Montoro de veraneo, pero ¡ojo!, sus muertos y heridos no
El Congreso aprueba las mentiras de Sánchez sobre el apagón

El exministro de Hacienda Cristóbal Montoro. | Europa Press
Y en esto aparece el abyecto Montoro para rendirle el último servicio a su partido: el PSOE del que fue topo una veintena de años. Esta semana que inauguramos no es por ello la de los golfos y golfas de Sánchez, la muchedumbre de Cerdán, que pretende salir hoy de la cárcel. No se olvide en esta categoría al fiscal general del Estado, García Ortiz el que -ya lo adelantamos aquí- puede tener noticias negativas, en forma de juicio oral, en estos días. El juez Puente lo tiene a puntito de caramelo, o sea, en la horca. Pero no, la semana presente no va por ahí; el abyecto Montoro ha reaparecido en el momento en que más daño le puede hacer a Feijóo, cuando el PP está enfrentado en un duelo a primera sangre con el Partido Socialista. Todo por la corrupción. Tantos años después de que Montoro fuera la máxima autoridad fiscal del país, ha explotado el secreto a voces o, por decir mejor: los dos secretos a voces. Retroactivos.
Uno, sobre el que esta semana conoceremos más pormenores, las pillerías aprovechadas que el individuo en cuestión y su tropa malhadada, realizaba para llevarse diezmos y primicias a cambios de regalos de las gasistas. Eso sólo por ahora. El segundo, las mil canalladas que Montoro, ministro de Hacienda, perpetró o contra todos los que no le bailaban el agua, o los que, simplemente, ganaban honradamente dinero que a él, a Montoro, le restañaba en los dientes. Porque él, Montoro, es un tipo básicamente apocado como un lepórido, con complejo de legitimidad de origen, como los vinos avinagrados del tetrabrik. A todos, unos y otros, profesionales de varios gremios, los arrasó con los cañones soviéticos de la Agencia Tributaria y. contra la opinión tibia, es sí, de algunos colegas de Gabinete, que le avisaron: “Eso, Cristóbal, no se puede hacer”. El que más le llegó a decir: “Eso que estás haciendo es inmoral”. Pero él siguió la caza. Y una pregunta: ¿dónde está ahora Soraya Sáenz de Santamaría, mentora y encubridora de Montoro?
Él continuó, sonrisa suave, con el acoso y derribo de los triunfadores. ¿Saben la razón? Cuando alguien le presentaba reparos a su legislación miserable con efectos retroactivos, se erguía como un brigada de Infantería y replicaba: “Esto viene de Zapatero y yo no puedo pararlo”. Sin enrojecer. Es decir, que Dios los malparió y ellos se juntaron. El navajazo que le ha arreado al PP de Feijóo seguirá supurando tejidos malolientes toda la semana. Cierto es que el presidente del PP se ha desprendido de Montoro, el topo del socialismo, en veinticuatro horas. Meses tardó Sánchez en mandar a los altos del Parlamento a su amigo, copiloto, socio y confidente, José Luis Ábalos. Exacto es también que Sánchez con sus putas, comisionistas, sauneros gays, y delincuentes de todo jaez es la pura actualidad, Montoro es la mala historia del PP de hace una veintena de años. Sánchez protagoniza ahora los desmanes, Feijóo está sufriendo los que ni siquiera fueron suyos.
Montoro, pues, se ha colocado en la picota española de ahora mismo cuando ya el gentío se está probando los bragueros apretados que, no se crea, vuelven a estar de moda. Mañana reabre el Congreso con el fantasma pútrido de Montoro sobrevolando el hemiciclo, en una sesión descafeinada a la que se han hurtado tanto la disminución de horas trabajadas, proyecto histérico de la tal Yolanda de nuestros pesares, como la reforma judicial que está alumbrando el pequeño Bolaños con la pretensión de hacer de la Justicia poco menos que un negociado de su Ministerio. Bajo su mando, naturalmente. La Mesa del Congreso, apegada aún a la égida sectaria de la separatista Armengol (también ella puede llevarse un susto esta semana a cuenta de las mascarillas compradas a precio de caviar) ha llevado a este Pleno del 22, la Reforma del Reglamento de la Cámara encaminada -no hay más gaitas- a penar a los periodistas malos, a los que pregunten con aviesa intención o los que escriban inconveniencias con vocación de independiente. Armengol y sus sicarios no se han quedado cortos: los malos, si son considerados malísimos, pueden ser castigados hasta con más de dos millones de euros Lo peor es que algunos, bastantes desde luego, costaleros de la profesión están bendiciendo esta tropelía. Sánchez les colocará.
