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El sanchista antitrumpista, un ser de lejanías

«Sánchez es un principio de degradación de la vida pública española»

El sanchista antitrumpista, un ser de lejanías

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez. | Alberto Gardin, Europa Press

1. Sánchez es un principio de degradación de la vida pública española. Al que no lo percibe instintivamente a la primera es ya inútil explicárselo, porque no lo va a entender: le falta el resorte visceral de la defensa del Estado de derecho. Pero la responsabilidad hace mucho que dejó de estar en Sánchez: está en los sanchistas (y en menor grado en los no abiertamente antisanchistas). Sus seguidores, sus aplaudidores, sus justificadores han alcanzado tal desfachatez que son irrecuperables. ¿Qué van a hacer después del sanchismo? (Si hay un después…).

2. La sociedad española es esa que, ante la irrupción de un Sánchez (con su populismo, sus trucos, sus trampas, sus chantajes emocionales, sus cartas, sus amenazas, su polarización, sus proyecciones, su fango) carece de fibra moral para expulsarlo de su vida pública (por el procedimiento reglamentario, naturalmente). Este domingo 9-J se volverá a ver con las elecciones al Parlamento europeo, en las que se augura más o menos un empate. España sigue siendo la del «¡vivan las caenas!». La del «¡Franco, Franco, Franco!», o como dice Savater: «¡Fango, fango, fango!«.

3. Mi figura bufa favorita del momento es el sanchista antitrumpista.

4. Me escribe un amigo sobre dos colaboradores académicos de El País: «Veo que X y Z se refugian en Trump y eluden a nuestro Trump; el politólogo de izquierdas es aquello de Heidegger, ‘un ser de lejanías'».

5. El sanchismo es un trumpismo con el apoyo del Washington Post y el New York Times.

6. Ejemplos de lo que hace nuestro Washington Post o nuestro New York Times, es decir, El País. Titular del 5 de junio: «El juez entra en campaña al citar como imputada a Begoña Gómez». Subtitular: «Sánchez anima a votar y denuncia el intento de interferir en las elecciones». Titular del 6 de junio: «El PSOE confía en convertir la imputación de Gómez en una palanca electoral». Subtitular: «El PP trata de reanimar su campaña aferrado a la investigación». Mientras tanto, su directora, Pepa Bueno, mantiene fijado un tuit que dice que la función del periodismo es «fiscalizar al poder».

7. Las pulseras de ‘Free Bego’ tienen un precedente en el PSOE: aquellas chapitas ‘Yo también soy Pepe Barrionuevo’ que sacaron en los noventa, cuando el exministro del Interior entró en prisión por los GAL. Años después quise conseguir una por medio de una amiga del partido, pero habían desaparecido todas. Yo las buscaba para un happening que se nos ocurrió a los amigotes: entrar en una marisquería y pedirnos una mariscada con la chapita puesta.

8. Nada hay más sintomático del sanchismo, de lo que es el sanchismo, que proclamas como las de la candidata del PSOE para las elecciones europeas, la ministra Teresa Ribera, sobre la pérdida de derechos en España si gana la oposición. No es el Estado de derecho el que los garantiza, sino el Partido. No el Estado neutral, sino una facción ideológica. La perversión de esta idea, netamente falangista, permite llevar a cabo luego todo tipo de operaciones espúreas, dudosamente democráticas. Lo mismo vale para esa aberración de esgrimir el «¡No pasarán!» cuando no se trata de una guerra civil, sino tan solo de que la oposición pueda ganar las elecciones.

9. No sé por qué Feijóo se desgañita pidiendo elecciones, si luego no sabe hacer campañas electorales.

10. Termino de ver Shoah y empiezo a ver Holocausto. Es mi manera privada de responder al antisemitismo creciente. En el Congreso de los Diputados, unas defensoras de Hamás, invitadas por Podemos, justificaron el pogromo del 7 de octubre. Uno vive ya en un país que le da vergüenza.

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