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Opinión

Más que a podrido, algo huele a sexo en Dinamarca

«Nos queda saber cómo acaba el cuento, si con divorcio o a lo Juan Carlos I, con una reina tragando sapos en soledad»

Más que a podrido, algo huele a sexo en Dinamarca

Genoveva Casanova. | Gtres

La Casa Real española tenía previsto un viaje oficial a Dinamarca «para poner de relieve y reforzar los lazos las relaciones bilaterales entre ambos países». Una vez más, la doña Letizia fue el centro de atención por su elegancia, destacando en la cena de gala en Copenhague con un vestido azul noche de cuerpo ajustado, bordado, con falda de vuelo y un gran escote. Es una creación de Pedro Varela que la Reina ya lució en la cena para recibir en 2015 al por entonces presidente de Perú, Ollanta Humal. Reciclaje, pero no de contenedor precisamente.

Acompañó la prenda con una espectacular tiara Flor de Lis montada sobre una diadema de platino con 450 diamantes y 10 perlas australianas, unas pulseras gemelas de diamantes (realizadas a partir de una tiara de Cartier que Alfonso XIII regaló a su esposa) y, por si fuera poca joyería, estrenó unos pendientes de zafiros.

Pues nada de todo eso pudo eclipsar el mayúsculo escándalo que se vivía en el Palacio de Christianborg cuando, en plena visita oficial, la revista Lecturas publicó una exclusiva en cuya portada se mostraba al heredero Federico de Dinamarca tras pasar en Madrid una noche -no sabemos si loca- con una sonriente Genoveva Casanova.

Aquello parecía un novedoso formato de televisión, Casa Real VIP: una familia real recibe a otra cuando se descubre que el heredero al trono anfitrión le ha puesto los cuernos a la princesa con una señora que vive en la capital del país de la familia real visitante, pero todos fingen que no ha pasado nada, sonriendo a cámara y luciendo modelitos y joyas mientras unos contienen las ganas de tirarse las bandejas a la cabezas y los otros, las de irse a casa para no verse envueltos en líos.

Y menos si hablamos de Borbones, que no están como para que les hablen de amoríos pasajeros, que ya han tenido bastantes, y muy caros, en la familia. Pero la diplomacia es eso, ¿no?, poner buena cara y hacer como que no estás viendo el pedazo de elefante blanco que hay en mitad del salón y del que nadie quiere hablar.

Aunque Genoveva ha contestado a través del Boletín Oficial del Corazoneo, el Hola!: «Niego rotundamente las afirmaciones que sugieren una relación de tipo romántico entre el príncipe y yo». Pero la Casa Real danesa, por su parte, calla y casi otorga: «Mantenemos nuestra política de no comentar (…) Nos gustaría enfatizar nuestro compromiso de respetar la privacidad de la Familia Real». Por mucho que la revista intente vendernos ‘la verdad sobre el viaje’: museos, flamenco y gastronomía, ejem, otras fuentes apuntan que aprovechó para hospedarse en casa de la mexicana, ex de Cayetano Martínez de Irujo. Y lamentablemente para el heredero, su currículo íntimo juega en su contra.

Si no fuera príncipe, Federico sería rockero. Ya actuó junto a Led Zeppelin en 2007, durante un concierto para Save the children. No le hicieron audiciones, dieron por sentado que sería bueno en lo suyo. Pero eso repitió en los escenarios 2019. Fue en el Smukfest, en el que estaba presente su madre, la reina Margarita, en la que actuó con la banda Nephew, liderada por Simon Kvamm: «Siempre he disfrutado de las fiestas en las que no se exige ser formal». declaró en una entrevista. Vamos, que le va la marcha.

Para reforzar esa idea de ‘chico malo’ luce dos tatuajes: un tiburón en la pantorrilla derecha y un escudo en el hombro derecho. Un tiburón y un escudo, menudo malote. Con estos mimbres se hizo el molde de un príncipe rebelde con fama de galán cuya vida amorosa fue carne de portada durante muchos años, antes e incluso después de su boda con Mary de Dinamarca en 2004.

Durante años, el heredero al trono parecía el protagonista de ¿Quién quiere casarse con mi hijo? o Un príncipe para…, con una reina Margarita en plan juez mega estricta y sin una Luján Argüelles que recondujera el asunto, que parecía condenado al desastre. Todo apunta a que su gran amor fue Katja Storkholm, descalificada por su pasado como modelo de ropa interior: una reina no puede haber enseñado las bragas a sus súbditos, ¿dónde vamos a parar?

En Mallorca se entregó a la cantante María Montell, que acabó en el sofá de un psicólogo tras la ruptura. En la Nochevieja de 1992, Federico fue detenido porque viajaba en coche con una joven, Malou Aamoud, ebria y con el carné de conducir caducado. Eran novios, pero como para presentarla a su madre después de salir de comisaría. Y lo de Genoveva no parece una sorpresa: ya en 2017, una revista local le acusó de un soborno con 7.000 euros para evitar el escándalo de una supuesta relación extramarital.

Ahora nos queda saber cómo acaba el cuento, si con divorcio o a lo Juan Carlos I, con una reina tragando sapos en la soledad de palacio. Ya saben, como una profesional.

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