No mienta, usted también se ha reído de lo gordo que está Bustamante
«Detrás de un cambio físico hay cosas que desconocemos: desde un problema de salud a cuestiones emocionales»
‘No me gusta criticar, pero…’. ¡Qué mítica frase de nuestro acervo popular! Quien más o quien menos ha estado en esa tesitura: ponerse a presumir de estar por encima de los prejuicios y no poder escapar a la tentación de caer de lleno en ellos. Está en nuestra naturaleza: en cuanto vemos algo que escapa a lo que nuestra mentalidad ha concebido como «normal», nos lanzamos como fieras a destrozarlo. Es un entretenimiento gregario. Y no nos escudemos en el humor, por mucho que solo sean chistes, podemos hacer mucho daño.
Como es una cuestión recurrente, cada semana le toca a alguien convertirse en blanco de una campaña de acoso y derribo: ahora le ha tocado a David Bustamante, que apareció en un concierto mostrando un evidente aumento de peso. Es curioso que la gente saltara corriendo a las redes a decírselo, como si el cantante no fuera consciente de su situación. A partir de ahí, el chorreo y el choteo: que si David se ha comido a Bustamante, que si hay que pagar doble entrada para verle actuar, que si le había sustituido Antonio Orozco en el escenario… Hay quienes, cómo no, también le defienden con ironía o trazo grueso, como Toño, un tuitero: «Ojalá un vídeo de Bustamante contestando ‘gordo tengo el nabo’ y mandándoos a todos a tomar por culo».
El cantante ya se olía la tostada, porque al salir a cantar en Ponferrada, se dirigió al público: «¿Movemos las caderitas? Así bajamos entre todos la hamburguesa, que estaba buenísima. Pero, ¿me estáis grabando ahora mismo que he dicho que me comido una hamburguesa? A mi nutricionista, ni contárselo, que he empezado esta semana».
Detrás de un cambio físico así hay muchas cosas que desconocemos: desde un problema de salud a cuestiones emocionales. En el caso de Bustamante, porque ha dejado de fumar. Pero hace tiempo que dejamos de ver a los demás como personas: son temas de discusión, con su hashtag, imágenes que brillan en una pantalla y a las que no imaginamos en sus batallas diarias, con sus dudas, sus miedos, sus conflictos. Te veo, no me gustas, te pongo a parir. Chimpún,
Eso por un lado, luego viene otro tema relacionado con mi negociado, y me surge una duda deontológica: ¿es noticia que Bustamante haya engordado? ¿Y cómo se da esa «noticia»? ¿Con qué adjetivo? ¿Espectacular? ¿Sorprendente? En estos tiempos en los que, para unas cosas, nos la cogemos con papel de fumar, abordar un tema que afecta al bodyshaming es delicado, porque al final lo que se pretende es poner el foco en algo que no deja de ser transitorio y coyuntural. El propio Bustamante lo ha vivido en sus carnes, pasando de gordo a cachas en distintas etapas de su vida. Y de su experiencia sacó una conclusión: «A la gente no hace falta decirle si está gorda, si está demasiado flaca. Cada uno tiene sus historias, cada uno tiene espejos en casa. No le digáis que ha engordado, preguntadle ‘¿Qué tal estás?’…»
Pero nos gusta criticar, qué le vamos a hacer. Miren todo el revuelo a costa de la nariz de Lucas, cuyo tabique nasal ha dado pie a mil teorías médicas concebidas por los expertos en todo que habitan X, otrora Twitter, que se atrevían con las complicaciones derivadas de una rinoplastia. El cantante, la otra mitad de Lucas, no daba crédito a las horas de televisión con debates sobre su cara: «He sido feo, soy feo y seré feo. No tengo nada en la nariz». No se puede ser más contundente. Y más honesto.
Yo mismo he caído en esa trampa, lo reconozco, pues en una de estas columnas le dedicamos una ración de mala leche a la papada de Carmen Borrego. En mi defensa diré que no critiqué ese segundo cuello que se había convertido en icono, solo me cachondeaba de todo el circo que acompañaba a las cirugías con las que se iba asegurando las apariciones en plató. Hacer de tu paso por quirófano un negocio es un emprendimiento que escapaba a mi imaginación, no les voy a mentir. Pero, en estos casos, al exponer el resultado de las operaciones ante la audiencia, ya no puedes escapar a la valoración que el espectador pueda hacer: que te han dejado hecha un cuadro, te lo van a decir. Te jodes.