Óscar López: el púgil de Sánchez
«Nieto de guardia civil, amante de la historia y del Real Madrid, tiene raíces segovianas aunque vive en la capital»
Óscar López (51 años, Madrid) ha estado siempre en segunda línea pese a llevar casi tres décadas en la política. Ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública desde septiembre tras tres años de jefe de gabinete de Pedro Sánchez, baja ahora al cuadrilátero con la intención de sacar a tortazo limpio de la Comunidad de Madrid, políticamente hablando, a su actual presidenta, Isabel Díaz Ayuso en las autonómicas de 2027. Ella aguarda tranquila en el otro ángulo del ring mientras refresca su frente con la esponja, siempre solícito, su mano derecha y gran muñidor, Miguel Ángel Rodríguez, más conocido por el acrónimo MAR. El combate para ella no es con López, sino con Sánchez.
López anunció el jueves su deseo de presentarse a la secretaría de los socialistas madrileños tras la dimisión de Juan Lobato, crítico con el feo asunto del intercambio de correos entre el abogado del novio de Ayuso, presuntamente culpable de dos delitos fiscales, y la Hacienda Pública. En la trama están implicados el fiscal general de Estado, Álvaro García Ortiz, actualmente investigado por el Tribunal Supremo, la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, la asistente de López y MAR, así como un grupo de periodistas.
Sin duda, el ministro López ha querido desde el primer instante marcar el terreno donde quiere librar la lucha con Ayuso: el combate a palos e insultos dialécticos. En la rueda de prensa donde presentó su candidatura la definió como paradigma del «trumpismo español» y «epicentro de la corrupción, del bulo y la mentira». Huye de la sutileza el aspirante a líder del PSOE madrileño -la elección se oficializará en enero al no haber otros candidatos- puesto que para él la corrupción sólo procede del bando de los populares y no de su partido, pese a que problemas judiciales abundan empezando por el ex ministro y ex número tres del PSOE, José Luis Ábalos, la esposa de Sánchez, Begoña Gómez, y todas las derivadas del empresario corrupto y cantarín Víctor de Aldama.
López forma parte de ese trío de amigos -Sánchez, Antonio Hernando y él- que inició carrera de la mano de Pepiño Blanco, el que fue secretario de Organización del partido y luego ministro de Fomento durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Él y Sánchez se conocieron en Bruselas cuando trabajaban en el Europarlamento como asistentes en el Grupo Socialista. Es a su regreso a España cuando se suma a la pandilla Hernando, actualmente secretario de Estado de Telecomunicaciones y que ha trabajado con López en Moncloa ambos como asesores de Sánchez.
Los «chicos de Pepiño» eran conocidos los tres cuando empezaron a echar los dientes en Ferraz, la sede madrileña del PSOE. Ya allí mostraron su ambición, especialmente Sánchez. Los otros fueron dos disciplinados y obedientes amigos del primero, aunque tuvieron también sus choques con el hoy presidente de Gobierno. López se desmarcó de su amigo al igual que Hernando cuando el partido lo destituyó en octubre de 2016 al oponerse a la abstención lo cual posibilitó que Mariano Rajoy siguiera en Moncloa.
López, licenciado en Políticas por la Complutense madrileña y un curso de posgrado en la universidad de Newcastle, tiene algunos rasgos parecidos con su amigo Sánchez además de su desmedida ambición. No se le conoce ideología definida. Si hay que traicionar lo hace y si hay que bajar a la calle para enfangarse también a costa de la palabra gruesa. Él piensa que son los enemigos quienes propalan la mentira. Así fue cuando como secretario de Organización durante el liderazgo de Alfredo Pérez Rubalcaba contribuyó a poner en marcha una moción de censura contra el alcalde popular de Ponferrada, sirviéndose de los votos de quien fue primer edil de la localidad leonesa, Ismael Álvarez, por entonces líder de otra formación, condenado por acoso sexual en el famoso caso Nevenka. Al final, la iniciativa no prosperó porque Rubalcaba la bloqueó.