Así, la despedida preveraniega será este martes para que Gobierno y oposición se miren de reojo. Con Montoro todavía con pasaporte. Debo rectificar: el Parlamento sí tiene por delante un tema-estrella: el apagón de abril. Aagesen, la vicepresidenta de Sánchez, que parece siempre sacada de un sarao del barrio de Salamanca en Madrid, lleva la necesidad al Congreso de que se crean sus explicaciones y que se le compre su producto exculpatorio. Y lo va a conseguir, a pesar de que es una mentira. España se fue a negro porque los operadores de Red Eléctrica programaron un día con la casi absoluta primacía de la energía solar, el 75 por ciento, y no dieron abasto y el sistema se les cayó, algo que ya ni siquiera importa a los técnicos que deploran la apuesta ideológica del Gobierno por la energía: todos verdes y limpios porque nosotros somos más guays. Y también para mañana queda, así de tapadillo, la presentación parlamentaria de la Agencia Estatal de la Salud, una idea antigua como el hilo negro (¿para qué existe entonces el Instituto Carlos III?) con la que quiere lucirse la ministra del ramo, Mónica García. En eso se va a quedar esta última reunión del Congreso que con otro personal del Gobierno al frente sería el de despedida y cierre de la legislatura.
Y ahora cuento algo que sobrepasa esta semana. Quédense con la copla. Arriba, en el País Vasco, mientras el PNV se desgasta haciendo de gañán de Sánchez, los antiguos etarras de Bildu no dejan de engendrar maldades. Una es sugestiva: pretenden formar con el propio PNV y alguna otra sociedad independentista que quede ahí libre de afiliación, un Frente Vasco unido que se presente a las elecciones españolas y europeas como un solo hombre para proclamar los derechos nacionales, identidad y lengua, del territorio. El PNV por ahora rechaza la invitación, pero Aitor Esteban Bravo, que es especialista en hacer de cada frase suya un meandro retórico, ha contestado que “bueno, seguimos hablando”. Esteban, sucesor excelso de aquel Arzallus que mantenía que “la línea más corta entre dos puntos no es la recta, sino la ligeramente sinuosa”, está instalado permanentemente en esa concavidad difusa, pero no acabará de colocarse en contra de Bildu porque no le quiere dejar a los “hermanos separados” de siempre la primogenitura de un Frente Nacional dispuesto a urdir una declaración de independencia a lo Puigdemont.
Al que Montoro ha borrado del mapa, el Capone fiscal y el forajido; tal para cual. Al sujeto primero le están abandonando los suyos, incluidos en la ración los secretarios de Estado que le ayudaron a cometer aquel atraco a ciudadanos decentes. Con un perjudicado por el exministro de Hacienda hablaba este cronista el pasado viernes y le escuchaba decir: “Soy católico, pero a este hombre le profeso un odio eterno con efectos retroactivos”. Una buena noticia para todas sus víctimas: a Montoro se le ha helado su repulsiva sonrisa de conejo. Que pregunte a Feijóo qué piensa de ella. Con su repulsiva -es coincidencia general- mueca bucal se va Montoro de veraneo a donde no le conozcan. Los muertos que dejó se revuelven en las tumbas, los heridos apuntan a su carótida.
P.D.- Las vacaciones reales comienzan este 26 de julio. Serán las últimas de la antigua usanza, de los hombres y mujeres que poblaron tantos años La Zarzuela. Nombramientos nuevos que han gustado en otro palacio: La Moncloa. Progresistas digamos. Mientras, el antiguo jefe de la Casa, Jaime Alfonsín, ya está en la CEOE de asesor del presidente Garamendi.