Marta Rovira en la doma del circo ambulante
«Había que jubilar a Junqueras —antes o después de las europeas, no hay prisa— con la técnica del palo y la zanahoria»
Era la mariposa de todos los oídos. Una mariposa domaba a los osos (obesos) y a los tigres (barbados). Lo mejor es siempre callar, guardar silencio, emboscarse si vienen reporteros gráficos, esquinarse sin enconarse, seguir a lo nuestro, teje y teje el hilo de la telaraña, sonrisas por aquí, postureo por allá, mucho beso sin saliva, mucha sonrisa de ojo, mucho guiño como disparo, mucha copa sin licor, mucho asueto aparente. Los viejos de la tribu lo dijeron desde el primer momento: tenemos aquí dentro a los enemigos, no hay que buscarlos fuera, lo mejor es consensuar. La Rovira seguía durmiendo a los osos (dormidos) y despertando a los tigres (encelados). Es largo el camino de ver la cabeza de tu amigo pasar cortada.
Lo sabemos ya. Los niños de San Ildefonso sacaron la bola a tiempo. Había un tapado. Siempre hubo un tapado. Las bolas, en las manos de la Rovira, son diamantes, son lingotes, son fieras feroces de Lladró. El tapado, no podía ser de otro modo, era Torrent. Cae el pequeñín, Aragonès, mareamos un poco a Junqueras, que se duerme fácil y a veces cuando habla, sacamos a Torrent como que no quiere la cosa, mientras tanto por la pantalla siguen las declaraciones de Marta Molina con el juez García Castellón, la obra buena sucede en la tramoya, sin ojos ni oídos, sin luces ni aspavientos.
Ahora el curso natural del río es que Torrent salga con cara de tonto, mesándose la barba, con ojos recién amanecidos, y bueno, que sí, hombre, claro, por supuesto, yo tiro por el carro, cómo si no. Había que jubilar a Junqueras —antes o después de las europeas, no hay prisa— con la técnica del palo y la zanahoria, no hay más. Abandonará la presidencia antes del 9-J, pero lo más jodido es que piensa que volverá cuando ya está fuera. Rovira jugaba fiel a Junqueras, mucha sonrisa, mucha poesía de oído a oído, mientras ya sabemos que Torrent es su baza de tapado. Ella asume, incluso su salida, sale con Junqueras del corro, pero vuelve con Torrent. No optaba Rovira a la reelección de ninguna secretaria general, porque se va sin irse, como los listos, mientras la bolita ya sale de la mitad de la nuez, y todos lloran de risa.
Roger Torrent, ex presidente del Parlament, como el tapado oficial, al que solo Marta Rovira corta la barba y peina la raya. Vuelven las viejas venganzas, Junqueras fue quien apoyó a Aragonès y no a Torrent, y ahora él se lo va explicar en el lenguaje entero de los signos, sin pronunciar palabra. La que hechiza los oídos es ya Rovira. La que embriaga las miradas es ya Rovira. Ella genera el reflote y el hundimiento, maravillosa, mientras juega al no liderazgo, mucha militancia, mucha vaselina, mucha sonrisa, mucha risa enlatada. Además, ebrio de exilio como una cuba, siempre Puigdemont vio en Torrent quien pudiera haber sido y no fue. Fue Torrent, ay, el que apagó su investidura telemática. Fue Torrent, ay, quien se negó a desobedecer al Tribunal Constitucional. Fue Torrent el que cayó siempre cuando debiera haber hablado. La operación es burda, ordinaria, chabacana: un candidato oficial, Junqueras, y un tapado, Torrent, que se come al primero porque le ponen y quitan los mismos. Catalanes huérfanos de lecturas y conspiraciones. La ignorancia es rasa. Todo burdo, muy paleto, hosco, pueblerino.
Vuelven sin haberse ido, es el descojono. Laura Vilagrà, vicepresidenta del Govern, y Sergi Sabrià, viceconsejero de la cosa, y la portavocía de Marta Vilalta, y el cerebro de todos, Josep María Jové. Hay que engrasar el voto para Torrent, lo de siempre, disfrazar el burle con mucha militancia, mucho voto secreto, otro oficial, un poco como cuando Graciano García en los Premios Príncipe de Asturias se acercaba a los jurados con voz torturada para dejar caer: «Es que a la Casa le gustaría, es que la Casa me pide, es que a la Casa le encantaría». Hubo uno, no voy a decir el nombre, que le contestó: «Me importa una mierda, lo mío es la Casera y no la Casa». Queda bien poner a un poeta de vino peleón en los jurados, pero luego no lo compras ni con todos los adjetivos del mundo. A Rovira le puede salir muy mal el apaño, los propios y los de enfrente se coscan, se ponen de acuerdo, y crujen en el portazo a tu narizota, que estuvo en todos los culos abiertos.
Cuesta vestir ahora a Torrent de nuevo, de chico que pasa o pasaba por ahí, de estreno. Rufián sigue en el camino de la estricta sabiduría: Junqueras sí, pero que haga lo dictado por Madrid, porque aquí se está de puta madre, para qué voy a mentir. Joan Ignasi Elena, consejero de Interior, dice lo mismo de Rufián, que paga e invita a la ronda. Lluís Salvadó, sí, que también, presidente hoy del Puerto de Barcelona, y Pau Morales, secretario de Organización, por supuesto. Junqueras se impondrá en el congreso para jugar con él a la diana. El Colectivo Primero de Octubre –no lo digo en catalán sino en caló- dice que Junqueras sí, claro, también, cojonudo, pero con Marta Rovira detrás, en el medio y por delante. Son todos la hostia de cachondos. El camino, en cualquier caso, está cada vez más despejado para Torrent, para que Torrent salga como salvador, que él pasaba por ahí y les hace el favor de su vida a todos. Una mariposa dirige el circo osezno y felino, así mueve las alas como algunos directores lo hacen con la batuta, así no dice nada cuando algún micrófono la invita a hacerlo, así sale todo de bien como está apuntado. Nos gusta la doma pero todavía más la derrota. «Que estamos en derrota, nunca en doma», dijo José Agustín Goytisolo antes de volar por la ventana abierta. Una inmundicia.