Las evidencias científicas cuestionan que las mascarillas logren evitar el contagio de virus
El Gobierno impondrá el uso de los tapabocas en los hospitales de toda España invadiendo competencias autonómicas
El Gobierno impondrá la vuelta de las mascarillas en hospitales y ambulatorios. Una decisión que llega invadiendo competencias de las comunidades autónomas amparándose en el artículo 65 de la ley de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud tras no haber encontrado consenso en la Interterritorial de este lunes. Sin embargo, ante esta determinación impulsada por Sanidad, son numerosos los profesionales sanitarios los que han salido a recordar que «no existe evidencia científica que justifique el uso obligatorio de las mascarillas en el ámbito sanitario ni en ningún sitio».
«Cuando las comunidades autónomas muestran que unas sí y otras no, y en Europa ni se lo plantean debemos entender que la medida es ligera, sin argumento y un ‘voy a parecer que hago algo’. Si fuese así, lo primero sería el trasporte público. Recomendación, no obligatoriedad», señala el doctor Javier Muro, jefe de Servicio de Inmunología de Hospital CU Virgen de Arrixaca-IMIB.
La médica y una de las divulgadoras que más entregada ha estado al estudio de las mascarillas, Mónica Lalanda, también se pronuncia en este sentido: «En estos cuatro años, ningún estudio ha sido capaz de concluir que las mascarillas previenen el contagio de covid. La evidencia de que una mascarilla te proteja es entre baja y muy baja».
El prestigioso catedrático de inmunoparasitología Rafael Toledo indica que «la gran propuesta para la gripe estacional es volver a medidas que se usaron en una pandemia (y con un éxito mas que cuestionable). Esto lo único que demuestra es tan poca imaginación, como flexibilidad intelectual y conocimientos científicos». Además, Toledo insiste en que «no debemos tratar una epidemia estacional como una pandemia, ni pretender que la triste y única receta que parece que conozcamos sea útil en cualquier situación y circunstancia».
Y el médico de Atención Primaria Antonio Alarcos reflexiona una vez más que «es ciertamente bochornoso e indignante que en esta sociedad desquiciada y enferma se trate de imponer un las mascarillas cuando se amontona la evidencia en contra».
La evidencia científica
Los expertos citados recurren a numerosos estudios científicos como evidencia de sus manifestaciones, ya que ninguno concluye que las mascarillas previenen el contagio de covid o cualquier otro virus respiratorio. En este sentido, la revista American Journal of Medicine publicaba el pasado septiembre que el nivel de evidencia generada a favor de los tapabocas «fue bajo». Además, señala que las conclusiones de los estudios que avalan el uso de los tapabocas «no están respaldadas por los datos». «Las publicaciones relacionadas con las mascarillas sacaron conclusiones positivas sobre la efectividad de las mascarillas >75 % de las veces a pesar de que solo el 30 % probó las mascarillas y <15 % obtuvieron resultados estadísticamente significativos», se lee en la publicación del pasado 28 de septiembre de 2023.
Un estudio comparando uso de mascarilla por países con número de casos y muertes por covid publicado en la revista médica Cureus concluye que «la falta de correlaciones negativas entre el uso de mascarillas y los casos y muertes de COVID-19 sugiere que el uso generalizado de mascarillas en un momento en el que más se necesitaba una intervención efectiva, es decir, durante el fuerte pico otoño-invierno 2020-2021 (del 1 de octubre al 31 de marzo), no logró reducir la transmisión de COVID-19». Y agrega: «Además, la correlación positiva moderada entre el uso de mascarillas y las muertes en Europa occidental también sugiere que el uso universal de mascarillas puede haber tenido consecuencias dañinas no deseadas».
El estudio muestra como países con una alta implantación de la mascarilla, como España, que fue el país cuyos ciudadanos más usaron el tapabocas fuera de casa, no son necesariamente los que menos contagios ni muertes por covid registraron. España, con un 95% de la población que afirmó usar siempre mascarilla, registró en el periodo indicado 55.480 contagios por millón de habitantes y 968 muertes por millón de habitantes. Caso parecido es el de Italia, con un 91% de los ciudadanos que aseguraban usar siempre mascarilla, los datos de contagio fueron de 54.310 por millón de habitantes y 1.223 muertes por millón de habitantes.
Caso curioso es el de Noruega, que con solo un 29% de la población que admitió usar siempre la mascarilla, solo registró 15.340 contagios por millón de habitantes y 75 muertes por millón de habitantes. Por contra, Suecia, con solo un 5% de sus habitantes haciendo uso de este objeto, registra una de las mayores tasas de contagio (70.356), y una media de muertes de 759 por millón de habitantes. Puedes ver el listado completo aquí.
«Baja eficacia»
En una última revisión de Cochrane que incluye resultados de 78 estudios sobre el uso de la mascarilla y su efectividad, concluye que no hay diferencias entre llevar una mascarilla quirúrgica o no llevarla, y tampoco entre llevar una N95/P2 y una quirúrgica. «La evidencia está limitada por la imprecisión y la heterogeneidad de estos desenlaces subjetivos. Es probable que el uso de mascarillas N95/P2 comparado con el de mascarillas médicas/quirúrgicas suponga poca o ninguna diferencia en el desenlace más preciso y objetivo de infección por gripe confirmada en laboratorio», se lee en la publicación.
Y respecto a llevarla y no llevarla señala: «Es probable que el uso de mascarillas en un entorno comunitario suponga poca o ninguna diferencia en el desenlace de enfermedad pseudogripal (EPG)/enfermedad similar a la covid‐19 en comparación con no utilizarla».
La revista sobre estudios jurídicos que se centra en la intersección del derecho, la ética, la medicina y las políticas, Health Matrix, va más allá y apunta que «la evidencia de la eficacia de las mascarillas se basa principalmente en estudios observacionales que están sujetos a confusión y en estudios mecanicistas que se basan en criterios de valoración sustitutos (como la dispersión de gotas) como indicadores de la transmisión de enfermedades». «La evidencia clínica disponible sobre la eficacia de las mascarillas es de baja calidad y la mejor evidencia clínica disponible en su mayoría no ha logrado demostrar eficacia», establece.
Por todo ello, los expertos consultados defienden que el uso de las mascarillas sea una recomendación y no una obligación en personas vulnerables y con síntomas gripales si están en lugares mal ventilados. «El problema es que las autoridades sanitarias necesitan ser vistas como muy proactivas, sobre todo los recién llegados. Pero no aconsejar mascarillas sería decir qué se han confundido cuatro años. Hay que recordar que las quitaron en junio de 2023 en los centros sanitarios», concluyen.