Álvaro Prieto, TVE y el perdón
«No habrá una cobertura infame a la que los medios nos habían acostumbrado. Hubo un error, sí, creo que perdonable»
Como vivimos tiempos nostálgicos, ya sabemos que todo antes era mejor. El sexo, la comida, los trajes, los jóvenes, Leticia Sabater, Gaza, Biden y el periodismo, obvio. Antes sí que había valientes reporteros que contaban la verdad y no como ahora, todos vendidos para comer migajas mientras son mecidos por las manos de los poderosos. Por navegar a contracorriente, hay que decir, y digo, que la cobertura de la desaparición y posterior hallazgo del cadáver de Álvaro Prieto, el joven futbolista cordobés, ha sido mucho mejor que hace años, cuando se fumaba en las redacciones y usted no pontificaba en Twitter.
Al cuarto día de búsqueda, el cuerpo sin vida de Prieto apareció donde nunca debió aparecer, en la pantalla. Con zoom incluido. A la vista de los que recordaremos, quién sabe si hasta dentro de mucho tiempo, que nosotros estábamos viendo TVE esa misma mañana y que vimos lo que nunca se debía haber emitido. Fue un error, ya lo sabe la corporación pública, el programa y toda España. Un reportero, Alberto Catalán, que con la voz entrecortada narra la situación que se acaban de encontrar mientras en plano, por unos 30 o 40 segundos, vemos lo que usted ya sabe. Porque seguramente también le habrá llegado.
Las redes, tan dadas a que el personal exhiba ante el resto lo buenísima persona que es, condenaron de inmediato el fallo de la cadena. Algunos intentaron elevar a categoría de crimen de lesa humanidad lo que Mañaneros, el programa matinal de TVE, emitió. Soy periodista, como lo es Catalán, como lo son quienes tomaron la decisión de enseñar eso. Y no me veo capaz de imaginar siquiera cómo pudo vivirse ese momento. Con la tensión galopando en el cuerpo, con un directo que dura hasta que ven desde el control del programa que no. No se puede dar eso. Cortan la señal, sale en el plano un Jaime Cantizano en plató que retoma como puede. Es horrible, claro, pero esto no es Alcàsser.
Hay unos cuantos, gritones de tres al cuarto, que han empezado a comparar la cobertura mediática del caso de Álvaro Prieto con la famosísima cobertura, quizá la más conocida por ser tristemente deleznable, de la desaparición y posterior hallazgo de las tres niñas de la localidad valenciana de Alcàsser, Míriam, Toñi y Desirée. En esto, como en otras cosas, hemos aprendido. No ha habido en este caso una imagen de los padres de Álvaro, no se ha mostrado en televisión el dolor, enorme, y sobre todo privado de unos familiares que deben despedir y llorar a un ser querido en la intimidad. No ha habido pornografía del dolor. Lo más grave han sido esas imágenes, pero además importa la reacción de quienes las emitieron.
«Algunos que se dan la vitola de grandes periodistas fueron vendiendo como exclusivas frescas lo que no era más que pescado podrido, historias de grupos que apalearon a Prieto, que lo habían amenazado»
Hubo, a los pocos minutos después del fallo de TVE, unas disculpas. Sinceras, honestas y dirigidas en primer lugar a la familia. Ya sé que para algunos el perdón, que ni piden ni dan, es como el sexo para los curas, un pecado mortal de necesidad. Pero quiero creer en el perdón tras un error que se puede tener en un directo televisivo. Cosa distinta es aquellos digitales, y THE OBJECTIVE no está entre ellos, que colocaron la imagen del cuerpo inerte de Prieto informando sobre el terrible hallazgo. Ahí no hay tensiones de directos sino decisiones premeditadas. Líneas editoriales que optan por el morbo para ganar en la dictadura del click.
También aparecieron algunos que se dan la vitola de grandes periodistas, no les haremos publicidad gratis, que para lo único que valen es la para la agitación pueril. Aquellos, usted los conoce, que confunden los likes con la credibilidad. Que fueron propagando en sus cuentas durante el lunes, vendiendo como exclusivas frescas lo que no era más que pescado podrido, historias de grupos que apalearon a Prieto, que lo habían amenazado. Audios de váyase usted a saber quién. Mentiras que luego borraron sin dar ninguna explicación cuando se supo que el joven cordobés murió electrocutado. Este debe ser el nuevo periodismo que algunos buscan. Sírvanse de mi plato, que no digiero condumios caducados.
Se ha muerto Álvaro Prieto, eso es lo peor. Toca ahora que su familia lo despida. Ya han pedido que les dejen celebrar un funeral en intimidad. Poder dar el último adiós sin presión mediática. No habrá, no la ha habido al menos de momento, una cobertura infame a la que a veces los medios, especialmente la televisión, nos había acostumbrado en los últimos años. Recuerdo a Julen, el niño del pozo, y aquel circo mediático. Este lunes hubo un error, lamentable, sí. Perdonable, creo que también. Aunque será la familia, en su privado dolor y libre entender, quien decida si acepta las disculpas de TVE o lo pone en manos de sus abogados. Nosotros, los periodistas, tendremos de nuevo que hacer un acto de reflexión. Quizá ya van demasiados en tan poco tiempo.