The Objective
El zapador

Divulgación Fluzócrata en el System Contreras

Néstor Marqués, el supuesto paladín del método científico historiográfico, retuerce la historia

Divulgación Fluzócrata en el System Contreras

Néstor F. Marqués. | El condensador de fluzo (RTVE)

El historiador Néstor F. Marqués, famoso por su cuenta Antigua Roma al Día (con más de 300.000 seguidores en X) y autor de un libro sobre Constantino con Desperta Ferro, afirmó en X que: «Algunos investigadores han llegado a pensar que Constantino nunca fue cristiano o que lo fue por interés político. Aun así, en la actualidad el consenso de la investigación es que sí se convirtió, pero más tarde de lo que cuentan las fuentes, hacia el año 324. En la batalla del Puente Milvio, Constantino tal vez decidió encomendarse al dios cristiano, pues era normal pedir la protección de una divinidad en batalla. A pesar de ello, él debía de ver al dios cristiano como una divinidad solar más».

Por supuesto, esta afirmación es falsa. Y no es la primera vez que la dice. Tras consultarle al historiador Tim O’Neill, éste afirmó con contundencia que «decir que hay un ‘consenso’ de que no era cristiano antes de 324 es una tontería». Ante la pregunta del investigador Leonel Díaz sobre si el historiador Bart D. Ehrman sigue siendo en realidad un cristiano militante (como afirma Néstor F. Marqués), aunque Ehrman se presente ahora como agnóstico, O’Neill respondió aún con más contundencia: «Eso es una tontería. ¿Quién es este payaso? [refiriéndose a Néstor F. Marqués] Eso es teoría de la conspiración nivel bullshit». 

Néstor F. Marqués actúa como el típico divulgador posmoderno y sectario: desconfía de los historiadores creyentes, habla en nombre del rigor y la ciencia histórica, pero retuerce las fuentes a su antojo, seleccionando únicamente las que le convienen y apoyándose en falacias y descalificaciones ad hominem –como llamar «negacionista» a quien ose cuestionarlo– para destruir la reputación ajena. Opina de todo y se cree en posesión de la verdad absoluta.

Néstor pertenece a la llamada «Secta de Twitter Historia» (de la que ya hablé en un artículo). Los miembros de ese clan de historiadores progres se defienden entre sí de forma ridícula, a pesar de contradecirse constantemente. Meten la pata constantemente y entran en todas las polémicas revestidos de un manto de autoridad que creen poseer. Se documentan a medida que «debaten» y ni siquiera leen bien las fuentes que aportan como prueba, cuando no usan fuentes de los años 90, mientras te acusan a ti de usar fuentes que han sido superadas. En su afán de controlar el discurso, dañan gravemente su credibilidad. Al atacar con superioridad moral, no convencen; solo refuerzan la idea de que sus posiciones son dogmáticas y cerradas.

Néstor también participa en el programa El Condensador de Fluzo, un espacio financiado con fondos del régimen sanchista dentro de la factoría «System Contreras». Cuesta más de un millón de euros cada temporada. Ya van cinco y apenas tiene audiencia. En un capítulo dedicado a «los farsantes», Néstor afirmó, con mucho cachondeíto, que Constantino fue un farsante que se montó una «fan-fiction». Aseguró que fue «full pagano» antes de 324 y que fue una especie de impostor por bautizarse poco antes de morir. 

Lo del consenso sobre su conversión en 324 es una estupidez que no tiene ni pies ni cabeza. Historiadores como Andrew Mark (Religion for Breakfast) y Bart D. Ehrman sitúan el inicio de su conversión hacia el año 310, y Peter Heather propone que ya en su adolescencia comenzó un proceso de fe que reveló paulatinamente, dada la impopularidad inicial del cristianismo. Recordemos que Néstor dijo que el historiador Bart D. Ehrman, al margen de la fe, «es militante, aunque ahora se diga agnóstico». ¿Pensará Néstor que Ehrman es igual de farsante que Constantino?

No lo sabemos, lo único cierto es que las pruebas documentales desmienten a Marqués: desde la Batalla del Puente Milvio (312) no paró de mediar a favor de los cristianos. Quitando la parte sobrenatural de que vio una señal en el cielo, las fuentes señalan que Constantino hizo su entrada triunfal en Roma, pero se negó a expresar gratitud a los dioses ante el Altar de la Victoria, como era la tradición en tales ocasiones. Durante el invierno de 312-313, mientras se encontraba en Roma, Constantino ordenó al gobernador de Cartago devolver al arzobispo local las propiedades cristianas confiscadas durante una reciente persecución, así como compensarlo por los objetos que hubieran sido vendidos o fundidos. En el llamado Edicto de Milán (313), que en realidad es un tractatus, proclamó mediante carta imperial la libertad religiosa en todo el Imperio, incluido el cristianismo. Constantino comienza a identificarse como cristiano, en su condición de príncipe que gozaba de la protección divina. 

