¿Por qué Europa nos despertó a hostias del sueño eurovisivo?
«La delegación española dejó el relato en mano de la tóxica e histérica corte que la acompaña en ese evento, alimentando la loca fantasía de que podíamos ganar»
La respuesta a la pregunta del titular es sencilla: básicamente, porque no era un sueño, sino una alucinación pagada con el dinero de todos los españoles. 733.000 euros nos ha costado la broma de ser los últimos en el televoto: cinco miserables puntos, de los cuales tres procedían de Portugal y dos del resto del mundo. El mundo entero. Para que se hagan una idea del calibre del despropósito: Finlandia cosechó 376 votos del público. Hasta el mismo día del certamen nos estuvieron vendiendo la burra de que éramos favoritos, que podíamos ganar, que las casas de apuestas no solo nos colocaban en el Top 5 sino que todo apuntaba a una sorpresa final. Y tanto. Sorpresa sí hubo, desde luego. La hostia fue de las gordas. Europa pinchó en un instante el globo español que llevaba hinchándose artificialmente desde el Benidorm Fest. Y por mucho que ahora se desentiendan, hay culpables para este desastre.
Ojo, que de lo que hablamos aquí es del batacazo de las expectativas frente a la realidad, expectativas que debemos analizar quién, cómo y por qué se alimentaron.
Nadie cuestiona el talento de Blanca Paloma. La ilicitana tiene una voz portentosa, es una gran profesional y clavó la actuación. Pero la canción, ¡ay, la canción!, reconozcamos que una canción sin una melodía pegadiza y carente de un estribillo es, de por sí, algo delicado para participar en un concurso. Una nana de raíces flamencas, en español, lo tenía crudo. ¿Que era una apuesta? Pues uno se lía la manta a la cabeza y tira para adelante, presumiendo del riesgo y tomando las riendas del relato: que si es una propuesta de calidad, que si nos conformamos con el voto del jurado (quedamos novenos, un correcto Top 10), que si es probable que el público europeo no lo entienda, blablabla… Lo que se viene llamando preparar el terreno. Pero no, la delegación española dejó el relato en mano de la tóxica e histérica corte que la acompaña en ese evento alimentando poco a poco, día a día, la loca fantasía de que podíamos ganar. Ojo. ¡Que podíamos ganar! Con un par. Circulan por las redes los vídeos de la reacción de algunos espectadores al saber el resultado, todos en estado de shock por haberse quedado con la moto que les habían vendido.
Pero, ¿en qué mundo viven? Todos sabemos no hay gente más peligrosa que los eurofans. Si gobernaran el viejo continente, Europa estaría en guerra. España ya habría bombardeado Roma el año pasado, cuando un presentador la RAI llamó «Jennifer López de saldo» a Chanel. Desde el sábado, los misiles estarían apuntando a Italia porque una periodista italiana acusó a Blanca Paloma de «gritar como una loca». Antes hundimos Venecia que permitir que hundan nuestra candidatura. Y encima no nos dan un miserable punto. Che cazzo?
Los ‘eurofans’ tienen mucho peligro. Ustedes se creen que lo estoy diciendo de broma, pero no. En mi trabajo, y mira que he criticado gente a lo largo de mi vida, solo he recibido amenazas de muerte de muerte en una ocasión: comentando el Benidorm Fest. Que la gente escriba tuits amenazadores por afirmar que una cantante desafina o que una actuación es un cuadro ya ilustra claramente el nivel del debate de unos talibanes musicales que, la verdad sea dicha, son los principales enemigos del festival. No hay más que seguir la conversación social en Twitter para ver la toxicidad, la agresividad, la intolerancia. Ahí no se opina, se sentencia. Y quien ose disentir, al paredón. Directo a la cancelación.
A Eurovisión se la van a cargar los eurofans.
Y en plena resaca del certamen, la cadena anuncia la apertura del plazo de recepción de candidaturas para la próxima edición, para la que se ha hecho un sorprendente anuncio: la aproximación al público heterosexual. Es cierto que la gran mayoría de gays son seguidores del festival, pero la audiencia de TVE es mayoritariamente heterosexual: 12.821.000 espectadores únicos a lo largo de su emisión.
Salvo que España sea el gran armario de Europa… ¿De dónde viene pues este empeño? ¿Qué medidas tomarán? ¿Van a prohibir el brilli brilli del outfit de los participantes? ¿De verdad creen que ese es el problema que tiene Eurovisión en España? ¿Se imaginan que la UEFA realizara un anuncio semejante para atraer espectadores homosexuales a la Champions? No sé, recortando los pantalones de los jugadores —nada, dos o tres centímetros, para enseñar más cacho— y apostando por camisetas mucho más ajustadas. De verdad, me pinchan y no sangro.