El miedo
«La falsa izquierda, el PSOE, ha hecho de la mentira, la manipulación y el miedo elementos de control»
Suponían los ingenuos, quedan en el falso Partido Socialista, que en el Gobierno catalán iban a predominar los progresistas, y que se iba a eliminar la consejería de Política Lingüística. Es un símbolo claro del peor racismo, no del que pide la expulsión de los inmigrantes ilegales de nuestra nación, sino del racismo que pretende convertir a nuestros nacionales en seres inferiores por no expresarse en catalán. Me declaro catalanista, me chifla una puesta de sol en Barcelona, podría describirla a viva voz o en negro sobre blanco con las más bellas palabras o, incluso, abrir un comercio allí relacionado con la mencionada naturaleza, cuyo rótulo escribiría en castellano, pero me lo prohibirían. Y no soy catalán. Imaginen a los millones de catalanes que quieren escribir en castellano y catalán. Una consejería del socialismo contrario se lo niega.
Lo más grave del asunto, la noticia pésima para los progresistas, ha sido la creación de la Consejería de Empresa y Trabajo. Esto obedece al ansia independentista del falso partido socialista catalán. Sabemos que la gran patronal catalana, con tal de ganar más, es capaz de cualquier atropello. Lo que es un insulto a la base del socialismo del s. XXI, lo que resulta una ofensa a la socialdemocracia es igualar los derechos de los trabajadores y los empresarios en una institución autonómica fundamental, una consejería con nombre propio. Antes la consejería de trabajo de una autonomía, en caso de no hacerlo el Ministerio de Trabajo, lo normal, servía de mediadora entre patronal y sindicatos. Antes, y tampoco pasaba tanto, si el Ministerio de Trabajo o la consejería de trabajo no mediaba, por su inutilidad de ordinario, la patronal y los sindicatos llegaban a un acuerdo, lo que nos dejaba tan contentos.
Ahora, cuando en Cataluña tengan que discutirse los derechos de los trabajadores y los patronos, tendrá que ser por necesidad en una mesa del Gobierno, y en términos de igualdad, pues así lo dicta el nombre de la consejería, así que no pidan aumentos salariales los obreros que la gasolina está muy cara y este verano los patronos se han gastado una pasta en salir en los yates. Esto, que suena a broma, se lo podrán decir a la cara los patronos a los obreros en la mesa de la negociación, hoy con la mediación obligada de la consejería. Además, como el PSC es independiente del PSOE, la dirección del PSOE, que son los miembros del Gobierno, dirán que no pueden hacer nada.
Por su parte, Unai Sordo, el líder sindical de Comisiones Obreras, se ha limitado a explicar que habrá movilizaciones obreras en septiembre de no producirse reducción de jornada como pide Sumar, sabiendo que no será sin el voto de la derecha de PNV y JUNTS en el Parlamento nacional, voto que no se producirá. Ahora bien, CCOO tampoco exige que se cree empleo remunerado con dignidad y que el empleo que existe se pague con dignidad. Los sindicatos mayoritarios, UGT y CCOO, el último nació como tal, son hoy sindicatos verticales. Necesitamos a los sindicatos, y a los trabajadores liberados de los sindicatos, pero no necesitamos sindicatos esclavizados del Gobierno que no defienden a la clase trabajadora ni a la clase media, unos sindicatos vendidos al falso Gobierno socialista, unos sindicatos a los que es obligado tumbar desde la izquierda, la veraz.
El PSC está muy a la derecha del PP catalán. ERC aplaude al PSC. Y le aplauden los Comunes. Los Comunes se han convertido en la más rancia derecha española. Los Comunes, en su añejo caminar hacia lo peor de la segunda república, pretenden volver a darnos jarabe democrático. De lo contrario que se lo digan a la tonti rubia Yolanda Díaz, cuando declaró: «Desde el río hasta el mar». Expresaba que a los judíos de Israel había que barrerlos, significaba y significa una declaración de guerra. A los comunistas españoles, salvo honorables excepciones, siempre les ha gustado la sangre, igual que a las ratas, igual que a los racistas.
