Hagamos de Dani Alves un presunto pero simpático violador
«Ana Rosa Quintana le ha servido en bandeja al futbolista un escaparate en exclusiva para convertir un supuesto delito en un culebrón turco»
Uno de los grandes shocks culturales para los devoradores de series se produce cuando uno es convocado como testigo en un juicio en España. ¡Años consumiendo tramas de banquillo para descubrir que ni tu abogado puede protestar cuando se te plantea una pregunta complicada o que no puedes acogerte a la quinta enmienda para no declarar! Da mucha rabia, la verdad, no ver al juez imponer orden en la sala ni asistir a esos maravillosos discursos de la defensa y de la fiscalía, sobre todo porque los togados patrios sueltan unas peroratas rancias siguiendo una mecánica tan estricta como aburrida. Una de las cosas que también aprendemos de las series de abogados es que los bufetes se toman muy en serio la reputación de los clientes: tanto de cara al juicio, máxime si hay jurado popular, como de cara a la opinión pública.
El trabajo de relaciones públicas es clave: incluso hemos aprendido la importancia de desacreditar tanto la figura de los testigos como de la acusación, atacando sin piedad a las víctimas para que su testimonio quede manchado con la sombra de alguna duda, por absurda que pueda parecernos. Es un clásico de estas series, como sabe cualquier lector/espectador. Y aunque el sistema español sea muy distinto al norteamericano, aunque la ficción no tenga que parecerse a la realidad, lo cierto es que todo lo recientemente sucedido en el caso Dani Alves parece sacado de The good fight, Suits, Ally McBeal o Boston Legal.
El futbolista se encuentra en la cárcel de Brians 2 en Sant Esteve Sesrovires, Barcelona, acusado de agresión sexual. La Audiencia ha considerado que permanecen inalterables los indicios de criminalidad, razón por la que permanece en prisión, al tiempo que se sigue valorando el riesgo de fuga, aunque haya empadronado a sus hijos en Esplugues de Llobregat. La jueza de instrucción rechazó así el recurso. Dani Alves ha declarado en dos ocasiones ante el juez, realizando hasta ahora cuatro versiones de su testimonio. Mientras tanto, la víctima han mantenido la misma declaración desde el inicio del proceso, sin cambiar una sola coma. Dani Alves ha cambiado comas, puntos, sujetos y predicados, pero lo ha hecho por amor, porque estaba obsesionado con la idea de tener que confesar la infidelidad a su mujer.
«No imagino lo que pensaría, lo que sentiría la víctima en su casa, viendo al supuesto violador en plan conciliador, amable y emocionado»
Una cosa es cambiar la declaración por consejo de tu abogado y por estrategia legal y otra es encontrar la complicidad de los medios de comunicación para esparcir ‘tu verdad’, como ha hecho con la ayuda de Ana Rosa Quintana, que le ha servido en bandeja a Alves un escaparate en exclusiva para convertir un supuesto delito en una trama sentimentaloide de culebrón turco. Esta semana, la periodista Mayka Navarro se convirtió en vocera del jugador tras una entrevista de dos horas en la cárcel.
Está claro que la presunción de inocencia se mantiene incluso a pesar de los ‘innumerables indicios’, pero tal vez lo más adecuado sería dejar actuar a la justicia y no dar alas a peligrosas operaciones no ya de ‘blanqueo de imagen’ de un sospechoso, sino al gratuito y peligroso ataque a una supuesta víctima de una agresión. «No sé si ella tiene la conciencia tranquila, pero yo la perdono», declaraba el jugador en una espectacular pirueta dialéctica con la que el demandado parece ser el demandante, algo que sólo los ‘fans’ de las series de abogados podíamos ver venir: «A la única persona a la que tengo que pedir perdón es a mi mujer, Joana Sanz». No imagino lo que pensaría, lo que sentiría la víctima en su casa, viendo al supuesto violador en plan conciliador, amable, emocionado, ganándose al público en plan simpático con sus bonitas palabras de amor aparentemente calculadas al milímetro por la defensa.
En cualquier ficción, el abogado le diría al cliente: «Que conozcan tu versión de los hechos». Y es lo que hizo el jugador. Todo un discurso de manual: «Me he decidido a dar esta entrevista, mi primera entrevista, para tener la oportunidad de que la gente sepa lo que pienso. Quiero que conozcan la historia a partir de lo que viví aquella madrugada en aquel baño». Claro que lo que él vivió ese día en ese lugar ya conoce cuatro versiones y todavía no sabemos cuál es la verdadera. Pero eso, como comprenderán, poco le importa a Ana Rosa mientras ella tenga su exclusiva.