El sexo será robótico o no será
«Le wasapeé a un amigo que mi vida es ya solo un esperar a que estén operativos los robots sexuales»
1. No soy creyente y la fe se desprendió de mí como una hoja seca sin ocasionarme ningún trauma. Soy pagano, nietzscheano, y no echo de menos la religión. Pero en El tiempo de los lirios, el gran libro de Vicente Valero en que se sigue las huellas de San Francisco de Asís por la Umbría italiana, pendiente de su arte y su naturaleza, se acierta a plantear el asunto en otros términos: «En fin, ¿quién, si ha tenido una infancia católica, no piensa muchas veces en ella mientras pasea tranquilamente por las calles de Roma? ¿Y quién no ha acabado también preguntándose alguna vez si perder la fe significó en verdad entrar en razón y un acto de madurez, o simplemente una consecuencia más de la desidia y el aturdimiento con que inauguramos la edad adulta?».
2. Pasado el enojoso momento de la responsabilidad, saldado con 220 muertos, 50 desaparecidos, devastación y ruina, nuestros políticos (del PP y del PSOE, más sus periodistas afines, que no hacen periodismo sino política por otros medios) ya están en su salsa: acusándose mutuamente de irresponsabilidad. En esto pueden estar tranquilos, porque todos tienen razón.
3. Me lamentaba de que se hubiera pasado el tiempo de los chistes sobre Errejón (¡duró tan poco!), cuando Mercutio dijo algo genial: «Errejón hasta está fuera de los chistes. Errejón ya está con los enanos, los gangosos y los de Lepe».
4. Pablo Iglesias tras la victoria de Trump: «Toca radicalizarse». ¿Cómo piensa hacerlo? ¿Quemando su chalet?
5. Catalanes que se tragaron todo el procés sin chistar hablan ahora de la amenaza nazi que se cierne sobre Estados Unidos. El ser humano es básicamente una parodia. Y el ser humano catalán no digamos.
6. Nuestros trumpistas, que no sé de dónde sacan la visión tan alta que tienen de sí mismos, se ríen de la histeria de los antitrumpistas perdedores. Se olvidan de la histeria de cuando los perdedores fueron ellos, con aquel risible bisonte.
7. Lo de nuestro liberalismo rendido a Mr. Aranceles es de no creer. Falta de honestidad intelectual (¡político-intelectual!) por todos los flancos.
8. La editorial Shackleton publica el libro que Antonio Diéguez, catedrático de Filosofía de la Ciencia por la Universidad de Málaga, escribió durante una estancia en Oxford: Pensar la tecnología. Una guía para comprender filosóficamente el desarrollo tecnológico actual. Es su segundo libro este año; del primero, La ciencia en cuestión, escribí aquí. En Pensar la tecnología el lector no echará en falta ninguno de los grandes (y a veces graves) asuntos tecnológicos de hoy, de la inteligencia artificial a la biotecnología, pasando por las implicaciones de la tecnología para la democracia o el cambio climático; en todos combinando los análisis y las reflexiones con los ejemplos. Por estos últimos, la lectura resulta muy plástica. Resalto el equilibrio del libro, que no es ni apocalíptico ni tecnoutópico, sino crítico con ambos extremos y desarrollado con un pensamiento propio, de carácter abierto, bien fundado en las investigaciones científicas y en los datos empíricos. Se trata de una obra ejemplarmente antidogmática. Hay dos sintagmas de la introducción que dan las claves de su tono. En uno dice Diéguez que se propone «decir algo bien medido». En otro, que su objetivo es «arrojar algo de luz». La apariencia modesta de ambos sintagmas no puede ocultar una noble ambición, para mí plenamente cumplida.
9. En la presentación de Pensar la tecnología en Málaga le pregunté a Diéguez por los robots sexuales. Luego le wasapeé a otro amigo que mi vida es ya solo un esperar a que estén operativos los robots sexuales. Tuvimos este dialoguillo a partir de su respuesta: «Necesitamos satisfayers con perspectiva machista». «Somos Dantes que ya solo esperan su Beatriz satisfayer». «El dolce stil nuovo del sexo». «El romanticismo nos ha conducido a la robótica». «El sexo será robótico o no será».