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Opinión

La hipermetropía de Esther Palomera

«Parece que la periodista prefiere mirar casas ajenas, mientras la propia se va llenando de desperdicios»

La hipermetropía de Esther Palomera

La periodista Esther Palomera.

Uno no entiende por qué hay periodistas a los que no les gusta que se informe sobre lo que pasa en nuestra casa común. Entendiendo España como ese lugar confortable en el que vivimos por elección propia y porque nacimos en ella. En el que estamos a gusto porque representa nuestra historia, costumbres y tradiciones. Simboliza nuestra forma de ver la vida y hay que cuidarla cómo se merece. Porque nuestros antepasados la cuidaron lo mejor que pudieron y ahora nosotros debemos seguir su ejemplo. No permitir su deterioro hasta el punto de que haya un riesgo grave de que se nos caiga encima.

Es cosa de todos tener la casa más acogedora posible. Que podamos costearnos su calefacción y aire acondicionado cuando las condiciones climatológicas sean las más adversas. Poseer una vajilla decente, ropa de cama, toallas, mesas y estanterías. Un frigorífico que al abrirlo tenga algo más que un limón pocho y un par de yogures caducados. Una casa que dé ganas de enseñarla y que sea el orgullo del esfuerzo que has puesto en ella. Y para ello es fundamental que esté limpia y ordenada. Tener los productos necesarios de limpieza para que así sea y un civismo que siempre empieza por uno mismo y sus circunstancias. Respetarte a ti y a lo que te rodea de la forma más cercana, para mirar hacia fuera de la manera más cristalina posible.

Es la mejor manera de no comparar con las casas de los demás, estén estas en mejores o peores condiciones que la nuestra. Aprender de los que hacen mejor las cosas y empatizar con los que lo hacen peor, pues puede haber muchos factores para que así sea, y no necesariamente negativos. Pero saber que todo empieza con tratar de hacer las cosas lo mejor posible de puertas para dentro. Si tienes una casa donde está todo manga por hombro, y donde el caos impera, puede que llegue un momento en que no encuentres la manera de salir de ella, pues la puerta haya decidido esconderse entre tanta inmundicia. 

Esther Palomera parece que es una de esas periodistas que prefiere mirar las casas ajenas, mientras la propia se va llenando de todo tipo de desperdicios. De las que se deleitan con la belleza poética de otear el horizonte mientras se tapa la nariz para no oler el campo de excrementos que está pisando. Una mirada que busca alejarse de sus ojos.

Y es que nuestra protagonista estuvo esta semana como tertuliana en el programa Hora 25 de la Cadena Ser. Quiso dejar de manera manifiesta esa defensa suya de tener la casa propia llena de basura y como buena «ciudadana del mundo» preocuparse más de a donde no llegan ni sus ojos ni sus piernas. Cambiar la sala de estar, por un periodismo de «no estar». Preocuparse supuestamente por las tejas que se le han caído a la casa de una persona de Estocolmo o Marsella, mientras se desentiende de los cascotes entre los que puede vivir un valenciano o un canario. Esther Palomera en ese programa dijo textualmente: «Lo deseable sería que mañana efectivamente hablemos de Europa. De los riesgos a los que se enfrenta Europa y de las decisiones que se están tomando desde Bruselas. Porque corremos el riesgo de que acabemos hablando de Ábalos, de corrupción, y la situación a la que nos enfrentamos es realmente perturbadora». 

Lo que queda claro tras estas palabras es que a Palomera no le importa sufrir un síndrome de Diógenes de libro. No querer ver como se llena de basura corrupta el país donde vive, o sí verlo, pero que le dé igual tener que moverse entre tanta guarrería como va soltando a cada paso que da este gobierno sanchista. Una periodista que no ve bien sacar a relucir la basura, si esta pertenece a la casa «progre». Que prefiere que esta se esconda bajo las alfombras y el felpudo, y que le gusta más hablar sobre el «rearme». Perdón por utilizar la palabra prohibida. Ahora sí que se puede hablar de tanques, metralletas y bombas.

«No a la guerra», pero sólo cuando gobiernan los otros. Está claro que a Palomera no le está gustando el trabajo extraordinario que está haciendo este periódico, THE OBJECTIVE, punta de lanza a la hora de querer limpiar nuestra casa de la demasiada mugre que tiene. Ella puede seguir almacenándola, si es que así lo desea, pero siempre será más importante tenerla limpia a que esté cerca, como dijo Ana Rosa Quintana, de la de Ábalos.

Puede que esa relación de vecinos sea la culpable de querer protegerle de los medios de comunicación que esparcen fango y bulos. No como ella que aseguró hace ya unos cuantos años en un programa de Cuatro, que el partido socialista jamás pactaría con Podemos y los partidos nacionalistas para hacerse con el gobierno de nuestro país. No me extraña que prefiera mirar hacia fuera de nuestras fronteras, porque cuando lo hace hacia dentro le ciega tanta cercanía. Una hipermetropía curiosa y particular, la suya.  

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