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El mayor burdel de Europa se declara en quiebra por el impacto del coronavirus

El mayor burdel de Europa se declara en quiebra por el impacto del coronavirus

Thilo Schmuelgen | Reuters

Pascha, el mayor burdel de Europa, ubicado en la ciudad alemana de Colonia, se ha visto obligado a declararse en quiebra tras cinco meses sin actividad debido a la prohibición del ejercicio de la prostitución como consecuencia del coronavirus.

Lo más importante: el lupanar, en el que trabajaban 120 prostitutas, se ha quedado sin reservas para afrontar los gastos del edificio de diez plantas y pagar a sus 60 empleados entre operarios, cocineros, peluqueros, electricistas, masajistas, personal de limpieza y de seguridad.

«En cierta manera es inimaginable, pero he tenido que presentar el martes ante el Tribunal Administrativo la solicitud de suspensión de pagos. Estamos acabados», ha confirmado el gerente del Pascha, Armin Lobscheid, en declaraciones al diario local Express.

El empresario ha criticado a las autoridades por la falta de claridad respecto a una posible reactivación del viejo oficio y el hecho de que les hayan dado largas una y otra vez, algo que dificultaba la planificación a corto y medio plazo del burdel. «Quizás podríamos haber evitado la insolvencia con ayuda de los bancos si nos hubieran confirmado que a principios del año que viene pudiésemos retomar la actividad».

Lobscheid ha advertido que «todos en el sector saben que el negocio del sexo sigue activo, pero de una manera que nadie realmente celebrará. Es decir, en el anonimato y sin contribuir a Hacienda».

Una situación que acrecienta —aún más— la situación de las meretrices. La demanda se mantiene y ahora no les queda más remedio que reunirse con sus clientes en hoteles, apartamentos, vehículos y caravanas, con la salud de las trabajadoras sexuales expuesta por la pandemia[contexto id=»460724″].

«Ya no tienen protección y se ven expuestas a la indefensión frente a proxenetas y clientes, ya que difícilmente pueden acudir a la policía si ocurre algo. Eso lo saben los clientes y les obligan, por ejemplo, a practicar sexo sin condón», ha reiterado Lobscheid.

Ahora queda en el aire qué piensa hacer el propietario del edificio, la sociedad comanditaria Timoste Appartementhotel Schildbach, ya que el inmueble siempre alojó una mancebía. Desde Express se ha apuntado que es bastante improbable que se autorice su uso como hotel o centro de acogida para refugiados, pues obligaría a realizar una reforma integral.

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