Sánchez pone en situación de alerta a los altos funcionarios del Estado
Y mientras tanto Feijóo amotina a sus barones en la ciudad de Aranjuez

Pedro Sánchez preside la reunión del Comité Estatal de Coordinación (CECOD) contra los incendios. | Pool Moncloa
La semana pasada un nutridísimo grupo de altos funcionarios, y no solo la caterva de asesores de la Presidencia, recibió la siguiente orden: «Todos en situación de prevengan». La admonición incluso fijaba dos fechas: la de hoy mismo, 1 de septiembre, y la de mañana 2. No alertaba del contenido del aviso, pero se supone que el dúo Bolaños-Rubio (jefe este del Gabinete) insinuaba que algo «muy gordo» había tramado Sánchez para el inicio de este año político. Lo que pasa es que las especulaciones de estos importantes servidores del Estado (Sánchez los considera suyos propios) desvanecieron su alteración a la altura del jueves pasado cuando se entrevió que la bomba atómica que iba a lanzar el jefe del Gobierno era únicamente la presentación, en un acto rodeado de toda su «troupe» ministerial, de su última obsesión: el cambio climático, o por decirlo más ajustadamente, un Pacto de Estado sobre el particular. ¿Quiere esto decir que se puede descartar alguna inflada sorpresa al estilo de la última convocatoria de elecciones? La verdad es que las especulaciones a este respecto llenan ya los teléfonos de Madrid, pero se quedan en eso: pura fantasmagoría atribuible a un individuo que, como dicen en el Partido Popular: «Ha perdido el rumbo y la cabeza».
Sánchez se reviste del estafador Al Gore, mientras a unos cuantos kilómetros de distancia, en Aranjuez, capital de los motines del XIX, Feijóo ha convocado a toda su baronía para armar los arcabuces contra el Gobierno social-comunista. Los dos, el presidente decrépito y el gallego sin vacaciones, están ya en pie de guerra, sin un minuto de descanso. El calendario político, muy convergente con el judicial desde luego, no le va a dar tregua a Sánchez y a su familia. Este solo ha abierto un pequeño espacio para darse una vuelta por el Reino Unido donde le espera un tal Keir Starmer que, en un solo año, ha perdido todo el crédito electoral que acumuló su partido contra los conservadores. De tal forma esto es así que si un día como hoy se celebrasen elecciones en el Reino Unido, la ultraderecha de Nigel Farage le arrearía al todavía «premier» un zurriagazo de no te menees. Sánchez se abraza el miércoles en Londres con el líder laborista cuando este, en solo doce meses, se ha merendado nada menos que 233 de los 412 escaños que logró anteriormente; se quedaría con 46. Sánchez acude la capital británica para venderle a su homólogo del socialismo agonizante, un cambio climático «a la europea» que naturalmente los ingleses no van a comprar. ¡Menudos son ellos con los productos que vienen de fuera!
Y el todavía inquilino de la Moncloa, presentándose como un gobernante universal y a la vera misma de que dos días más tarde se produzca el espectáculo más bochornoso que la Justicia, como conjunto, haya soportado en jamás de los jamases. De los alrededores de la Fiscalía General del Estado le transmiten al cronista la siguiente certeza: García Ortiz, el jefe del engendro, está como si nada le ocurriera, como si el hecho de estar al borde mismo del banquillo de los acusados por un delito procaz de revelación de secretos no fuera con él. «Se sentará junto al Rey y leerá su exordio sin pestañear». Tampoco lo hará Felipe VI que asistirá al trago con su impavidez acostumbrada, la que revela un sufrimiento institucional acendrado casi a diario por las fechorías que perpetra su Gobierno. En las fiscalías de toda España están que no se lo creen y avanzan encima una previsión: «Aunque le abran juicio oral, él seguirá al mando pertrechado bajo el manto del sanchismo». Así que, al estilo de lo que advirtió Dante: «Perded toda esperanza». Lo escribió a las puertas del infierno.
Cosa parecida al que nos tiene sometidos este régimen leninista que nos acogota. Ahora, la oposición lo fía casi todo al que —dicen— será el próximo informe de la UCO previsto para antes de que termine el mes. Es de suponer que al ministro Ángel Víctor Torres, un ejemplo de gregario rebanándole las moscas al jefe, y a la señora Armengol, no les llegue la camisa al cuerpo. Durante meses, el Gobierno, ni siquiera el Puente de todas las miserias, se ha ufanado diciendo que el susodicho informe no traería nada nuevo; eso hicieron con el anterior y Santos Cerdán, al que el juez no va a liberar, está en la cárcel organizando partidas multitudinarias de parchís, un menester muy propio del verano con calor que ya termina. Hay algún antiguo dirigente socialista que, festivamente, describe la situación de esta guisa: «Vinieron los sarracenos y nos molieron a palos, que Dios protege a los malos cuando son más que los buenos».
Y eso predica Sánchez desde el 23-J de hace dos años: que ellos son más aunque, al parecer, las cuentas se cuartean. Por lo pronto, en la Mesa del Congreso, la mayoría artificial del sanchismo, se va a asegurar que el próximo día 11 los socios secesionistas no tengan que acudir a votar al Congreso, todo porque en esta fecha se cumple el aniversario de una guerra, la de 1714, que no fue de Secesión, como pregonan los independentistas, sino de Sucesión. Se pongan como se pongan en su analfabetismo feroz. Nunca hasta ahora el Parlamento de esta Nación en caída libre ha suspendido sus sesiones a causa de un festejo regional. Es de creer que a partir de ahora, tras el ejemplo exigido por el forajido Puigdemont y su socio Sánchez, hasta pueblos bastante incógnitos al estilo de Sotresgudo, soliciten un trato igual para celebrar su fiesta local, que será la de San Roque, digo yo.
El que está también en el ajo de la suspensión o, como se llame ese ejercicio brutal de filibusterismo parlamentario, es el insólito Rufián que sigue adelante con su matraca de intentar que todas las izquierdas del país se den cuenta de que se la están jugando y todas juntas en unión se rebelen contra una previsible victoria de la derecha. Rufián, el choni del independentismo aldeano, ya lo ha avisado: «O nos juntamos o nos corren». Debe tener algún dato que avale su advertencia, aunque, la verdad, con aliados como Vox y Abascal esa citada derecha lo tiene muy difícil: ¿O es que Feijóo va a tragar con esa idea de Abascal de hundir el «Open Arms» aun con personal dentro? Ciertamente, con este barrenero Abascal el Partido Popular no puede acudir a cita electoral alguna. Sería un pacto tan contra Natura como los suscritos por Sánchez con toda la berrea secesionista, terrorista y comunista que está demoliendo España.
P.D.— Y no se olvide el dato: el día 4 el abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea va a exhibir en esa instancia su repulsa al recurso de casación sobre la inmunidad europea de Carlos Puigdemont. Un precedente que sugiere por dónde van a ir los tiros.