Gavi, plagas y victorias pírricas
«La UEFA y la FIFA inventan competiciones mientras recargan de partidos las tradicionales y olvidan que los futbolistas no son robots»
El puesto de seleccionador, en cualquier deporte, es un cargo con hipotecas. Cada convocatoria exige un pago o una expiación, cada resultado adverso multiplica el valor de la letra y cada contratiempo provoca un impuesto revolucionario. Pues el fútbol todavía exige más. A Luis de la Fuente no le terminan de perdonar en cada vez menos sectores los aplausos al «jefe Rubiales» cuando éste se dirigió a la asamblea futbolera y, retador, sacó brillo a los trofeos, multiplicó por tres la ficha de Jorge Vilda, culpó al empedrado de su fragilidad emocional –en su caso, euforia desaforada–, al feminismo ministerial –menesteroso según los más críticos – y además no dimitió. La FIFA tomó la iniciativa, le pasó el cepillo y al inhabilitarle despejó el camino a quienes en España no encontraban la ruta para quitárselo de encima. El suceso sigue consumiendo capítulos y hay quien no descarta que al ex presidente de la Real Federación Española de Fútbol termine premiándole Infantino, cuando las aguas se remansen, con algún puesto remunerado en algún país lejano, un empleo de esos que pasan inadvertidos y son analgésicos para el trance. ¿Por qué? Porque «Rubi» sabe mucho.
Los aplausos… Puestos en pie, todos, todas y «todes» en el Palacio de las Cortes, recordaban Sus Señorías victoriosas a los palmeros del «fúrbol»: la mayoría (parlamentaria), embelesada y rendida al líder. Sendas imágenes, calcadas: una en Las Rozas y otra en la carrera de San Jerónimo. La diferencia entre unos y otros es que en el deporte del balón redondo el análisis de un fuera de juego es casi inmediato y en el Congreso no hay un siervo que se atreva a chistar sin la venia de «su sanchidad», aunque el VAR de los jueces, de los fiscales, de los empresarios, de no sé cuántos colectivos y de la opositada oposición denuncie juego antirreglamentario. La foto del fútbol es muy amable, festiva y agradecida en la victoria, si no te pillan con las manos en los cataplines; la de la política puede traer consecuencias dramáticas para los infractores a poco que se cumpla la Ley. En el caso político, las cuentas pendientes no prescriben… En la memoria. Con esto de la amnistía sólo algunos perdonan, pero nadie olvida. En el sector balompédico la venganza se sirve fría o caliente, según, por eso no han tardado los odiadores en sacar a relucir las palmas del seleccionador al lesionarse Gavi, protagonista involuntario de la pírrica victoria.
Hay debate, pues. Con España clasificada para la Eurocopa de Alemania’2024 quizá se forzó la máquina al alinear a Gavi primero contra Chipre y a continuación ante Georgia. Tiene 19 años, está en fase de maduración; sin embargo, su espíritu de lucha y su carácter indómito son el prototipo de la otrora legendaria «furia española». No cuesta imaginarle en los JJOO de Amberes, un siglo atrás, junto a Ricardo Zamora, Pagaza o Pichichi y ser él, en lugar de Sabino, germen del gol del triunfo contra Suecia respondiendo al grito de Belauste: «¡A mí el pelotón, Gavi, que los arrollo!». Él, guerrero entre los guerreros, quiso jugar contra los georgianos porque, sancionado, se había perdido el último encuentro con el Barcelona. Es ambicioso, batallador infatigable que al dolerse de la rodilla en la entrada no debió continuar. Le atendieron los médicos, él quiso seguir y un minuto después saltó para controlar el balón y al caer se rompió para ocho meses. En Barcelona, no en el FC, unos señalan a Luis de la Fuente, otros a los doctores, los menos al jugador y olvidamos que la UEFA y la FIFA inventan competiciones mientras recargan de partidos las tradicionales y olvidan que los futbolistas no son robots. Todo ello sin contar con el afán recaudatorio de los clubes, que, si no hubiera fechas FIFA o UEFA, posiblemente concertarían amistosos para aliviar la presión presupuestaria.
Encontrar culpables en fútbol es menos complicado que determinar si una mano dentro del área es penalti. Entre aciertos y errores del VAR, asumida la contención temporal del canto liberador del ¡goool!, hay cuestiones de trascendental importancia de las que, en este caso y sin suspense, el único que sale indemne es el chachachá. En la última «ventana FIFA» se han desatado todos los demonios predecibles. El escándalo de Maracaná en el Brasil-Argentina, encuentro que ganó la albiceleste (0-1), engrosó el historial de las batallas del deporte rey, sin alcanzar el horror de «La guerra del fútbol» de Kapuscinski. Ni siquiera mereció la condena de Lula. Y además del vandalismo policial, la plaga de lesiones en partidos y entrenamientos de selecciones dispares: Camavinga, Vinicius, Haaland, Oyarzábal, Gavi, Ter Stegen… La conclusión es que el cuerpo humano, por muy entrenado que esté, no soporta semejante carga de partidos.
Hay que cuidar al deportista y velar por la salud del Deporte, dejándolo en manos de especialistas. En el nuevo gabinete de Pedro Sánchez ha pasado de Miquel Iceta, cuyo futuro apunta al Parlamento Europeo una vez eliminado del Consejo de ministros, a Pilar Alegría, ministra de Educación (Cultura va por otro carril), Formación Profesional y Deportes, y portavoz del Gobierno. Al recibir la cartera, Alegría se refirió a su tarea deportiva en último lugar con lo tópico e imprescindible para salir del paso y un recurso triunfal y reciente: «Me satisface formar parte de este fenómeno tan bonito, capaz de hacernos vibrar a todo el país, en todos los rincones, con esa selección española ganando el mundial de fútbol femenino». Las felicitaciones a María Pérez y Álvaro Martín, dobles campeones del mundo en marcha, llegarán con los Juegos Olímpicos. «El deporte significa unión, unidad. Lo digo ahora que parece que algunos quieren llevarnos a sociedades más divididas (¿?). El deporte lo encontramos en diferentes ciudades, de diferentes tamaños, seguidores de equipos que comparten los mismos valores y que forman parte de una comunidad». Y el remate de aliño: «El deporte y el ejercicio constituyen un estilo de vida, a través del cual se expresan valores como el esfuerzo, el compañerismo y la solidaridad». Aplausos, que es de buena educación.
Donde no habrá cambios será en el CSD. Continúa al frente Víctor Francos, báculo de la ministra en el sector, con mucha tarea por delante: JJOO, Eurocopa, ajustar la Ley del Deporte, elecciones federativas en año olímpico y, entre éstas, la de Fútbol reclama máxima atención porque Pedro Rocha, delfín de Rubiales que iba a ser de pon y quita, le ha cogido el gusto al puesto y está trabajando para mutar de gestor a presidente. Ya son varias las Territoriales que le han prometido apoyo, suficientes para vencer con el sistema actual, precisamente el que quiere cambiar el Gobierno, que además prefiere otro candidato y lo tiene consensuado. Por ahora sólo dos se postulan, Rocha, a la chita callando, y Herrera, Carlos, que no se oculta sino todo lo contrario. Por muy goloso que sea el trono, no habrá plaga de pretendientes. Al fútbol le gustaría decir que con uno basta, sin campañas sucias ni trampas saduceas. Todo a la luz, transparente como ese emporrado que respondió a Sylvester Stallone en «Tulsa King»: «Son las once de la mañana, vendo maría, no opero con un reactor nuclear». Pues eso, cada uno a lo suyo, sin faltar, y pronto restablecimiento para los lesionados.