Ana Rosa lo tiene crudo
«De campeona a aspirante, por muy favorita que una sea, no es un trago de buen gusto, pero es lo que hay»
El tiempo ha confirmado lo que se venía sospechando desde el día en que se anunció el fin de Sálvame: aquella decisión empresarial, que conllevaba el sacrificio de la audiencia que acompañaba al programa -polémico, sí, pero líder de la tarde- se pagaría caro tarde o temprano. Y ha sido mucho más temprano de lo previsto. Además, el roto ha salpicado a todas las franjas horarias de Tele 5 , que parece desangrarse a ojos vista sin que por ahora sus programadores hayan encontrado remedio a un desastre sin paliativos que la competencia está aprovechando para reforzarse de cara a la nueva temporada.
Incluso para sacarle partido a ésta que termina: Espejo público ya se ha puesto por delante de AR y, además, Antena 3 ha realizado una maquiavélica operación con Tu cara me suena, enfrentando un refrito de gran show al último Viernes Deluxe para reservarse la gran final de cara al estreno en Tele 5 de La última noche, presentado por Sandra Barneda. Ya podemos intuir el resultado. Las puñaladas vuelan.
Los veranos han sido para las televisiones tiempos para probar formatos que, en caso de éxito, se quedaban definitvamente. No es lo que la cadena principal de Mediaset ha preparado este año, salvando ese engendro de La vida sin filtros, presentado por Cristina Tárrega, la mujer que más filtros usa para sus posados, ya sentenciado por el público a una muerte prematura. Que nadie viera venir que ese batiburrillo de emociones de saldo estaba condenado al fracaso más estrepitoso no es precisamente un buen augurio. El verano parece un mero trámite, pero han corrido demasiados riesgos.
Las tardes de Tele 5 languidecen a la espera de la llegada triunfal de Ana Rosa Quintana con su TardeAR, pero a este paso lo único que se va a encontrar la ‘reina de las mañanas’ es un erial. Ana Rosa lo tiene crudo. Día a día, tarde a tarde, la cadena descubre un mínimo de audiencia. Y no parece tocar fondo. Los espectadores se pierden a velocidad de crucero, pero recuperarlos requiere un esfuerzo titánico. Y lento como el caballo del malo.
La cadena ya ha anunciado la cancelación de Mía es la venganza, la serie diaria que tenía prevista tres temporadas. Ha durado un mes, con 110 episodios grabados que se quedarán en un cajón. Al menos han tenido el detalle de preparar un episodio especial para cerrar las tramas y no dejar colgados a los pocos espectadores que las seguían. Chimpún. Así es la vida ha intentado incluso un ‘belenazo’, sacando el tema de la supuesta crisis matrimonial de Belén Esteban. Ni con ésas. El programa necesita respiración asistida mientras Sonsoles Ónega, en Antena 3, suma tiempo en parrilla y se dedica a la caza de colaboradores de Mediaset.
«Ónega, alumna aventajada de Ana Rosa, lleva todas las papeletas de superar a su maestra»
Algunos se han burlado de la llamada ‘fuga de cerebros’, pero María Patiño tiene razón: la marcha de periodistas como Beatriz Cortázar, Paloma García Pelayo o Pilar Vidal le hacen un roto monumental a la sección de sociedad, versión Premium, de la otrora ‘cadena amiga’, que lleva camino de convertirse en la nueva ‘cadena triste’.
Ónega, alumna aventajada de Ana Rosa, lleva todas las papeletas de superar a su maestra. La presentadora de Y ahora Sonsoles está aprovechando el verano para hacer bien los deberes, incluso ha salido de su zona de confort diario para estrenarse en un versión fin de semana con ocasión de la boda de Tamara Falcó. Perdió en audiencia frente a Fiesta, es verdad, pero ganó posiciones logrando visibilidad y llegando a nuevos espectadores. Está ‘sembrando’. Ya llegará la cosecha en septiembre.
Sonsoles sabe que se avecina un duelo a muerte en el O.K. Corral del mando a distancia. Mientras tanto, Ana Rosa se ha ido de vacaciones antes de tiempo porque las entrevistas a Feijóo y Sánchez la han dejado agotada. Pues ya puede recargar las pilas porque tiene enfrente una competencia que se está currando no solo su hueco, también su liderazgo, y quien llega desde la nada a empezar de nuevo es ella.
De campeona a aspirante, por muy favorita que una pueda creerse, no es un trago de buen gusto, pero es lo que hay. Y menos en un terreno tan movedizo como el de la televisión, donde todo cambia a velocidades estratosféricas y donde, conviene recordarlo, hay un mundo entre los espectadores de la mañana y los de la tarde, sobre todo cuando te van a recibir de uñas porque no te has portado precisamente muy bien con el que ha sido, durante 14 años, el programa favorito de esa audiencia que ahora pretendes seducir.