Problemas de familiares regios
«El ciudadano ha de tener la seguridad de que estos regios o miembros de la realeza no cuestan un céntimo al erario»

La infanta Margarita de Borbón, en Sanxenxo para acompañar a su hermano, el rey Juan Carlos I. | EFE
Desde hace algún tiempo (no tanto) se distingue en casi todas las monarquías entre “familia real” y “familia del Rey”, que antes se mezclaba. Debemos decir, primero, que las monarquías están cambiando de estilo, de modo de estar y comportarse y que la actual monarquía española con Felipe VI -que me parece un estupendo rey- es paradigma de estos cambios. Don Felipe ha sido el primer rey de España en casarse con una plebeya –Letizia Ortiz– que además había estado antes casada. Y ha sido (tras la abdicación de Juan Carlos I en 2014) pionero en poner en práctica lo antedicho, de manera bastante radical. La Familia Real se compone exclusivamente de seis miembros: El Rey, la Reina, la princesa Leonor, su hermana, la infanta Sofía, y los anteriores reyes eméritos. ¿Y entonces la joven Victoria Federica, que anda y luce en tantos eventos? Pues es sobrina del Rey, pero no pertenece a la familia real, no tiene ninguno de esos privilegios.
Veamos algo más en la paralela (y en general más anticuada, incluso algo vetusta a estas alturas) monarquía británica. El rey Carlos III -casado dos veces con mujeres de sangre no real- tiene como heredero al hijo mayor, Guillermo, que a su vez tiene ya hijos. Y tiene un segundo hijo, un tanto díscolo y por bulerías que es Enrique, al que todos llaman Harry. Este personaje, poco ejemplar como hijo de rey y para la Corona, se ha casado, tras una vida muy placentera y libre, con una exactriz estadounidense Meghan Markle. El primer problema de Harry (hablamos desde el estilo y ser de la monarquía) es que, presuntamente, no es hijo de Carlos, sino del mayor Hewitt que daba clases de equitación a Diana de Gales -infinitamente menos ejemplar que su leyenda-, de quien seguro fue amante, aunque las fechas oficiales respecto al nacimiento de Harry, no coincidan. Es lo mismo. Las fotografías lo dicen todo: El mayor (comandante) Hewitt y el príncipe Harry son, en similar edad, dos gotas de agua. Por eso se mantiene lejos al señor Hewitt. Eso y la vida demasiado feliz y en verdad sin obligaciones serias de Harry, lo han apartado mucho de la familia real británica, con quienes -se dice- casi no se habla. Pero Harry, fama de tarambana, ha estado acertado aquí. En 2020 fijó su residencia en Montecito (California) y renunció a recibir ningún dinero de la Corona británica. Bien. Y en consecuencia, desde 2021, por voluntad propia, decide no volver a ejercer funciones regias. Si esto lo ha hecho un miembro directo de la familia real (con su cruz) ¿qué no deberían hacer los otros, los parientes? Miro a Inglaterra y a España, asimismo. Los hijos de la princesa Margarita -hermana de Isabel II- o los hijos de la princesa Ana, hermana del Rey, ¿no debieran considerarse nobles, pero ajenos a la estricta familia real, no solo en protocolo, sino también en dinero? Los ciudadanos que creemos en la monarquía y en su cambio de estilo, llevan o llevamos mal que los parientes del Rey lleven una vida de saraos y de eventos, bailes y modelitos. Ellos y ellas tienen el derecho a vivir como deseen, pero el ciudadano ha de tener la seguridad de que estos regios o miembros de la realeza (se ha impuesto el inglés royals) no cuestan ni un céntimo al erario público, o sea al contribuyente. Sería nefasto para la monarquía suponer que las fiestas de Froilán, por ejemplo, y a las que tiene derecho, se pagan con algún modo de ayuda estatal. Y no pongo en peligro el buen vivir de estas realezas o altezas, porque vienen de familias que ya tienen dinero, y porque la prensa del corazón y el general esnobismo les va a pagar y mimar, solo porque se dejen ver en tal o cual sarao, feria o perendengue distinguidos. Dinero no les va a faltar, pero lejos de la Familia Real. Sí, como Preysler o Lomana, cobrarán por exclusivas y por dejarse ver. Nada que objetar, salvo que ello debe quedar fuera de la monarquía. Las andanzas, mejores o peores, de Felipe Froilán y Victoria Federica de Marichalar deben de ser plenamente ajenas al Estado, porque ahí muy poco pintan. He citado primero a los hijos de la infanta Elena, porque se han hecho más visibles. Pero lo mismo vale para los bastante más discretos Urdangarín (Juan, Pablo, Miguel o Irene) y por supuesto para los hijos, Gómez-Acebo o Zurita, de las infantas Beatriz -fallecida- o Margarita. Toda bondad sea con ellos, pero precisamente por bien de nuestra monarquía, deben quedar lejos de la Familia Real y debemos saber que sus vidas, como fueren, se pagan con su dinero que, insisto, no les va a faltar. Todos ellos debieran hacer -parece que en ello está Pablo Urdangarín, el jugador de balonmano- como ha hecho Harry de Inglaterra. Decir que aceptan una vida de particulares libres y que -fuera de los lazos sanguíneos- nada tienen que ver, nada, con los oficios serios de la realeza.
En realidad, solo vuelvo a afirmar (leal a Felipe VI) que el estilo de la monarquía ha cambiado y que aún deberá cambiar. El status de los familiares -simples ciudadanos titulados- es cambio fundamental.