AstraZeneca y la Universidad de Oxford anunciaron el lunes que, según los resultados de los ensayos clínicos realizados en el Reino Unido y Brasil, su vacuna mostraba una eficacia media del 70%. Este dato –de ahí el ‘media’– procede, sin embargo, de dos grupos distintos. Uno de casi 9.000 personas que recibieron dos dosis con un intervalo de un mes, en el que se obtuvo una eficacia del 62% y otro de sólo 2.700 participantes que recibieron primero media dosis y luego una dosis entera.
Lo más importante: AstraZeneca ocultó algo clave en su comunicado del lunes: el grupo en el que se observó un 90% de eficacia, demás de ser mucho menor, tenía un límite máximo de edad de 55 años, según han reconocido científicos de la Universidad de Oxford. «Para confirmar estos resultados, probablemente se realizará otro estudio internacional», ha afirmado Pascal Soriot, director ejecutivo de AstraZeneca.
Tras anunciar los resultados preliminares de la tercera fase de las pruebas, la universidad reconoce de manera implícita que a la hora de suministrar las dosis a los participantes de los ensayos se partió de un error. AstraZeneca también ha aclarado que esa media dosis partió de un error de cálculo, pero que al final ha sido más eficaz que dar la primera dosis entera, por motivos que aún no conocían, que estaban ‘investigando’. «La realidad es que podría terminar siendo un error bastante útil» declaró el pasado miércoles el vicepresidente Menelas Pangalos a The New York Times.
Andrew Pollard, científico de la Universidad de Oxford, ha explicado que la diferencia podía explicarse porque «al dar una primera dosis más pequeña estamos preparando el sistema inmunológico de manera diferente, lo estamos preparando mejor para responder».
La vacuna de Oxford se ha presentado desde el principio de esta carrera como una de las opciones más prometedoras por su bajo precio, su fácil conservación –sólo se requiere un frigorífico mientras que la de Pfzer, por ejemplo, tiene que conservarse a 70º bajo cero– y el hecho de que esté fabricada a partir de una versión debilitada del virus, una técnica usada regularmente en vacunas.