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Opinión

El BCE baja los tipos: ¿y ahora qué?

«La ponzoña política impide aprovechar las mejores condiciones posibles para movilizar la inversión, hacer las reformas estructurales más necesarias y mejorar las condiciones de vida»

El BCE baja los tipos: ¿y ahora qué?

Sede del BCE en Fráncfort. | BCE - Archivo

El IPC armonizado de la zona euro se situó en mayo en el 1,9%, tres décimas menos que en abril. Es la cuarta bajada mensual seguida y este dato ha inclinado al Banco Central Europeo a bajar los tipos de interés hasta el 2%, dando por hecho que, pese a la incertidumbre proveniente del otro lado del Atlántico, la coyuntura de la inflación viene al pelo a algunos países europeos que se encuentran en una mala tesitura en cuanto al crecimiento, notoriamente Alemania, Francia e Italia.

Para España, la bajada de tipos por el BCE debería suponer una excelente noticia para fortalecer y equilibrar el crecimiento económico, pero si es esperable alguna reacción favorable, tendría que venir del ámbito privado, porque las administraciones están en otra cosa: en la exacerbación política, en la pendencia entre los partidos y en la absoluta desatención de sus obligaciones para con los ciudadanos.

Algunos de los implicados en los lamentables hechos de las últimas semanas los han calificado repetidamente como vodevil. Nada más lejos de ese género teatral, que es una comedia ligera, frívola y picante. Nada de eso. Se acerca más al esperpento valleinclanesco“El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada…”, afirmaba don Ramón. Como uno de sus más rendidos admiradores, me tomo la libertad de añadir “… y una ética sistemáticamente conculcada”. 

Pero no es este lugar para hablar de la política miserable que padecemos, sino de las consecuencias que esta situación tiene para los ciudadanos. Y aquí entra mi pregunta del titular: ¿Y ahora qué? Ya tenemos los tipos de interés en una situación razonable. ¿Vamos a ser capaces de aprovechar esta coyuntura? Soy muy escéptico.

Quienes tienen que tomar las decisiones están en otra cosa. Están tan en otra cosa que ni siquiera son capaces de gestionar los fondos europeos. Unos por otros, pero fundamentalmente el Gobierno del señor Sánchez, viene demostrando su impericia y su impotencia para utilizar los recursos que puso a su alcance la Unión Europea. El balance, a poco más de un año vista del final del maná comunitario, es desolador.

A penas se han alcanzado los 48.000 millones de los 78.000 millones de los que podíamos disponer si el Gobierno hubiera sido diligente, trabajador, ecuánime y no sectario, porque la mayoría de los recursos a los que se ha tenido acceso se han quedado en el sector público. Peor aún es el balance para el paquete de créditos, que frente a una oportunidad de 83.000 millones, tenemos cero de disponibilidades. En conjunto, los fondos gestionados (por llamarlos de alguna manera) apenas son el 30% del importe de los posibles. 

La negligencia gubernamental nos ha colocado en el ridículo de tener pendientes el 70% de los hitos y reformas que deberíamos haber propuesto y cumplido. Solo esta incapacidad sería suficiente para que el Gobierno en pleno hubiera tenido la franqueza y la dignidad de dimitir. Pero no. El Gobierno prefiere endeudarse y endeudarnos en los mercados al ritmo de 492 millones diarios, pagar intereses y no tener que dar explicaciones, como señalé la semana pasada en estas páginas. 

Pero no se trata solo de dinero. Se trata de inmovilismo. No hay reformas razonables ni en los sectores económicos ni en las grandes áreas de actividad. No se trata ya de parálisis burocrática, sino de impedimentos reales a la actividad, en forma de regulaciones absurdas, de constricciones de los mercados, de insuficiencias administrativas rigurosamente impuestas, sin apelación posible y con frecuencia sobrevenidas mediante normativas nacidas de decretos y decretos leyes cuya deriva nadie es capaz de justificar.

Cuando no hay unos presupuestos generales del Estado no hay previsiones ni programas. Se fabrican normas ad hoc o se fabulan planes como el que el señor Sánchez se ha sacado de la manga sobre financiación de la vivienda para entretener a los presidentes de las comunidades autónomas en su reunión de este viernes. 

Que caiga la producción industrial el 5,7% en abril; que los empresarios no encuentren mano de obra adecuada a las necesidades actuales, que van mucho más allá de servir cañas y hacer camas; que nos encomendemos cada año a san turismo para que remedie nuestras carencias estructurales; que no tengamos viviendas para los jóvenes y para los inmigrantes; que una licencia para cualquier actividad tarde meses en ser concedida; que se apague la luz y que se paren los trenes son eslabones de la cadena de despropósitos que padecemos los ciudadanos-contribuyentes. 

Ya tenemos los tipos de interés a un nivel más que aceptable. ¿Y ahora qué?

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