THE OBJECTIVE
Hastío y estío

Delincuentes extranjeros o españoles, el sindiós

«Celebrar que sea un español el que ha cometido un delito, siendo tú también de este país, se entiende poco o nada»

Delincuentes extranjeros o españoles, el sindiós

La secretaria política de Podemos y eurodiputada Irene Montero. | Carlos Luján (Europa Press)

La europarlamentaria Irene Montero resume su carrera política en esparcir odio de manera sesgada e interesada, algo que ha conseguido parcialmente. Un éxito, el suyo, que se ha basado en hacer una guerra de la relación entre hombres y mujeres. Por suerte no lo ha logrado, pero mucha gente se ha quedado alienada y frustrada para el resto de sus vidas. Salir de una secta no es fácil, y menos aún curarse de los traumas que deja. 

Como saben, el domingo pasado un niño fue asesinado en el pueblo toledano de Mocejón. Pues a la Montero, al igual que a todos los ministros del gobierno, no le pareció un tema importante del que hablar en sus redes sociales. Con el cuerpo aún caliente del niño de Mocejón, Irene Montero decidió utilizar su prosa para escribir un tweet en defensa del hijo de su compañero de partido, Serigne Mbaye. «No es legal. Es racismo. Gracias por no guardar silencio».

El mensaje se lo mandaba a esta persona con la que comparte organización. Un senegalés que se hizo famoso por pasar de ser mantero a entrar en Podemos. El señor Mbaye se queja de que a su hijo, a la salida de ese gran almacén llamado Primark, el personal de seguridad le pidió el ticket de compra. El padre da por cierto algo que no sabe, y es que dice que eso no se suele hacer una vez pasado los sensores antirrobos. Lo que no sabe este señor —o no le interesa saber—, es que estos aparatos a veces fallan, y si hay sospechas de que alguien se ha llevado algo sin pagar, se le puede pedir que enseñe sus pertenencias a la salida del local. 

Pero lo importante aquí es la reacción de Irene Montero, muy molesta con lo sucedido en el Primark. Lo de Mocejón le debió parecer algo superficial, irrisorio, al lado de poder justificar tus políticas victimizadas. El hijo de Serigne pasaría un mal rato, no digo yo que no, pero el niño de Mocejón pasó uno tan malo que acabó con su vida. ¿Qué diferencia la actuación ante ambas noticias de la que por suerte ya no es Ministra de Igualdad? La obviedad de que uno es español y el otro es extranjero. 

Es cierto que la extrema derecha deseaba, como siempre, que el culpable no fuera nacional. Por el contrario, la extrema izquierda necesitaba que el asesino fuera de España. De ello se puede concluir, sin temor a equivocarnos, algo muy sencillo y que casi todos saben, pero que hay que poner por escrito. A la extrema derecha no le gustan los extranjeros, y a la extrema izquierda no le interesan los españoles. 

Un ejemplo de esto fue el apuñalamiento de hace unos días al padre de Lamine Yamal. Unos rezando para que fueran extranjero y así justificar su racismo y xenofobia, y otros deseando que fueran españoles para poner en evidencia su «buenismo», donde no se juzga a nadie por su color de piel.  

A la extrema derecha no le importa ser tildada de racista, pues es lo que su electorado quiere, y además se enorgullecen de ello. Algo que es detestable. El caso de la extrema izquierda con su deseo de que sean españoles los que delincan, violen o maten, es también imposible de explicar. Algo que hace difícil entender que quieran que sus compatriotas —pues ellos, para su suerte o desgracia, también son españoles—, vayamos a votarlos. Es extraño, por no decir sórdido, que les interese que los españoles seamos los delincuentes, o que deseen que lo seamos. 

 Querer que te voten en España los españoles, valga la estúpida redundancia, esta vez necesaria, sabiendo lo que piensan de nosotros es kafkiano. Celebrar que sea un español el que ha cometido un delito, siendo tú también de este país, se entiende poco o nada. Y sólo lo justifica conseguir unos cuantos votos de los españoles más insustanciales y de los inmigrantes más dañinos para la sociedad. Por suerte, la mayoría viene a trabajar y a no crear problemas. Un ejemplo de ello son los venezolanos, pero la mayoría de las distintas nacionalidades que conviven en España, también prefieren votar a cualquier opción que no esté en los extremos.

Hacer de la crónica negra de nuestro país una competición política y casi deportiva, donde si quien comete un delito es un español gana un punto la extrema izquierda, y si quien lo comete es un extranjero, el punto lo consigue la extrema derecha, demuestra el sindiós en que se ha convertido nuestra sociedad.

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