Compendios de urbanidad y cortesía
«¿La elegancia y la urbanidad para con los otros, no han de implicar algo moral, nunca confundible con moralina? El respeto al de al lado es una notable razón moral»
Siendo yo niño de escuela, es decir antes del Bachillerato, y desde luego hace unos cuantos largos años, los párvulos teníamos una asignatura y un librito con tapas de cartón, titulados «Cartilla de urbanidad». No puedo recordar quién era el autor y es muy posible que su nombre no figurara en el tomo. He hallado algo muy parecido sino igual en librerías de viejo, sin nombre de autor, fechado en 1927 y titulado «Cartilla moderna de urbanidad». Sin duda importaba enseñar buen comportamiento, buenos modales, digamos cómo saludar (a señoras o caballeros), cómo despedirse, cómo pedir un favor o cómo dar las gracias. Todo tenía su rito y lo aprendíamos, aunque probablemente no se usara ya con rigor. Parece que importaban más aspectos inmediatos como -recuerdo- no comer jamás con la boca abierta masticando, y menos hablar si se estaba comiendo y, desde luego -debía ser algo muy del momento, que los maestros afeaban- no comer chicle y peor aún no hacer ostentación de que se mascaba con ruiditos o monadas como los rosados globitos que estallaban. Creo que esto sigue siendo muy útil, aunque no tanto comprender las abreviaturas educadas con las que se cerraba una carta, verbigracia «b. l. m.» lo que significa «beso la mano». Las buenas maneras han importado siempre, aunque su efecto práctico haya decaído muy mucho. Un libro las define así: «Las normas de urbanidad son un conjunto de reglas para tener una buena actitud social, pautas que nos ayudan en la convivencia social, comportamientos que regulan o establecen la correcta manifestación del hombre y de su vida en relación con los demás.» Que todo esto casi nos suene arcaico (aunque muchos gestos pueden y han variado) es lamentable. Repaso algunos libros famosos o muy famosos que, desde luego partiendo de la vida en las cortes, es decir de lo selecto, han buscado formas varias de urbanidad.
Es lógico comenzar por Il Cortigiano (1528) del gran prosista y diplomático Baltasar Castiglione (1478-1529) que sentó las bases elegantes, la etiqueta y el buen hablar de las cortes renacentistas. Es muy necesario recordar que «El Cortesano» estaba ya traducido al español, en la hermosa versión de Juan Boscán, amigo del poeta Garcilaso, en 1534. Debe venir después otro libro, asimismo italiano y obra de otro notable escritor humanista, Il Galateo, overo de’ costumi (1558) de Giovanni della Casa (1503-1556). Aunque la edición sea póstuma, el libro circuló antes por las cortes italianas y llegó a España: «Galateo o sobre las costumbres», aunque ese «costumi» podría valer en este caso por «etiqueta». Estamos ante el noble arte de comportarse con elegancia, las buenas maneras. Debemos continuar por otro texto italiano de un autor menos conocido, que estuvo al servicio de la familia Gonzaga, «La civil conversazione» (conversación civilizada, es un diálogo entre dos caballeros) obra de Stefano Guazzo (1530-1593), libro publicado en 1574. En España surge otro «El Cortesano. Libro de motes de damas y caballeros», obra sobre la cortesanía del valenciano Luis de Milán, editado en 1561. La obra se inspira en los refinamientos y maneras de vivir bien en el palacio del duque de Calabria. A este muy notable libro (dentro de un territorio de puro clasicismo) sigue en nuestra patria «Arte de galantería» de don Francisco de Portugal, editado en Lisboa en 1682. Se dice libro «ofrecido a las damas de palacio».
No soy exhaustivo, pero de lo dicho se llega a un libro poco conocido del gramático Mariano de Rementería y Fica (1786-1837), llamado «El hombre fino o manual completo de urbanidad, cortesía y buen gusto». Se publicó en 1837, pero procede de una serie de artículos que el autor publicó en la prensa de Madrid en 1828. Con todo el gran libro de urbanidad y buenos modos en nuestra lengua (aunque posterior a «El hombre fino») será el plurieditado Manual de urbanidad y buenas maneras -Caracas, 1860- del músico y diplomático venezolano Manuel Antonio Carreño (1812-1874) que falleció en París. Este «Manual de urbanidad y buenas maneras» ha llegado a nuestros días, con correcciones o añadidos. Así en una moderna edición se dice, «Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos, precedido de un breve tratado sobre los deberes morales del hombre», siempre bajo la firma de Carreño, aunque ya él no estuviera. ¿La elegancia y la urbanidad para con los otros, no han de implicar algo moral, nunca confundible con moralina? El respeto al de al lado es una notable razón moral. Y puedo terminar con otro libro relativamente reciente (sobre 1930) «Reglas de urbanidad y buenas maneras» de Enrique Solana (1863-1931), como curiosidad abuelo del ministro socialista Javier Solana. Lo cortesano es ya burgués o popular. Pero son los italianos los que siguen subrayando el tema, con implicaciones de buen estilo e incluso de elegancia vestimentaria, así el tomo «Il Galateo. Manuale della Buona Educazione e del Bon Ton per il nuovo millenio» (2020) Este manual del «buen tono», en francés en el original, es obra de Giulio Tassoni. Pero hay otro italiano, señor de mediana edad, que firma con pseudónimo inglés, Douglas Mortimer. Autor de otro tratado de casi pura moda: «Manuale di eleganza classica maschile». Clásica elegancia masculina. Dejo a mis lectores con estos temas, propuestas y reflexiones. No hablo desde cero, obvio.