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Sanidad

Entre brindis y tensiones, cómo la familia influye en lo que comemos

Cómo la familia moldea nuestra relación con la comida y qué podemos hacer para vivir las fiestas de forma más saludable

Entre brindis y tensiones, cómo la familia influye en lo que comemos

Brindis.

Durante las celebraciones de las fiestas navideñas, muchas familias se reúnen alrededor de la mesa, compartiendo comidas y recuerdos. Pero ¿y si la forma en que comemos en estos encuentros estuviera influida por algo más que la tradición?

La investigación en psicología muestra que nuestras familias y la educación que recibimos tienen un impacto enorme en cómo comemos y en nuestra relación con la comida. De hecho, estas influencias pueden ser tan profundas que algunas personas llegan a temer visitar a sus familiares durante las celebraciones.

En una investigación exhaustiva sobre la psicología de la alimentación, Jane Ogden, profesora de Psicología de la Salud en el King’s College de Londres, analiza cómo las dinámicas familiares afectan nuestra conducta alimentaria y ofrece consejos prácticos para fomentar relaciones más saludables con la comida y con los demás.

Los padres tienen un papel clave

Los resultados de este análisis los recoge en su nuevo libro How to Eat Well at Every Age, donde destaca cómo la familia en la que crecemos puede moldear nuestras actitudes hacia la comida durante toda la vida. Los padres desempeñan un papel clave enseñando a los hijos qué, cuándo y cómo comer.

«Los niños aprenden qué y cuánto comer observando a sus padres», explica Ogden. «Hasta los 12 años, son sus principales modelos. Después, aunque parezca que los amigos pesan más y que los progenitores pierden influencia, en secreto siguen fijándose en lo que hacen».

Esta influencia va más allá de las elecciones alimentarias e incluye actitudes sobre la imagen corporal y la actividad física. Los padres que muestran hábitos de alimentación saludables y estilos de vida activos pueden establecer rutinas que duren toda la vida.

Beneficios de comer en compañía

Las familias tienen un poder notable sobre nuestra relación con la comida. Además, comer en compañía tiene un enorme impacto psicológico.

Para la mayoría de las personas, la comida puede unir, mejorar el bienestar y crear recuerdos duraderos. Ogden subraya los beneficios de comer juntos, ya que los alimentos fomentan la interacción social y mejoran el estado de ánimo: «La comida también contribuye al bienestar, pues proporciona placer, estructura y una excusa útil para pasar tiempo con amigos y familiares», afirma.

Pero ¿qué ocurre cuando las actitudes heredadas sobre la comida son negativas y una gran reunión familiar significa enfrentarse a comentarios y conductas difíciles?

La situación se complica cuando ciertas creencias sobre la comida y la imagen corporal no son constructivas, y la comida se utiliza para regular emociones, especialmente durante reuniones familiares estresantes. Por ejemplo, ayuda a gestionar el aburrimiento, la ansiedad o la soledad, algo especialmente complicado para quienes han trabajado en mejorar su relación con la alimentación.

Otro reto durante las celebraciones es la tendencia a etiquetar los alimentos o hábitos como buenos o malos, un lenguaje transmitido por generaciones anteriores. Ogden advierte que esto puede generar culpa, vergüenza y efectos rebote, llevando a comer en exceso lo que se intenta evitar.

Moderación en lugar de restricción

En lugar de ello, propone un enfoque equilibrado, reconceptualizando los alimentos como «frecuentes» frente a «ocasionales» y centrándose en la moderación en lugar de la restricción. «Hablen sobre la comida de manera que refuerce comer cuando tienen hambre y parar cuando están saciados, sin que el tamaño corporal sea un problema», aconseja la experta.

A pesar de los comentarios familiares, las restricciones estrictas pueden ser contraproducentes, provocando antojos, excesos y sentimientos de culpa. Ogden recomienda centrarse en qué alimentos aumentar, como frutas, verduras y comidas caseras, en lugar de qué evitar. Este enfoque positivo ayuda a construir una relación equilibrada y sostenible con la comida.

«La comida puede ser social y de interacción, no solo calorías y nutrición. Procuren comer bien, pero sean amables consigo mismos si no comen lo suficientemente bien», explica Jane Ogden, quien señala que evitar el sentimiento de fracaso ayuda a mantener hábitos más saludables y duraderos.

«La comida puede ser social y de interacción, no solo calorías y nutrición.  Hay que intentar comer bien, pero sean amables consigo mismos si se desvían y comen lo suficientemente bien», explica Ogden, señalando que evitar el sentimiento de fracaso fomenta un enfoque más saludable y duradero. Quienes ya tienen una relación compleja con la comida y buscan romper ese ciclo con sus hijos también encontrarán consejos prácticos en el libro.

Hablar positivamente de alimentos saludables

Ogden recomienda, por ejemplo, ser un buen modelo y gestionar el entorno doméstico de forma positiva: «Hablen positivamente sobre los alimentos saludables. Digan: «Este pastel de carne está delicioso», «esta coliflor está muy crujiente» o «estas zanahorias son muy dulces», aconseja.

El libro también advierte sobre usar la comida como recompensa, ya que puede enseñar a los niños a asociar alimentos poco saludables con placer. En cambio, los padres deben premiar la alimentación saludable con elogios y sonrisas, fomentando la preferencia por alimentos nutritivos.

Los adultos deben «comer alimentos saludables, no picar entre horas, no comer en exceso ni quedarse cortos, y ser vistos probando y disfrutando de nuevos alimentos», indica Ogden.

Para quienes cuidan de un familiar mayor que aún vive de forma independiente pero come poco, Ogden recomienda: «Somos una población envejecida y esto se convierte en un problema al ver a los padres adelgazar y no comer adecuadamente. La Navidad puede ser el momento para asegurarse de que coman una comida casera», afirma.

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