THE OBJECTIVE
La otra cara del dinero

Los superatletas de la economía nos bajan los tipos de interés

«Tras la cita de Jackson Hole, los banqueros centrales han dado la inflación por batida y se han lanzado a una carrera que algunos inversores consideren inquietante»

Los superatletas de la economía nos bajan los tipos de interés

Mario Draghi. | Europa Press

Usted no lo sabe, pero el deporte más extremo, emocionante y decisivo se disputa en un sitio llamado Jackson Hole, básicamente una finca muy, pero que muy grande (a la americana) en el estado de Wyoming, en la América profundérrima. ¿Se acuerda de Bailando con lobos? Pues algo así. Allí se reúnen todos los años los jefazos de la economía mundial para decidir qué vamos a hacer (los seres humanos, en general) con el dinero. En verano, que aquello es, al parecer, bastante fresquito. 

De hecho, este año ha coincidido con el final de un tremebundo banquete deportivo, lo que ha inspirado a los analistas de la gestora abrdn una comparación de entre Jackson Hole y los Juegos Olímpicos de París. «Ahora tocan las ‘Olimpiadas de los tipos’, donde los atletas y entrenadores-estrategas son los Bancos Centrales», aseguran en el informe «Central bank Olympics redux – faster, (lower), stronger».

La metáfora tiene sus puntos débiles. El número de países que compiten es un poco menor en el caso del atletismo financiero. Aunque se rellena con economistas varios, al final los que pintan son los jefes de los bancos centrales de EEUU (la Reserva Federal), la Unión Europea y, un poco, Japón.   

Tampoco hay mucha rotación en las sedes. Más bien ninguna. Todos los años se disputa en Jackson Hole, literalmente el agujero de Jackson: el sitio, muy pintoresco, está encajonado entre las montañas, y el primero en fotografiarla, allá por el siglo XIX, fue un tal William Henry Jackson, de oficio explorador.  

Dice la Wikipedia que esas fotografías fueron decisivas para convencer al Congreso de que había que proteger un sitio tan bonito. En 1920 se creó al efecto el Parque Nacional Grand Teton. En 1950 se le añadieron 30.000 acres comprados y donados por un tal John D. Rockefeller Jr. 

A los tipos con mucho interés en el dinero les gusta Wyoming. Jackson Hole se eligió como sede de los Juegos Olímpicos de la Economía en 1982 (abrdn dixit) teniendo en cuenta un factor de sofisticada trigonometría financiera: el entonces presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, era un fanático de la pesca con mosca. Jackson Hole es el paraíso de las truchas.

Lo cuenta con inquietante gracia Mateo Zeitlin en The Daily Beast: el año anterior convocaron en Vail, un sitio bastante pijo de Colorado, con pistas de esquí y de todo. Pero al tal Volcker le venía mal. Los organizadores, se ve, realizaron un profundo análisis del perfil econométrico del tipo (de mucho interés para ellos), dieron con la clave y, desde entonces, el destino de la economía mundial se decide en Jackson Hole. Bueno, más o menos. 

Según los analistas metafóricos de abrdn, la reunión de este año de los pescadores de dinero (nada que ver con lo de las sandalias) dio el pistoletazo de salida a «la carrera de la bajada de tipos de los bancos centrales». Por aquí ya explicamos la semana pasada los primeros metros del tramo que nos interesa: el BCE decidió bajar 25 puntos básicos.

Eso significa que su hipoteca le saldrá bastante más barata. Aunque si es un pequeño (y conservador y/o sin contactos en según que esferas) inversor que solo quiere vencer a la inflación, verá como los bancos bajan los (ya bastante ridículos, con especial poca vergüenza en el caso de España) intereses que pagan por los depósitos a plazo fijo. Una carrera de relevos, o sea, por seguir con la metáfora. El testigo sería… ¿Nuestro dinero? 

Cualquiera diría que los atletas de los Juegos Olímpicos de la Economía somos nosotros, los curritos de la llamada «economía real”. En Jackson Hole, más que correr, salta y lanzar parecen dedicarse a fijar (y dar esplendor, cual RAE) la gramática de nuestro esfuerzo diario. No nos van a dar ninguna medalla, me temo. Y la trucha está carísima, aunque siempre podemos poner una piña en el carrito del Mercadona para pescar algo en la economía surreal. 

Se pregunta The Economist en el titular de su crónica sobre Jackson Hole por qué no ha hecho falta una recesión para que cayera la inflación. Recuerda que, «en su retiro anual en Jackson Hole, los banqueros centrales celebraron la caída de la inflación», pero se pregunta a continuación: «¿Merecen el mérito?»

Argumenta que, en lo que llaman «el mundo rico», los aumentos anuales de precios en el país medio «han bajado de un pico de alrededor del 10% a principios de 2022 a menos del 3% en la actualidad. Sorprendentemente, esto se ha logrado sin recesiones profundas». Su conclusión: «Los altos tipos de interés, no el paso del tiempo, han restablecido la estabilidad de precios».

Los genios de Jackson Hole han decidido que es el momento de bajar los precios. Pero los analistas ya no tiene nada demasiado claro. En abrdn matizan así su metáfora olímpica: «Pensamos que no ha hecho más que empezar, y habrá que ver qué tipo de carrera será, y si las bajadas serán de velocidad, media distancia, fondo, vallas, obstáculos, relevos, o de Iron Man».

Por ejemplo, creen que «es hora de que Estados Unidos se una a la carrera de recortes. Esperamos que la FED recorte los tipos a partir de septiembre. Lo complicado es prever la velocidad y la distancia». 

No se confirma el rumor de que los superatletas de Jackson Hole bailen la versión del himno olímpico elaborada en su momento por la Bruja Avería: «¡Por Orticón, Saticón y Vidicón! ¡Nadie sabe como detener la inflación! ¿Quizás con una oración?, ¿quizás con un gran cañón?»

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