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Opinión

La FED vota a favor de Kamala Harris

«Frente a la ‘ejecutividad’ norteamericana, la exasperante lentitud europea en la toma de toda clase de decisiones»

La FED vota a favor de Kamala Harris

La candidata a la presidencia demócrata, Kamala Harris.

La Reserva Federal norteamericana ha bajado los tipos de interés medio punto, una cifra inusual para una sola tacada, aunque no inédita. Los comentarios son para todos los gustos. Hay quienes aseguran que es una bajada expiatoria, porque acumula la que se debió de hacer antes del verano y la que correspondía a la reunión de septiembre. Hay quienes interpretan que la economía norteamericana padecía una sicosis de recesión, que la FED quiere conjurar.

Un servidor, con toda modestia, aventura que la FED, a su manera, ha votado por Kamala Harris, la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos. Cualquiera de las dos hipótesis mayoritarias, la del barrunto de recesión o la de que se trata de una corrección de su retraso en actuar, favorece electoralmente a la señora Harris.

El premio Nobel de Economía, Paul Krugman ha mantenido con insistencia que la economía de Estados Unidos va mucho mejor de lo que la opinión pública tiende a creer. Los cuatro años de campaña electoral que lleva Trump han creado un estado de opinión escéptico, si no negativo, sobre la gestión del presidente Biden, que ha sido bastante razonable, según Krugman. 

El movimiento de la FED, incluso si prevalece la idea de que es defensivo contra el atisbo de recesión, indicará a los estadounidenses que se disipa ese temor y que, con las sucesivas rebajas antes final de año, la economía avanzará sin obstáculos. La primera reacción de los mercados ha sido prudentemente favorable a la bajada más agresiva de las previstas.

Es cierto que los flujos y reflujos que realizan los mercados tras una decisión sobre política monetaria se prolongan en un tiempo de volatilidad y ajustes en la renta variable y en la rentabilidad de los bonos, pero lo que parece evidente es que no ha cundido el pánico y que los votantes norteamericanos disponen ahora de elementos de análisis más claros sobre la situación de su economía y están en condiciones de modificar algunos de los estereotipos que mantienen los republicanos y, en particular, el señor Trump. 

La Europa de la lentitud

Frente a la ejecutividad norteamericana, la exasperante lentitud europea en la toma de toda clase de decisiones. La complicada gestación de una nueva Comisión ha supuesto un interinato de varios meses en un contexto político y económico de extrema dificultad en varios países de la Unión y por muy diversas razones.  Casi las únicas noticias de vida inteligente en Bruselas han sido los informes Letta y Draghi, que deben conducir a la Unión Europea a la recuperación de una posición competitiva entre las grandes economías del mundo y, para recuperar un poco de orgullo nacional, los denodados esfuerzos de Josep Borrell en muy complicados frentes como la guerra de Gaza, la invasión de Ucrania y la crisis en Venezuela debida al pucherazo del autócrata Maduro. Si España no es ingrata y no es estúpida, contará con Borrell.

En Europa, las monsergas de la política han invadido también el territorio de la economía. No hay más que leer la etiqueta de algunas de las vicepresidencias europeas en el nuevo ejecutivo europeo para comprobar hasta donde llega lo cursi y lo pedante. ¿Cómo les suena a ustedes la vicepresidencia de «Soberanía Tecnológica, Seguridad y Democracia» que lleva implícita la Comisaría de Tecnologías y Fronteras Digitales, o la de «Transición Limpia, Justa y Competitiva» que le han endosado a la Consejería de Competencia? La retórica nos pierde.

Las inevitables componendas para formar la Comisión nos traen paradojas e incongruencias insalvables, como que el italiano Raffaele Fitto sea vicepresidente de Cohesión y Reformas. Un ultraconservador encargado de reformas es una contradicción en los términos que nos puede deparar divertimento para varios años. Tampoco es manca la incoherencia de que una intervencionista del calibre de la ministra Teresa Ribera vaya a ser vicepresidenta de Transición Limpia, Justa y Competitiva y sobre todo comisaria de la Competencia, una disciplina que es el eje económico de la Unión desde que existe. 

La señora Von der Leyen y su nuevo equipo, pese a que los indicios no son muy alentadores, merecen un margen de confianza, pero nos lo pone difícil a los optimistas.

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