A Cerdán le quedan días
El lobo ibérico a la espera de la caída de Sánchez

Ilustración de Alejandra Svriz.
En el Norte, allá por los sesenta o setenta, mejor, pululaba y predicaba un jesuita, Pedro María Iraralagoitia, que todos los sábados aterrorizaba a la parroquia radiofónica de emisoras locales prediciendo la llegada del fin del mundo. Al cura se le resistía el pronóstico, por lo que una vez el joven locutor de una emisora eclesial le llevó al Estudio y de sopetón le largó este dardo: «Padre, ¿y cómo va el fin del mundo?» El clérigo, sin inmutarse, respondió: «Le quedan días». Este fin de semana, de excursión por la sierra madrileña, un militar en activo me ha endosado similar cuestión respecto a Santos Cerdán y Sánchez y este cronista, recordando al frustrado auríspice de mi infancia, le ha replicado: «Les quedan días». ¡Yo qué sé! «El Conseguidor», así era llamado en su pueblo, Milagro, ha logrado una prórroga de siete fechas, pero su abogado ha errado el tiro porque en esta semana a Cerdán se le va a acumular la basura. Por ejemplo, les cuento que en la Ribera de Navarra «no se habla de otra cosa». Resulta que el Gobierno de la asténica Chivite (me estoy refiriendo a su escultura ósea) ha decidido que a la depuradora de Tudela, fangos que ya de por sí resultan insoportables, se le añada el 40% de todas las boñigas que acumula el Antiguo Reino. La empresa encargada de la obra, rica en presupuesto, atiende por Milsa y ¿saben quién es su presidente? Pues el consejero del Gobierno foral, el Tito de Chivite. Cerdán se interesó por la obra y quizá utilizó la tercera pata de su complejo de corrupciones: la primera es Servinabar, la segunda Acciona, y la tercera Osés. Todo para llevar la inmundicia al capital de la Ribera, gobernada por UPN. Mierda al 10%. De Osés aún no se ha hablado.
Ahora mismo, los socios de Cerdán, Sánchez y el dúo ya conocido, se disputan con la citada Chivite la primogenitura de la dimisión. En Navarra se cree que Chivite está más quemada que el cenicero de un bingo antiguo, y en el resto de la Patria ya ha cuajado el día que Sánchez se puede fugar. Comparecen en el Supremo este lunes los citados: Koldo y Ábalos, los dos con una disposición encomiable a largar carrete. El segundo le ha confesado a un colega de Valencia. «Si creen que yo me voy a comer el marrón entero, van listos». Él y sus abogados llevan semanas cortejando al fiscal para que no les lleve al trullo, un lugar donde, de no arreglarse el concierto, pudieran coincidir con Santos Cerdán que ya está imputado por el Supremo. Desde el podio de la OTAN, donde Sánchez tiene menos amigos que en Madrid, que ya es decir, el presidente seguirá las deposiciones –de tal se trata– de sus antiguos colaboradores. Sánchez, como le dice al cronista un antiguo embajador, ya está más lejos de la Alianza Atlántica de lo que estuvo en sus tiempos de duda Felipe González. Este martes y miércoles en la aburridísima La Haya, comprobará que los demás países de la OTAN le piden sin cortarse un pelo el 5% que también le exige el pelirrojo Trump, cuyo enviado al pequeño Albares le ha dicho: «Nada de que nosotros, los yanquis, sigamos poniendo los dólares y los muertos». De La Haya a Bruselas, que tampoco es Benidorm, donde el aún presidente de España se encontrará con un Consejo Europeo más pendiente de lo que editorializa el Times que de lo que balbucea el agónico Sánchez.
Leptosomático entérense ustedes. Sánchez llorando por Europa y Ayuso haciendo las Américas por Miami y Nueva York.