UGT fue un gran sindicato. Lo último que ha pedido su mandatario, el bocazas Pepe Álvarez, es que las CCAA del PP suban los impuestos, lo que es de justicia, por supuesto. No cuentan ni por asomo que los empresarios deben subir los sueldos y crear puestos de trabajo remunerados con dignidad, porque con los actuales sueldos no se puede respirar. Ni siquiera los pluriempleados aspiran a vivir en pisos alquilados, pues la mayoría no se pueden independizar. Pepe Álvarez y Unai Sordo lo saben; por no atreverse no se atreven a lo fundamental, plantear una necesaria y masiva movilización contra el Gobierno, realizada con tiempo y con cabeza.
El falso socialismo nos dice que no habrá concierto. Mentira. Aprobarán al final, como nos tienen acostumbrados, lo pactado, el concierto, lo singular, lo contrario a solidario. Nos dicen que la paz social ha llegado a Cataluña y que el proceso ha terminado; mentira de nuevo. Los independentistas ya no montan alboroto porque el Gobierno central estaba cumpliendo sus aspiraciones y la oposición, la del PSC hasta hace nada, le estaba siguiendo el juego. Los demás ciudadanos, los que no militan en los partidos, la mayoría, prefieren no mojarse. Y no se mojan, pues perderían los puestos de trabajo o los pluses que maneja la patronal catalana, siempre nacionalista. Eso es la paz social: el temor hacia otro, el poderoso. El proceso sigue adelante, de lo contrario tampoco existiría una consejería de relaciones exteriores.
El PP, la derecha auténtica, la original, no miente ni lo necesita. Ni siquiera el asunto de la hermana ni de la prima de Feijóo da para tanto; fueron contratadas por empresas y no montaron una cátedra cuya finalidad era enseñar a recibir subvenciones como la tal Begoña, lo que manda cojones. Además, o eso filtra la prensa, Feijóo tampoco se ha quejado a sus barones como Sánchez a sus ministros por no recibir su apoyo desde el minuto cero. Y el más que muerto y enterrado caso de la caja B del PP es una minucia comparado con caso de la corrupción de las mascarillas y otros muchos de las altas esferas del PSOE, dirección y ministros. En el caso del PP no estuvo implicada la tercera autoridad del Estado de entonces, la Presidencia del Congreso. La señora, la de ahora, tuvo la audacia de preguntarle a un parlamentario popular el número del reglamento por el que se atrevía a intervenir. Eso, de salida, no es imparcial. Eso, de salida, es una fascistada. Que los socialdemócratas tengamos que defender a los diputados del PP explica el tipo de autoritarismo soterrado en el que se mueve e intenta movernos el PSOE.
La falsa izquierda, el PSOE, ha hecho de la mentira, la manipulación y el miedo elementos de control.
Bien es cierto que tienen miedo a movilizarse contra la falsa izquierda los que trabajan porque al ser identificados en las movilizaciones podrían ser expulsados de los puestos de trabajo. Es muy fácil filtrar sus fotos y sus datos a sus jefes. Y los que no trabajan porque con sus datos y sus fotos se les negaría puestos de trabajo. No es tan sencillo, pero por ahí van los tiros.
Ese es el miedo que está inculcado el Gobierno y el PSOE en la ciudadanía, el miedo brutal dispensado de forma soterrada a través de sus medios de comunicación, sus administraciones, y sus amigos consejeros, solo algunos, del Ibex 35 y de la mediana empresa. Pero ese miedo, si seguimos con el esfuerzo de mantener la democracia, se disuelve en las mentes de cada uno y cada una cuando contemplan la penuria en la que viven. Sí, ese miedo se convierte en fortaleza. Y esa fortaleza necesita un caudal que recorra los territorios.
Necesitamos un partido socialdemócrata. Necesitamos un sindicato nuevo.