¿Es o no es Kate Middleton? Por qué nos obsesionamos con las teorías conspiratorias
«El secretismo absurdo en la comunicación de la Familia Real con respecto a Kate ha dejado tanto a los monárquicos como a los republicanos perplejos y rascándose la cabeza»
Si usted es una de los millones de personas que han visto el vídeo de una presunta Kate Middleton paseando al lado de un presunto príncipe Guillermo y se ha obsesionado pensando «¿es Kate o no es Kate?», ¡sea bienvenido al club!
Me gustaría poder decirle que yo estaba mucho más interesada en leer La filosofía de lo inconsciente de Von Hartmann y que no presté atención a cotilleos frívolos y superficiales. Pero no es así. Admitámoslo: ustedes y yo nos hemos comido el tarro y mirado y remirado el vídeo una y otra vez para discernir si efectivamente se trataba de Kate, o si la Casa Real británica nos ha puesto una doble en el vídeo para darnos el pego.
¿Por qué todo el mundo se involucra repentinamente en delirantes teorías de conspiraciones reales? Que sí Kate está en coma, que si se está divorciando, que si se ha hecho una cirugía estética que le salió mal, que si se le ha caído el pelo… Que si se ha muerto.
A pesar de la naturaleza aparentemente delirante de estas teorías, lo cierto es que pueden ser sintomáticas de una inquietud más amplia en torno a las circunstancias crípticas de la ausencia de Kate. Y también creo que son consecuencia de la desastrosa gestión de la situación por parte de la familia real. El secretismo absurdo en la comunicación de la Familia Real con respecto a Kate ha dejado tanto a los monárquicos como a los republicanos perplejos y rascándose la cabeza. ¿Por qué -nos preguntamos todos- nos tienen que volver locos con una fotografía retocada y un vídeo tomado con un móvil viejo en el que se ve a lo lejos una señora borrosa que tanto podría ser Kate como la presunta amante de William, Kate Hansbury? (O cualquier modelo alta y delgada, ya que estamos) ¿Por qué? Si todo hubiera sido tan simple como colgar una foto normal y sin retocar en el perfil de Instagram de los príncipes de Gales.
La investigación (1) The Royal family image in the British media, un estudio sobre cómo las comunicación de la Casa Real británica moldea las actitudes hacia la monarquía, arroja luz el caso Kate. Durante su reinado, la reina Isabel II jugó un papel fundamental al modernizar el enfoque de las relaciones públicas de la familia real, priorizando la transparencia y la accesibilidad. Ya saben, famoso «deben verme para creerme», que resultó en actitudes favorables hacia la monarquía. Dado que la información sobre la familia real ha estado disponible permanentemente durante décadas, se pensaba que el secreto que envolvía sus vidas era más bien una cosa del pasado, unos protocolos victorianos que la reina Isabel había desterrado. Los británicos, de alguna manera, se creían con derecho a saber detalles privados de la familia real… hasta que Kate desapareció de los medios. Y de pronto a los ciudadanos británicos les dijeron que había partes de la vida privada de la familia real que no estaban a su disposición. Y eso no era algo a lo que los británicos estuvieran acostumbrados. Así que los británicos no entienden por qué no pueden saber dónde está Kate, si durante años les han estado dando información constante sobre los miembros de la familia real.
Para los monárquicos esta desviación de la norma desafía a creencias profundamente arraigadas sobre la integridad y la apertura de la Familia Real, lo que lleva a muchos a buscar explicaciones para el repentino cambio de comportamiento. Porque no lo entienden. En su intento de comprender por qué la Familia Real – esa familia que han respetado, admirado e incluso amado, durante tanto tiempo – está de repente actuando de una manera tan extraña, los monárquicos pueden recurrir a teorías de conspiración como medio para racionalizar lo inexplicable. Estas teorías ofrecen una narrativa que, si bien es fantástica, proporciona una apariencia de orden y comprensión frente a la incertidumbre.
Por otro lado, para los republicanos, la repentina desaparición de Kate del foco de los medios, así como la foto manipulada y el vídeo borroso, pueden haber alimentado su indiferencia o su desdén hacia la familia real. Este escepticismo puede verse amplificado aún más por las inclinaciones duraderas de los teóricos de la conspiración. Es decir que recurren a las teorías de la conspiración para ratificarse en un odio o un desdén que ya sentían de antemano.
Existen estudios en psicología (2) que sugieren que las personas con personalidades autoritarias pueden ser particularmente susceptibles a creencias conspirativas. Y, bueno, ¿qué personalidad más autoritaria puede haber que la de una persona que crea que otra tiene derecho a imponerse sobre sus súbditos ? (Estoy llevando el tema un poco traído por los pelos… pero aceptemos paranoia como animal de compañía).
Otro estudio (3) indica que las personas más propensas a creer en teorías de la conspiración tienden a demostrar niveles más bajos de conformismo, lo que los lleva a cuestionar las narrativas predominantes y a desafiar a las fuentes de autoridad. Dada esta propensión, es posible que se apresuren a sembrar dudas sobre la legitimidad de las acciones de la monarquía.