Siete días tiene nuestro un presidente para fugarse de España donde la cocina arde como las «Fogueres» de Alicante en San Juan. No estará en el Congreso y así evitará que la oposición le arree la badana con preguntas que parecen inocentes. Estas: «¿A qué teme el Gobierno?», otra dirigida a Yolanda Díaz: «¿Considera que usted está actuando éticamente?, y una tercera que molestará a la contrita teresiana Margarita Robles: «¿Merece la pena formar parte de este Gobierno?». Ella dirá que sí, que nunca ha estado en mejor lugar, a pesar de que tiene cuentas pendientes con el presidente, el mismo que se estuvo negando durante dos días seguidos –le acompañaba en el caso Marlaska– a enviar el Ejército a la dana de Valencia. Marlaska, cuya cara no está para fiestas del Orgullo precisamente. Para aliviar tensiones, otra popularmente abrasada, la jefa del Parlamento, la balear Armengol, ha decidido tapar los escándalos que se van a producir en la Sesión de Control de los miércoles, con una iniciativa más animal que animalista: las jornadas para la defensa del Lobo Ibérico, una alimaña a la que los ganaderos del país profesan verdadero amor como se sabe. A lo peor se come a Caperucita Sánchez.
Eso sucede 24 horas antes de que el Parlamento vuelva a incendiarse con la vista de la reducción de la jornada laboral, que la ministra Yolanda ha determinado en treinta y siete horas y media. «¿Por qué no en doce?», se preguntan sardónicamente los pequeños y medianos empresarios, también los autónomos de variado pelaje. Junts, los antiguos interlocutores de Cerdán, le han prometido formalmente a Fomento del Trabajo Nacional, la CEOE de Cataluña, que le van a pegar un mamporro a la ministra, y que se negarán en consecuencia a votar afirmativamente tamaño disparate no negociado más que con los sindicatos, al que uno de ellos, el comunista Comisiones Obreras, Sánchez le ha corneado con su ausencia. Un liberado de esta Central le decía a un periodista presente en la reunión: «Sánchez habrá tenido algo que hacer».
Un poco más que Conde Pumpido, que para el fin de semana ya tiene decidido consagrar la amnistía como regla legal de nuestro ordenamiento. Su composición de lugar es la siguiente: «Es probable que Europa nos la tumbe, pero para entonces, ad calendas graecas, ya será irreversible en nuestro país». Al tiempo que Pumpido otorga la última adiva a su amo y señor, otros independentistas, más o menos como el presidente del Constitucional, o sea, Esquerra Republicana de Cataluña, estarán cursando viacrucis devocionales para que el Gobierno de la todavía nación española se digne firmar los pactos pendientes para el establecimiento del cupo catalán. En Madrid lleva la negociación el facundo Rufián, habitual comensal de una mesa en restaurantes, de los llamados bien, que también ocupa Gonzalo Miró, que sabe más de fútbol que Ancelotti y de política, básicamente de izquierdas, más que el llorado restaurador Pablo Iglesias.
Así, con Sánchez recién fugado de la trinchera de La Moncloa, y la vicepresidenta recién salida de la consulta del otorrino (¡qué trabajo le tiene que estar dando a este hombre!) se cumple una semana en la que media España está atizando los muebles con el dedo derecho enhiesto gritando: «De esta semana no pasa». Un recuerdo histórico: en tiempos del General perdieron el índice no menos de un millón de españoles que ahora, para señalar, enarbolan, no pueden hacerlo de otra manera, el corazón. O sea, lo que viene a ser una peineta.
P.D.- Ah, ¡Y a todo esto los Reyes en el Milenario del Monasterio de Montserrat, donde el abad, Manel Gasch, les recibe con un alentador saludo: «Los benedictinos acogemos a los que nos visitan según nuestra Regla de Sant Benet». O sea, lo que viene a ser el Benito de toda la vida. La Lliga del Espíritu Santo quiere enviar a nuestros Reyes montaña abajo.
…Y por encima de todos nosotros la guerra aérea de Israel y Estados contra Irán, que son los malos, ¿recuerdan? No es seguro que Sánchez lo crea así. Atención a la semana.