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Así empecé

Borja Ruiz Mateos: «La clave de Amir fue que los alumnos pagaran solo al aprobar el MIR»

Este empresario cuenta cómo un joven cardiólogo logró crear una compañía referente en la educación médica

Borja Ruiz Mateos: «La clave de Amir fue que los alumnos pagaran solo al aprobar el MIR»

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La historia de Borja Ruiz Mateos podría parecerse a la de otros grandes emprendedores que comenzaron en circunstancias adversas. Como relata él mismo, Amir, su empresa especializada en la preparación del examen MIR, nació por pura necesidad: «Nosotros empezamos a teletrabajar desde el principio, también por una cuestión de dinero. O sea, es que no teníamos dinero para una oficina». Durante tres años, la sede social fue literalmente su casa, entre la cocina y pequeños rincones improvisados como oficina. Ruiz Mateos es el protagonista de este nuevo capítulo de Así empecé, una serie de entrevistas que tiene como objetivo acercar historias de personas que tuvieron una idea, un sueño, de crear o mejorar algo, y que a base de ingenio, determinación y pasión consiguieron sacar adelante. En definitiva, son historias de emprendedores contadas por ellos mismos.

La génesis de Amir ocurrió mientras Borja ejercía como residente en cardiología y simultáneamente daba clases en una academia. Allí descubrió que tenía una pasión y habilidad especiales para enseñar. A los 27 años, en 2006, decidió emprender por su cuenta. La inversión inicial provino de su hermano Alejandro, quien le prestó los primeros 3.000 euros. «Yo no tenía un pavo, un residente gana dinero, pero no muchísimo como para poder emprender», recuerda.

La empresa destacó desde el principio por innovar en la enseñanza online, cuando nadie más lo hacía. «Tenía cristalino que los cursos tenían que ir hacia el online por un motivo económico y de conciliación. Nosotros empezamos dando clases en directo por Skype», comenta Borja. Su intuición fue correcta. El primer año, esperaba 50 alumnos y llegaron más de 700. Y además, Amir irrumpió ofreciendo precios radicalmente más bajos y facilidades de pago insólitas en ese entonces: solo cobraban a los alumnos si aprobaban el examen MIR.

La expansión fue rápida y en pocos años Amir estaba presente en más de 20 ciudades españolas. Ruiz Mateos recuerda: «Fuimos expandiéndonos a medida que el AVE abría nuevas ciudades». Tras consolidarse en España, la empresa dio el salto internacional, llegando a Latinoamérica e Italia. Precisamente en Italia, Borja apostó fuerte: «Dijimos que todos iban a pagar cero, y solo pagarían si aprobaban. Aquellos creían que estábamos completamente sonados». La estrategia resultó ser un éxito rotundo.

Borja compaginó durante años una intensa vida como empresario y cardiólogo, enfrentándose a duras jornadas laborales. «Yo era residente, un esclavo hospitalario, hacía guardias sin parar, más de 400 horas al mes. Fue una cantidad brutal de curro. Si volviera atrás, no sé si sería capaz de volver a hacerlo».

El crecimiento llamó la atención de inversores internacionales, y en 2017 entró en escena el fondo de inversión inglés G Square. Esta nueva etapa profesionalizó aún más la gestión y multiplicó exponencialmente la rentabilidad de la empresa. Según Borja, esta fue una etapa clave: «Descubrí que para tener éxito lo más importante es saber vender tu producto, tenerlo, y luego gestionarlo bien».

En plena crisis sanitaria por la covid-19, Borja no dudó en volver a ejercer la medicina cuando más falta hacía. «Yo estaba en mi casa mordiéndome las uñas, sabiendo que podía ayudar. Cogí el coche y me fui a IFEMA. Allí ayudé a montar la UCI», rememora. Posteriormente, continuó su labor en el Hospital Zendal, experiencia que define como la más significativa de su carrera médica: «La sensación que tuve ayudando en el Zendal no la he tenido en ningún sitio».

Finalmente, tras ejecutar el fondo de inversión, una opción de compra en 2022, Borja dejó Amir, la empresa que había fundado y visto crecer desde cero. La salida fue dura emocionalmente: «Me sentí huérfano, viudo, manco, cojo e inválido. Fue un duelo que me duró seis meses», admite con sinceridad.

Hoy, Borja continúa emprendiendo, ahora enfocado en Proyecto Reanimación, una iniciativa para capacitar a la población en reanimación cardiopulmonar. Su vida profesional, llena de sacrificios y éxitos, tiene una gran enseñanza para quienes quieran seguir sus pasos: «Ideas buenas hay muchas, pero lo importante es el compromiso con tu idea y la capacidad de trabajo para sacarla adelante».

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