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El miedo en los ojos de Alegría y Bustinduy

«Descienden los litros y kilos por mostrador porque cada vez la porción de tarta es más pequeña para todos»

El miedo en los ojos de Alegría y Bustinduy

El ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy junto a la ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, Pilar Alegría. | Alejandro Martínez Vélez (Europa Press)

Uno de cada tres adolescentes españoles vive en riesgo máximo de pobreza y exclusión social. La cifra, en la Europa alta y rubia que quieren traer los nuevos nazis, llega a uno de cada cuatro. El hambre empieza por los ojos, por los ojos hambrientos e insistentes, por los informes que profesores y docentes escriben a sus superiores, por los folios negros que llegan a la mesa de la ministra de Educación, Pilar Alegría. Los adolescentes, por arriba, se atiborran de bebidas energéticas en la prueba de EBAU, y por abajo, mueven los dientes en la boca quieta y absorta.

Casi un millón de menores no tienes cubiertas las necesidades básicas diarias en España. Hasta un 25% se refugia en casa, emboscados y enmascarados con excusas y velos de todo pelaje. El caldo gordo anda en los adolescentes entre 13 y 17 años, el Instituto Nacional de Estadística y la Plataforma de la Infancia lo desmenuzan en el texto: Análisis de la encuesta de condiciones de vida con enfoque de infancia 2024. Setenta organizaciones, cada una de su padre y de su madre, implicadas en dicho cotarro. Uno de cada diez niños, además, no sufre pobreza, sino mucho más, hambre canina, desnutrición, enfermedad, carencia material severa de todo (vida y obra). La pobreza adolescente es la gran olvidada. El adolescente entre los 13 y 17 años, según todos los números, sale más caro de mantener. El indicador llamado AROPE (siglas inglesas) mide tres variantes: intensidad del empleo en el hogar, riesgo de pobreza en relación a cuántas personas bajo ese techo tienen ingresos y la carencia material severa.

Lo contamos ayer, los alimentos subirán, pero ya hay hogares que no prueban pescado ni carne al menos dos días semanales, hogares sin calefacción ni aire acondicionado, hogares sepultados por la roña y los microbios al carecer de lavadora. Los pobres de solemnidad no disponen de teléfono, no pueden afrontar seiscientos euros de gastos comunes y nunca van de vacaciones. La falta de recursos afecta al desarrollo físico, cognitivo y emocional. Son pobres con escasa escapatoria onírica.  Son pobres, con botones y terciopelos digitales ocasionales, pero sin poder levantarse del barro diario. España es el segundo país de la Unión Europea con más tasa de pobreza infantil, solo por detrás de Rumanía. Los ojos grandes como platos soperos de la ministra de Educación, Pilar Alegría, conocen la incapacidad completa del Estado para llegar a las capas más necesitadas o inventarse medidas nuevas. La respuesta, según Plataforma de Infancia, son las transferencias sociales. España está obligada, según el Objetivo de Desarrollo Sostenible, a reducir la pobreza a la mitad en quince años. 

El ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, habla de una protección universal por crianza, importada de la Europa morena y parda, todavía no alta y rubia. Unos doscientos euros mensuales hasta los dieciocho años, justo lo que pide Yolanda Díaz, con lo que se puede pillar algún filete aunque sea por la cola. La ley de familias, cuentan, da hasta cien euros mensuales por hijo hasta tres años, articulada a través de una deducción fiscal a las mujeres trabajadoras y por medio del complemento a la infancia referido al Ingreso Mínimo Vital. Los folios entusiastas de Alegría y Bustinduy no llegan a los más vulnerables: nadie ofrece la documentación adecuada, solo queda seguir apretando los dientes, bocadillos de aire y nada. Los doscientos euros al mes serían ideales, según todos los implicados, para mascar sólido. 

Los bancos de alimentos carecen de reservas efectivas y su llanto mudo no puede ser más sangriento. La Federación Española de Bancos de Alimentos (Fesbal) alerta de una pobreza en la calle de casi 12,7 millones de personas (con hijos y sin ellos). La Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (Eapn-ES) también publica su informe para ciegos: El estado de la pobreza 2024. Casi el 48,5% de la población no llega a fin de mes. Viven en España 9,7 millones de personas con ingresos inferiores a 916 euros mensuales. La cronificación de la pobreza provoca la resta de donativos y excedentes en los mayores centros de caridad. Descienden los litros y kilos por mostrador porque cada vez la porción de tarta es más pequeña para todos. Fundación La Caixa ya ha dado un millón de euros, por anticipado, en la campaña actual. Las donaciones permiten Bizum con número 38014. 

La España real sigue oculta. La España famélica se escapa a horcajadas de los papeles de Bustinduy y Alegría. Los 54 bancos de alimentos, repartidos por todas las comunidades autónomas, andan entre la espera y la desesperación. El hambre sube de los talones (desnutridos) a los ojos (insistentes) sin pasar por el estómago (vacío). La realidad no les estropea a Bustinduy y Alegría sus reportajes literarios. El hambre canina toca a los cachorros feroces de la manada. Volverá el hurto famélico y los presos por robar gallinas. Volverán las aves canoras y los mamíferos de cuatro patas a pasearse por terrazas y trasteros. Stephen King dio una receta simple para atreverse a escribir: «Solo una mente despierta puede defenderse de los monstruos». Algunos ya ven el miedo saludar en los ojos tímidos de Bustinduy y Alegría frente a gente que pide respuestas y responsabilidades inmediatas. Un suspiro llamea en los silencios más negros. El salvaje, tras domar hambre y frío, empieza a enriquecerse solo a base de peligros.

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