The Objective
Opinión

Encomiendas de gestión: soluciones reales para los problemas reales

«Es una forma de hacer más fácil la vida de miles de ciudadanos, autónomos y empresarios que trabajan en el transporte»

Encomiendas de gestión: soluciones reales para los problemas reales

El presidente de Icogam, Fernando Jesús Santiago Ollero. | Servimedia

Si uno observa con calma el día a día de nuestra Administración, el diagnóstico es claro: tiempos interminables para resolver expedientes, ausencia de citas previas durante semanas o meses, trámites que no llegan a realizarse y que acaban provocando la pérdida de derechos o el incumplimiento involuntario de obligaciones. Y no hablamos de casos aislados, sino de un problema estructural que afecta a ciudadanos, autónomos, empresas y, por supuesto, a la propia Administración.

Ante este escenario, hacen falta soluciones reales, no discursos. Y ahí es donde las encomiendas de gestión han demostrado ser un instrumento útil, eficaz y seguro.

En esencia, una encomienda de gestión es una herramienta jurídica que permite a la Administración encargar a otro órgano o entidad —en este caso, a los Gestores Administrativos— la realización material o técnica de determinadas tareas, manteniendo siempre la titularidad y el control jurídico de la competencia. Su razón de ser es clara: poner al servicio del interés general medios, capacidades y experiencia que la Administración no siempre tiene disponibles o que no puede desplegar con la misma eficacia.

En el caso de la Dirección General de Tráfico, esta fórmula ha permitido que un vehículo pueda matricularse en cuestión de minutos. Antes, el proceso podía tardar días o incluso semanas; ahora, gracias a la encomienda, el gestor administrativo realiza todo el procedimiento de forma telemática, validando la documentación y comunicando el alta a Tráfico en tiempo real. El ciudadano sale con su coche matriculado y la Administración, con el expediente correctamente registrado y archivado.

La reciente encomienda de gestión que hemos firmado con la Comunidad de Madrid en materia de transporte terrestre es un paso más en esta misma dirección. No es una foto para el recuerdo ni un acto de protocolo. No es un trofeo para colgar en la pared del despacho. Es, simple y llanamente, una forma de hacer más fácil la vida de miles de ciudadanos, autónomos y empresarios que trabajan cada día en el sector del transporte. Y también de facilitarle la vida a la propia Administración, que ve reforzada su capacidad de respuesta con medios técnicos y humanos que, por sí sola, no podría desplegar en el mismo plazo.

Este acuerdo permitirá tramitar de manera más ágil autorizaciones de transporte, licencias para transporte sanitario o escolar, títulos para taxis y VTC, renovaciones, visados y hasta tarjetas de estacionamiento para personas con movilidad reducida. Todo de forma digital, segura y con un profesional que responde directamente si hay un error. Porque a diferencia de otros sistemas, aquí la garantía no es un aval difuso: es responsabilidad patrimonial inmediata.

Pero las encomiendas de gestión no solo miden su éxito en rapidez. También lo hacen en confianza. Un trámite bien hecho no es solo una cuestión de plazos; es una cuestión de certeza. El ciudadano sabe que su expediente se ha presentado correctamente, que la documentación es la adecuada y que, si hubiera un problema, hay un profesional detrás que da la cara y asume la responsabilidad. Este es un valor añadido que no se cuantifica en una estadística, pero que se percibe de inmediato en la experiencia del usuario.

Además, esta colaboración descarga a la Administración de picos de trabajo que, de otro modo, provocarían cuellos de botella y listas de espera interminables. La encomienda no sustituye a los funcionarios, sino que les permite centrarse en tareas de control, supervisión y resolución de incidencias, mientras la parte más mecánica y repetitiva se ejecuta con la agilidad y medios del sector colegiado. Es un ejemplo real de cómo la colaboración público-privada, bien diseñada, multiplica la eficiencia sin perder garantías.

La experiencia demuestra que allí donde se aplica, la encomienda se traduce en un mejor aprovechamiento de los recursos públicos. Se evitan duplicidades, se reduce el gasto derivado de errores y reclamaciones, y se acortan los tiempos de tramitación. Todo ello tiene un impacto directo en la competitividad de las empresas, que pueden dedicar más tiempo a su actividad y menos a resolver trámites administrativos.

En el caso de la encomienda de transportes, el beneficio se multiplica por el peso estratégico del sector en la economía. El transporte terrestre es la columna vertebral de la movilidad de mercancías y personas. Retrasar una autorización o una renovación no es solo un problema burocrático: puede suponer pérdidas económicas, retrasos en cadenas de suministro o la imposibilidad de prestar un servicio esencial. Con esta encomienda, eliminamos esos riesgos y dotamos al sector de una herramienta para ganar en agilidad y seguridad.

Por último, no hay que olvidar que las encomiendas de gestión son también un compromiso con la modernización. No basta con digitalizar por digitalizar. La clave está en integrar tecnología, experiencia y responsabilidad para que el resultado sea una Administración más accesible, un tejido empresarial más competitivo y un ciudadano que siente que el sistema funciona para él, y no al revés.

Las encomiendas de gestión son, en definitiva, un ejemplo de colaboración inteligente entre lo público y lo privado colegiado. La Administración mantiene el control; el Gestor Administrativo aporta agilidad, tecnología y responsabilidad. El resultado es un servicio más rápido, más seguro y más humano. Y eso, en tiempos como estos, no es un lujo: es una necesidad.

Publicidad