Según una investigación publicada por la revista de la APA (la American Psychological Association) elaborada por la doctora Shauna Bowes, en la Universidad Emory (4), existen ciertas facetas de personalidad que correlacionan con niveles más altos de susceptibilidad a las teorías conspiratorias. Los rasgos de personalidad que están sólidamente vinculados con la tendencia a creer en teorías conspirativas son: impulsividad, egocentrismo, frialdad narcisismo, y niveles elevados de estados de ánimo depresivos y ansiedad.
Pero los anteriores son rasgos circunstanciales. Existe otro rasgo que es determinante: las personas más proclives a creer en las teorías de la conspiración son aquellas que puntúan muy alto en determinado rasgo de personalidad. Un patrón de pensamiento llamado «psicoticismo».
El psicoticismo es una característica central del llamado trastorno esquizotípico de la personalidad, caracterizado en parte por «creencias extrañas y pensamientos mágicos» e «ideaciones paranoicas». En el lenguaje de la psiquiatría, es una forma más leve de psicosis en toda regla, esto es, del estado delirante recurrente que caracteriza a la esquizofrenia. El psicoticismo responde a un patrón de pensamiento mágico que va mucho más allá de la superstición común. Hablamos de un tipo de patrón de pensamiento que, socialmente, suele parecer inconexo, extraño o «apagado».
Es decir, para una persona integrada socialmente el esquizotípico es ese tipo raro y huraño con el que resulta difícil conectarse. Un ser solitario aislado, huraño, de pocos amigos, y de escasa conversación. El típico friki enganchado a Twitter, para entendernos. Y ha sido precisamente a través de Twitter como se han viralizado la gran mayoría de las teorías conspirativas alrededor de Kate Middleton.
«No hace falta ser esquizotípico, ni psicótico, ni particularmente raro para creer en una teoría de la conspiración»
Otro estudio demostró que las personas que se sienten estresadas son más propensas que otras a creer en teorías de conspiración, y que cuanto más ansiosas se sientan tanto mis inclinadas estarán a creer en teorías conspiratorias. (5) También son más propensas a crearse las teorías de las conspiración las personas que están experimentando soledad o rechazo. Porque cuando los sentimientos de alienación personal o ansiedad se combinan con la sensación de que la sociedad está en peligro, la gente experimenta una especie de «doble golpe» conspirativo. Esto es: se pasa de una situación personal a una proyección de esta situación hasta una esfera social. Como yo me siento mal y rechazado, me convenzo de que hay algo malo en la sociedad en la que vivo. A mí me rechazan no porque haya algo extraño en mí, sino porque la sociedad está enferma. No soy yo el asocial sino «tranqui, colega, la sociedad es la culpable, qué sociedad no hay más que una y a ti te encontré en la calle», como cantaba en su día Siniestro Total.
Rob Brotherton, psicólogo social, autor de Suspicious Minds: Why We Believe in Conspiracy Theories (Bloomsbury Sigma, 2015) cree que teorías de la conspiración son una reacción humana a tiempos confusos, y que todos simplemente intentamos comprender el mundo y lo que sucede en él. No hace falta ser esquizotípico, ni psicótico, ni particularmente raro para creer en una teoría de la conspiración cuando estamos atravesando a tiempos convulsos en los que ninguno recibimos explicaciones claras sobre nada. Ni sobre dónde está Kate Middleton ni sobre las maniobras orquestales en la oscuridad de nuestro gobierno.
Las teorías de conspiración sobre complots secretos del gobierno probablemente nunca pasarán de moda y, en cierto nivel, funcionan como salvaguardias contra conspiraciones reales, oficiales o de otro tipo. Pero es que, además, en una era en la que todos estamos obsesionados con el true crime, es fácil convertir en viral una teoría conspiratoria sobre una princesa desaparecida. En películas en novelas, en series de televisión, en webs de información la premisa de «mujer atractiva, joven y blanca, desaparecida» siempre funciona.
De momento, les aseguro que el feed de mi perfil de Twitter, o X, o como se llama ahora ha sido secuestrado por un algoritmo obsesionado con las teorías conspiratorias y los memes de Kate. Las teorías están por todas partes: algunas chistosas, otras más oscuras. Como sabe cualquier verdadero aficionado al crimen o al misterio, cuanto mayor es el encubrimiento, más profundo es el problema.
Entonces, ¿Estamos asistiendo a una lección sobre cómo no hacer relaciones públicas desde el palacio, o la foto retocada y el vídeo borroso son indicativos de un problema mayor para la familia real? El tiempo lo dirá. Y entre tanto, quizá lo de obsesionarnos con Kate nos sirva como vía escapista para huir de una realidad nacional mucho más misteriosa y tóxica que la desaparición de Kate.
(1) https://istznu.org/index.php/journal/article/view/2317
(2) https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/polp.12206
(3) https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/jopy.12588
(4) https://www.apa.org/news/press/releases/2023/06/why-people-believe-conspiracy-theories
(5) https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0075637