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Sanidad

¿Existe el «síndrome posaborto»? Los psiquiatras matizan, pero hay base científica

La polémica sobre la interrupción voluntaria del embarazo reabre el debate sobre sus efectos psicológicos

¿Existe el «síndrome posaborto»? Los psiquiatras matizan, pero hay base científica

Imagen de una ecografía. | EP

La polémica sobre la existencia del llamado «síndrome posaborto», desencadenada tras la aprobación por parte del Ayuntamiento de Madrid –con los votos a favor de PP y Vox– de que las mujeres que deseen interrumpir voluntariamente su embarazo reciban información sobre este supuesto síndrome, ha reabierto el debate sobre los efectos psicológicos del aborto.

Mientras que sectores contrarios a la interrupción voluntaria del embarazo insisten en considerarlo un trastorno, la comunidad psiquiátrica y las principales organizaciones médicas coinciden en que no existe evidencia científica que respalde la existencia de un síndrome específico asociado al aborto, aunque reconocen que, en determinadas circunstancias, algunas mujeres pueden experimentar síntomas emocionales o psicológicos. Al respecto, la ministra de Sanidad, Mónica García, ha señalado tajantemente que «el aborto no aumenta el riesgo de trastornos mentales. Es mentira, un bulo», una afirmación que ignora los casos individuales en los que algunas mujeres sí podrían necesitar apoyo emocional tras la intervención.

En declaraciones a THE OBJECTIVE, el doctor Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón, señala que el aborto es «un evento traumático en la vida de una mujer» y, como tal, puede ser un «factor de riesgo» para desarrollar problemas de salud mental. Sin embargo, subraya que no se ha demostrado que suponga un mayor riesgo que mantener un embarazo no deseado.

En la misma línea, el doctor Víctor Pérez afirma que «no existe ese síndrome», aunque reconoce que se trata de una decisión difícil que en ocasiones requiere apoyo psicológico. En su opinión, debe compararse con el estrés de un embarazo no deseado o con riesgo para la madre, que puede ser igual o mayor.

El aborto es un «evento traumático»

Más matizado, el doctor Gabriel Rubio, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario 12 de Octubre, aclara a este medio que no existe un síndrome descrito científicamente, pero sí un conjunto de síntomas y signos que pueden aparecer tras un aborto voluntario, vinculados tanto a cambios biológicos –debido a la brusca alteración hormonal– como a factores psicológicos y sociales. «No es una patología, pero es una experiencia que puede vivirse con culpa, liberación o una mezcla de ambas», explica, comparándolo con otros procesos vitales como el duelo: no constituyen enfermedades, pero sí requieren adaptación.

Desde la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, la postura es clara: el «síndrome posaborto» como tal no existe en las clasificaciones diagnósticas. Sin embargo, reconocen que algunas mujeres, especialmente aquellas que abortan con fuertes conflictos de valores, pueden desarrollar trastornos adaptativos, duelos complicados o incluso síntomas de estrés postraumático. En cambio, las mujeres que interrumpen el embarazo de forma voluntaria y convencida no suelen presentar este tipo de complicaciones. «Sí podemos decir que existe un cuadro clínico asociado al aborto, que no se llama síndrome posaborto y que no se da ni mucho menos en todas las mujeres que abortan».

Literatura científica y jurídica

Sea como fuere, PP y Vox no se han inventado el término ex nihilo. Este aparece en la literatura científica y jurídica de manera profusa. Una de las investigadoras que más ha publicado sobre ello ha sido la psiquiatra Carmen Gómez Lavín, que publicó en 2005, junto a Ricardo Zapata Categorización diagnóstica del síndrome postaborto. Según la doctora, este se caracteriza por síntomas depresivos y ansiosos; sentimientos de culpa y de remordimientos irreversibles; sueños recurrentes y pesadillas; y/o reacciones en el aniversario, al acercarse o cumplirse la fecha del aborto.

En cuanto a las referencias jurídicas, hay sentencias judiciales fundamentadas en torno a su existencia. Concretamente, una de la Audiencia Provincial de Oviedo, ratificada luego por el Tribunal Supremo, sostiene la existencia de dicho síndrome. «La testigo (terapeuta de la demandante durante dos años) expone que esta persona está afectada por el síndrome post-aborto que ha dado lugar a la ruptura con su pareja en el primer año, así como a una adicción al trabajo», dice el fallo, consultado por THE OBJECTIVE.

Según la sentencia, el aborto «supone un aumento de la probabilidad de cáncer de mama en el primer año posterior a la intervención». También resalta cómo «los porcentajes son altísimos de remordimiento y tristeza en los meses siguientes que derivan en problemas asociados al estrés postraumático, tal y como aparece avalado por numerosos estudios científicos internacionales».

Esta sentencia es condenatoria ante la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción Voluntaria del Embarazo (ACAI) por publicidad engañosa: había publicado en su página web que «la interrupción del embarazo es una operación que no deja secuelas (…) y la incidencia de complicaciones es bajísima». Abogados Cristianos consiguió que la asociación tuviera que retirar esta aseveración de su web. Y es que, diga lo que diga la ministra de Sanidad, y cuestiones semánticas al margen, el consenso está en que un aborto sí tiene consecuencias importantes para la mujer.

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