Aitana, de niña a mujer
«Sufre, pero lucha contra los elementos. Los gigantes están dentro de ella, pero su mirada y su realidad son quijotescas»

Cartel de Aitana para sus próximos conciertos en el Metropolitano. | Redes
Aitana entró en la edición de Operación Triunfo de 2017 con solo 18 años. Una chavala catalana que apenas cumplida la mayoría de edad, pasó de niña a mujer a la misma velocidad que la luz. Era la primera vez que los focos la apuntaban. Al principio parecía que lo hacían de manera tenue, pero con el tiempo decidieron hacerlo de manera cegadora. Una mirada marina y tendiente a la melancolía. De fuerte marejada y tristeza interior.
Un servidor tenía algo más de tiempo estos días de Semana Santa y decidí ver el documental de la cantante Aitana titulado Metamorfosis. Siempre he sentido curiosidad por saber cómo surge el éxito y la fama en las personas que lo disfrutan y lo sufren. Qué es lo que ocurrió para que el azar mirase hacia ella y no unos metros más hacia su derecha o izquierda. Aitana, con su apariencia de niña bien. De no haber roto nunca un plato y poner la mesa todos los días. Un aspecto cándido y pacífico que presagiaba una guerra interna. Una niña mona con ganas de colgarse de las ramas que ella quisiera.
Aitana quedó segunda en su edición de Operación Triunfo. De aquella manera se garantizó ser la artista de su edición que más éxito iba a tener fuera de esa academia. Ya había ocurrido con David Bisbal o Manuel Carrasco. Y ya se sabe que no hay dos sin tres. Además, ella era la primera mujer y la que a la postre más éxito comercial ha tenido. Con 18 años la fama es algo que te pasa por encima. Que te aplasta y te obliga a ponerte fuerte para poder soportarla. Sentir que tú eres la misma de siempre, pero que todo ha cambiado a tu alrededor. Parece que todo perteneciera a un sueño lúcido demasiado material. Todo parece igual, pero mucho más moldeable, pero no siempre es Aitana la que le da la forma.
Aitana, mujer joven, atractiva y exitosa en su profesión, intenta llevar la vida más normal posible, pero se da cuenta de que eso no va a poder ser. Tiene un novio, también cantante y famoso a nivel mundial, Sebastián Yatra. Una persona algo extraña. Sus muestras de amor parecen robóticas y forzadas. Como si le diera pereza todo lo relacionado con el mundo demasiado táctil. Puede que eso explique su querencia por lo que tiene que ver con la astrología. Eso demostraría su apariencia de estar siempre en las nubes, o por encima de ellas, en cada imagen que sale en el documental. Introduce a Aitana en estas tonterías que le obligan a saber hasta a qué hora exacta nació para obligarla a hacer un viaje a un lugar del mundo dependiendo de ese horario, y que si no realiza ese trayecto su salud se verá afectada.
Esto es importante para entender a Aitana. Desde niña es hipocondriaca. Piensa continuamente que le va a pasar algo y que se morirá joven. Una James Dean a la que le gusta conducir, pero que prefiere que la lleven. Una Amy Winehouse con la que cada vez compite más en igualdad de condiciones en su número de tatuajes. Un sentimiento de soledad tan grande que solo encuentra la válvula de escape en la enfermedad.
Aitana, niña-mujer solitaria rodeada de mucha gente. Da igual donde y con quién esté. La familia o su equipo de trabajo. La soledad cuando más se siente es cuando quien te rodea no te deja en paz. Aitana, gallina de los huevos de oro. Ella lo sabe. Ser «ponedora» te quita las ganas y el tiempo para poner los huevos en cada cesta. Su padre intenta motivarla de una manera que la presiona más. Su equipo de trabajo lo hace para que saque canciones que sean un éxito mundial a la vez que debe preparar todo para sus dos conciertos en el Bernabéu. Ella se sabe y se siente sola. Puede que siempre se haya sentido así, desde niña. Marisol en morena y a todo color. La cantante favorita de su amiga Amaia.
La soledad y la incomprensión del éxito. La vida cambia a su alrededor. Deja a ese novio frío para que siga flotando por el espacio exterior y no hace ese viaje a Yakarta, la ciudad que le había dicho esa astróloga. Se va de vacaciones con sus amigas. Nadan en un mar en calma y pintan cuadros de un surrealismo demasiado real. Salen por la noche, bailan y Aitana liga con alguno que otro. Lo normal. Pero tras la calma llega la tempestad y se suspenden los conciertos del Bernabéu. Los vecinos de la zona se quejan de que los ruidos del estadio no sean por los goles de Vinicius o Mbappé. Con la eliminación en la Champions del Madrid sería un buen momento para recuperar estos conciertos y que la vida vuelva a sonar en ese estadio. Todo el trabajo realizado no sirve para nada, pero Aitana no tiene tiempo para lamentaciones. El muro se lo puso ella misma desde bien pequeña y sabe como sostenerlo o derribarlo. Escribe una de sus mejores canciones, 6 de febrero, y de la que se siente especialmente orgullosa. Habla del fin de una etapa, y que con ella llega una nueva a su vida, donde se siente más fuerte y sabe hacia dónde quiere dirigirse. De esa canción nace la idea y el concepto de su nuevo disco que se titulará Metamorfosis, como el documental. Aitana sufre, pero lucha contra los elementos. La realidad y su mente seguirán en una guerra constante. Vive la vida que imaginaba, pero su imaginación sigue sin decirle como será su destino. Los gigantes están dentro de ella, pero su mirada y su realidad siempre serán quijotescas.