La ministra de Hacienda imparte un máster de tahurería
Cuando Pedro Sánchez afirmó «nosotros tenemos el BOE», indicaba a la señora Montero que se hace lo que él quiere
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, durante un pleno en el Congreso de los Diputados. | Fernando Sánchez (Europa Press)
Esta semana las Cámaras legislativas han echado el cerrojo por vacaciones. Hasta el calendario está aliado con las patrañas y marrullerías del Gobierno y adláteres. El eco de su nueva derrota del jueves en la votación sobre el gravamen temporal a las empresas energéticas durará apenas este fin de semana.
La ministra de Hacienda ya tiene el truco para que el rechazo parlamentario quede invalidado. El Gobierno, en el postrero encuentro del año, el próximo lunes, aprobará un decreto que prorrogará la vigencia del gravamen temporal a las energéticas y se irá ufano de vacaciones. La trampa democrática se habrá consumado porque las enmiendas aprobadas en el Congreso no serán publicadas en el Boletín Oficial del Estado hasta que el señor Sánchez firme su decreto y lo publique el mismo lunes, con lo cual entrará en vigor de inmediato.
Con esta fórmula, el Gobierno tiene 30 días para volver a negociar con Junts y PNV, para tratar de convencerles de que reviertan el sentido de sus votos del jueves y favorezcan la convalidación del decreto. Estos partidos, expertos en poner la mano ante un Ejecutivo débil y desnortado, pedirán para sí recursos muy por encima de los que el Gobierno pretende recaudar con el gravamen eléctrico, además de ganar espacios exclusivos para sus ambiciones nacionalistas.
Es cierto que algún partido puede impugnar el nuevo decretazo ante el Tribunal Constitucional y que éste vuelva a determinar que las materias fiscales deben requerir una ley sustantiva. Hay que recordar que el TC dio por buena la tramitación excepcional de los gravámenes temporales a eléctricas y bancos en la coyuntura difícil de la epidemia de Covid y en atención a la urgencia y dificultades de aquel momento.
¿Y tantas maniobras de tahúres, para qué? En realidad, el Ejecutivo lo que busca con esta jugada de póker del mentiroso es, simplemente, quedar bien con los grupos de inquebrantable adhesión, es decir, ERC, EH Bildu, BNG, etcétera. Lo ha dicho la señora Montero, en ausencia de su jefe. Aprobarán por decreto la prórroga del gravamen para que aquellos con los que se habían comprometido no duden de su palabra.
Esta afirmación de lealtad a los pactos tiene como objetivo el apoyo de estos grupos, algún día, a los presupuestos generales del Estado correspondientes a 2025, en el caso de que el Gobierno los presente y consiga que inicien su tramitación parlamentaria. La duda creo que es legítima.
De momento, se va a iniciar el año con la prórroga presupuestaria de los PGE de 2023, que es la última Ley de presupuestos regularmente aprobada. Las bravatas a dúo de Sánchez y Montero de que habría nuevos presupuestos en tiempo y forma no se han cumplido.
En esta ocasión, si hay algún intento de tramitarlos no será, desde luego, en atención a la opinión pública española, sino por el apremio de la Unión Europea, puesto que, ya en varias ocasiones, ha exigido conocer los presupuestos para validar los planes de control de déficit y deuda que envío hace meses el Gobierno a Bruselas y que se han quedado en el aire.
Basta con mirar hacia el vecino de arriba para comprobar que los errores políticos continuados y contumaces acaban por afectar severamente a la economía. El mal ejemplo francés no puede servir de guía. Mejor seguir el ejemplo alemán, con unas elecciones ya anunciadas en febrero, que tratar de continuar boqueando como pez fuera del agua.
«Algunos convierten el error en una obligación: como se equivocaron al comienzo, creen que por constancia hay que continuar. En su fuero interno ven el error, pero en su exterior lo excusan. Por eso su imprudencia inicial se convierte a los ojos de todos en necedad» (Baltasar Gracián).
¿Se puede decir mejor?
