los paniaguados del crimen
Imagen de la película 'Doctor Zhivago'. | RRSS
Los medios rememoran a la nazi repugnante Riefenstahl y condenan al ostracismo a los artistas rusos. No hay medida cuando estalla la guerra. Ni siquiera con los perdedores. En la segunda guerra mundial perdió el pueblo judío. Encima tenemos que aguantar al descerebrado de Monedero afirmando que Israel es un estado asesino.
La tempestad era cada vez más fuerte y la nieve caía seca y menuda. Lo escribe el ruso León Tolstoi. Algo parecido debe estar pensando Zelenski sobre las bombas que le manda Putin. Parte de las novelas cortas de Tolstoi, otro que no ganó el nobel mereciéndolo, están publicadas en la editorial Acantilado. Son ediciones cuidadas, bien hechas como acostumbra esta editorial. Dense una vuelta por los libros La tormenta de nieve, Confesión o los relatos recopilados en Después del baile. Tolstoi representa el realismo en literatura con la misma fuerza que Putin el fascismo en la anti política. No todos los rusos van a ser unos malvados, aunque muchos apoyen el eufemismo de la operación militar especial, la carnicería perpetrada contra los ucranianos.
Que en los cortos días de invierno no les apetece leer, vean en Netflix el peliculón Doctor Zhivago, extrapolado de la novela de Boris Pasternak, uno de los gigantes de la literatura rusa. O visionen Taras Bulba, la peli de aventuras sobre la obra del escritor Nikolai Gogol. Ya puestos, en un ejercicio de cinefilia, visiten el cine de Tarkovski, Mijalkov y Einsestein. El último fue un colaborador puro y duro de los soviets comunistas, además de un consumado genio del cine. En pintura siempre cobija al alma contemplar un cuadro de Chagall, ruso y judío. Y en música se puede empezar por Stravinski.
Los artistas mencionados no están en activo, la mayoría crían malvas. Los derechos de autor, de los que come el artista, cuando come, han vencido y son públicos y universales. Es una memez recomendar que no se consuma la cultura rusa de siempre, cuando la cultura es hija de la libertad y la primera víctima de los tiranos las más de las veces. Incluso cierto imbécil me desaconsejó la relectura de Solzhenitsyn. Mencioné que le estaba echando un vistazo y clamó al cielo. No le conocía e ignoraba que el escritor denuncia las humillaciones sufridas en el Gulag, el campo de concentración ruso.
«Es una memez recomendar que no se consuma la cultura rusa de siempre, cuando la cultura es hija de la libertad y la primera víctima de los tiranos las más de las veces»
La obra de los artistas rusos merece seguir siendo estudiada en los centros públicos. Y no denostada por orden de un director ágrafo. Abundan en los mundos de la cultura, la educación e incluso el periodismo. Eliminar de un programa de estudios o de las recomendaciones públicas a los artistas rusos redunda en beneficio de Putin. Desde occidente nadie le podrá decir ya que en su tierra hay gentes que han dedicado vida y trabajo a describir las virtudes de la diferencia, las crueldades de la guerra y las perversiones del comunismo. Borrar la memoria de los artistas rusos en occidente es hacerle un favor a Putin. El dictador ruso se dedica al borrado de la memoria rusa y a la reinvención de la historia. A Putin le encantaría eliminar de un plumazo a los artistas rusos, pues el arte, el de altura, nace de la crítica al poder. El arte malo se alimenta de las prebendas del poder. No he escuchado a Pushnitski, pintor y escultor, criticar al politburó. Prefiere la sopa boba enrojecida de sangre que le ofrece Putin.
Cosa diferente sería realizar un viaje al museo del Hermitage, a San Petersburgo, y seguir engordando las arcas rusas. O pegarse el capricho del turismo cultural en Rusia. Las agencias de viajes no deben de haberse enterado de lo que está ocurriendo. Ofertan paquetes a buenos precios, el precio que vale cebar un fusil ruso.
Ni tanto ni tan calvo. No dejen de regalar buena literatura rusa en Navidad ni compren un dibujo de un artista ruso de los de ahora, los paniaguados del crimen.