Nieto de guardia civil, Óscar López, gran amante de los libros de historia y forofo del Real Madrid, ha vivido prácticamente toda su vida en la capital del país aunque su familia tiene raíces segovianas. De hecho, ha llegado a ser líder socialista de Castilla y León. De esa experiencia no tiene buen recuerdo. Aspiró a ser presidente, pero fue ampliamente derrotado por Juan Vicente Herrera, el líder del PP, en el peor resultado electoral que se le recuerda al PSOE en esa región.
Es justo destacar su amplio recorrido durante tres décadas. Hoy continúa siendo un político joven. Además de haber sido líder del PSOE de Castilla y León y secretario de Organización del partido en la etapa de Rubalcaba, también ocupó escaño en las Cortes regionales castellanas al igual que diputado en el Congreso -en la actualidad sigue siéndolo- así como senador.
Tal vez la traición le une a Sánchez, aunque éste se mostró generoso con él cuando volvió a ocupar la secretaría general del PSOE en 2017 al derrotar a Susana Díaz y a Patxi López. Óscar no sólo apoyó al hoy portavoz del Grupo Parlamentario, sino que dirigió su campaña y públicamente lo defendió como el candidato mejor preparado. Su amigo Sánchez, condescendiente, se lo perdonó y hasta le premió con la dirección de Paradores de España, con un buen sueldo y no mucho trabajo. Y harto del zascandileo y afán protagónico de su gurú Iván Redondo, lo llamó a Moncloa en julio de 2021 y lo nombró principal asesor.
A López se le incluye como uno de los miembros del núcleo duro del jefe del Ejecutivo, junto a María Jesús Montero, Félix Bolaños, Óscar Puente y Santos Roldán, Hasta su destitución en la segunda remodelación de gobierno figuraba en primer lugar José Luis Ábalos, quien el próximo jueves debe comparecer ante el juez instructor del Supremo en calidad de investigado por delitos de corrupción en el llamado caso Koldo.
Quienes lo conocen reconocen que no tiene carisma a pesar de que en la sombra lo señalan como el gran promotor de la estrategia frentista cocinada en Moncloa contra el PP y en especial contra Isabel Díaz Ayuso, de 46 años y cinco años al frente de la Comunidad de Madrid y tres victorias electorales, las dos últimas por mayoría absoluta.
No parece importarles haber perdido las buenas maneras que se le presume a un político. A ella tampoco. Moncloa la llama corrupta y ella tilda a Sánchez de «jeta». El aspirante a liderar al PSOE madrileño no ha esperado mucho para proseguir con la batería de insultos que lanza su jefe. Ayuso parece encantada. Sabe que el caso de su pareja es en principio un activo a su favor. El madrileño en general lo considera como un ataque directo contra ella, amén de una violación del derecho a la privacidad de un ciudadano sin más proyección pública que ser la pareja de una política profesional.
López va a tener la dificultad añadida de no ser miembro del Parlamento regional y por tanto no podrá debatir directamente con la líder madrileña en esa sede. No tiene intención de dejar el acta de diputado en el Congreso ni tampoco el ministerio. Es verdad que el departamento le servirá como caja de resonancia contra Ayuso.
Puro cambio: ése fue el eslogan que López escogió durante su frustrante campaña para la presidencia de Castilla y León en 2011. Tendrá que arremangarse de aquí a 2027, año de las autonómicas, si aspira a revertir la situación de Madrid, donde su partido perdió la dirección regional hace tres décadas. El último socialista en ocupar la presidencia fue Joaquín Almunia, a quien el PSOE ha expulsado por votar precisamente por Ayuso. Ésta tiene gran respaldo en la población más acomodada e incluso goza de cierta popularidad en los barrios más modestos donde su discurso en asuntos como la cesta de la compra llega más que la reforma fiscal o las reivindicaciones independentistas catalanas.