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Sanidad

La comida altera la medicina: así cambian los alimentos la eficacia de los fármacos

La ingesta de determinados alimentos como el pomelo junto a medicamentos concretos podría hacerlos tóxicos

La comida altera la medicina: así cambian los alimentos la eficacia de los fármacos

Distintas frutas. | Pixabay

La administración de medicamentos por vía oral es la más común. Es más, casi el 50% de la población española toma al menos un medicamento al día. En ocasiones, los alimentos que comemos pueden interferir en la eficacia del fármaco, haciendo que pierda su efecto o que lo incremente a niveles peligrosos. Hay toda una ciencia detrás de estos casos extraños en los que determinadas mezclas pueden incluso producir efectos secundarios en el consumidor, y las investigaciones al respecto empiezan a llegar a conclusiones comunes.

Al ingerir un alimento, se producen cambios fisiológicos en el aparato digestivo del paciente. Estas modificaciones, en ocasiones pueden cambiar la respuesta que un medicamento tiene en el cuerpo humano. En función del tipo de alimento, el aparato digestivo reacciona de una forma u otra. Por ejemplo, los alimentos ácidos cambian el pH del estómago, haciendo que la absorción de los medicamentos sea distinta a la usual. También puede suceder que, cuando el estómago está lleno, el medicamento pase más tiempo del recomendado en el tracto digestivo, aumentando su efecto en el organismo, o lo contrario. Hay alimentos que aceleran el tránsito intestinal, lo que hace que la medicina pase menos tiempo en el organismo, reduciendo su efecto. Según un artículo publicado por CinfaSalud, este tipo de interacciones se llaman farmacocinéticas. También las hay fisicoquímicas, que se producen cuando el estómago tiene líquido como refrescos o zumos, dificultando la acción del fármaco.

El pomelo, la fruta más peligrosa

El pomelo es, quizás, de los alimentos que más afectan a la ingesta de medicamentos. Esta fruta contiene compuesto llamado furanocumarinas, que inhiben una enzima intestinal responsable del metabolismo de hasta la mitad de los medicamentos. Esto supone que su ingesta podría elevar los niveles en sangre del fármaco, aumentando el riesgo de posibles efectos secundarios. Según indican artículos de medios especializados en salud, hasta 85 medicamentos pueden reaccionar negativamente con esta fruta, como los ansiolíticos, los inmunosupresores o las estatinas (medicamentos para reducir el colesterol), y su acumulación en sangre, que se ve aumentada por el pomelo, puede llegar a volver tóxicos los medicamentos, como sucede con el sildenafil, más conocido como Viagra.

El regaliz es otro de esos alimentos que en algunos casos no puede provocar efectos inesperados al mezclarlo con algunos medicamentos. Contiene glicirrina, un compuesto que altera el metabolismo de algunos fármacos. Según Heart.org, su mezcla con digoxina (una medicina para el corazón) puede llevar a la toxicidad e incluso aumentar el riesgo de arritmias. Además, puede reducir la efectividad de los medicamentos para la presión arterial. En la mayoría de casos, estos síntomas se producen cuando el paciente ha adquirido ese alimento en grandes cantidades, aunque hay algunos casos en los que se ha producido con una dosis moderada.

Los lácteos suelen reducir la absorción de determinados alimentos, haciendo que pierdan eficacia. La explicación de este efecto reside en el calcio presente en todos los lácteos. Los antibióticos contienen moléculas que se «enganchan» fácilmente a esos minerales, haciendo que se reduzca el efecto del medicamento.

El alcohol, el gran enemigo

El alcohol es otro claro enemigo de los medicamentos. Este es quizás el más conocido por todos. En este caso, los motivos de esta incompatibilidad son varios. El primero de ellos tiene que ver con el efecto del alcohol en el hígado. El alcohol utiliza enzinas hepáticas que al juntarse con un medicamento pueden o competir, haciendo que el fármaco tarde más en eliminarse, aumentando el riesgo de toxicidad, o acelerar la actividad en el caso de que el paciente sea alcohólico, haciendo que el fármaco pierda eficacia.

Otro efecto, quizás el más popular de este tipo de bebida es que es un depresor. Muchos medicamentos también lo son, y la unión de ambos multiplica ese efecto. Pero hay más: si se mezclan fármacos anticoagulantes, el alcohol puede alterar la coagulación aumentando notablemente el riesgo de hemorragias.

En cualquier caso, todos los ejemplos previamente mencionados provocan esos efectos a una minoría, es decir, que no es necesario evitarlos, sino consumirlos de manera normal, y en casos muy concretos, evitarlos durante la ingesta de antibióticos. Además, en la mayoría de casos, el prospecto del medicamento suele incluir un apartado sobre la ingesta del mismo con alimentos, bebidas y alcohol. En ese escrito se detalla si el fármaco debe tomarse en ayunas, con comida, qué bebida puede interferir en la absorción, si hay que separar la ingesta de algunos productos, etc.

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