Es indudable que Constantino ya era cristiano durante el Concilio de Arlés (314), en el que medió para resolver la querella donatista. La carta enviada por el emperador a los obispos reunidos en el concilio lo deja muy claro: «La eterna y religiosa piedad de nuestro Dios no permite de ningún modo que la condición humana camine por más tiempo errante en tinieblas, ni que padezca que prevalezcan por más tiempo las voluntades aborrecibles, para que no de nuevo, manifestando su camino de salvación, les dé con sus muy diáfanos resplandores la vuelta a la regla de la justicia. Pues tengo constancia de ello gracias a muchos ejemplos, entre los cuales, cuento el mío propio. Había en mí antes cosas que parecían carecer de justicia, y en nada podía ver el supremo poder que actuaba dentro de lo más profundo de mi pecho. […] Pero Dios omnipotente, que habita en las alturas del cielo, me procuró lo que no merecía: ciertamente, no se puede ni decir ni enumerar (todo) lo que me ha concedido la benevolencia divina». 

Pero es que las cartas enviadas a Anulino y al obispo de Cartago Ceciliano muestran ya a un emperador cristiano en 312-313, como bien señala el profesor Víctor Cabañero Martín. A lo largo de su vida adulta, Constantino se destacó como un defensor del cristianismo, respaldando a las comunidades que anteriormente habían sido perseguidas. Levantó nuevos templos cristianos y proveyó a sus imponentes nuevas iglesias de objetos litúrgicos elaborados con metales preciosos y adornados con joyas, además de esforzarse por ayudar a definir con mayor claridad los fundamentos de la fe cristiana. No estamos ante un farsante, sino ante una fe sincera y temprana. Desde el Puente Milvio, por lo menos. Hablar de «full pagano» antes de 324 es absurdo e infantil. También tenemos iconografía que representa a Constantino con símbolos cristianos elaborada antes de 324. Y sí, es cierto que Constantino fue bautizado en la nueva fe solo cuando ya estaba a punto de morir. Nada raro en esa época, puesto que los cristianos deseaban evitar pecar después de su bautismo, de modo que dicha ceremonia se posponía hasta el último momento posible. Néstor da el dato de manera morbosa como si fuera un farsante.

Néstor F. Marqués, el supuesto experto, el paladín del método científico historiográfico, el que dice que siempre habla desde el rigor más absoluto, el que va dando lecciones a todo el mundo, el que ha bautizado al gran Isaac Moreno de «negacionista». Sí, nuestro Néstor F. Marqués resulta que maneja bibliografía completamente obsoleta y basa algunas de sus afirmaciones en divulgadores que no son expertos en la materia, como Alessandro Barbero.

El investigador Leonel Díaz explica que «es común interpretar la conversión de Constantino como una maniobra política motivada por las ambiciones de poder de un líder cínico. Esto responde en parte a nuestra desconfianza y escepticismo por los políticos modernos, y tendemos a proyectarlo también en el pasado». Hace unos años, se solía presentar como prueba de que Constantino siguió siendo pagano después del Puente Milvio, el que se siguieran acuñando monedas con la imagen del Sol Invicto o que ciertos monumentos, como el Arco de Constantino, que conmemora la asistencia divina en su victoria, no hacen referencia explícita a su cristianismo. Pero como señala Leonel Díaz: «hay que entender que Constantino, antes de ser cristiano, era emperador, y teniendo en cuenta que los cristianos eran una minoría y que las elites romanas seguían siendo sustancialmente paganas, debía mantener un lenguaje público neutral si quería mantenerse en el poder».

Terminemos con un párrafo de Bart D. Ehrman, uno de los mayores eruditos que ha tratado la llamada «cuestión constantiniana»: 

«La mayoría de los historiadores modernos coinciden en que Constantino sí se convirtió sinceramente al cristianismo. No fue un ‘farsante’ ni un manipulador, sino un gobernante que vio en el cristianismo un camino espiritual y político viable para la estabilidad del Imperio. Su legado es innegable. Fue el primer emperador en identificarse abiertamente como cristiano. Protegió y financió la Iglesia, marcando el inicio de su influencia en la política imperial. Consolidó el cristianismo como una religión con privilegios sin precedentes. Y estableció el precedente del cesaropapismo, donde el emperador tenía un papel central en los asuntos eclesiásticos».

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