El precio de las bayas de saúco se dispara por su capacidad para reforzar el sistema inmunitario

La demanda de bayas de saúco húngaro, un alimento hasta ahora asequible y sin demasiada importancia en los mercados internacionales, se ha disparado este año a raíz de las compras de varias empresas vinculadas a la salud en Estados Unidos y China. Estas dos potencias, atraídas por los supuestos beneficios para la salud de la baya de saúco, son las responsables principales de este auge, que también se ha extendido a otros países. Entre las propiedades de esta baya se encuentra la capacidad de reforzar el sistema inmunitario.

Por qué te lo contamos: algunas teorías defienden que este tipo de bayas pueden ser positivas para los pacientes con enfermedades infecciosas, como podría ser el coronavirus[contexto id=»460724″], aunque no existe ningún estudio científico que lo confirme. No es la primera vez que se identifica una sustancia que aporta beneficios para combatir infecciones: desde marzo se han generalizado los documentos que aseguran que ciertos alimentos, como el zumo de grada y el té verde, podrían reducir la carga viral. 

Las bayas de saúco han sido utilizadas en la medicina tradicional de Hungría durante siglos, donde se recogía de plantas silvestres. Antes de la pandemia, el 90% de la producción se destinaba a la industria de la alimentación, principalmente como colorante para el helado. Ahora, los precios han aumentado significativamente. En el pueblo de Sarszentagota, una cooperativa que se dedica a la plantación de la baya de saúco ha experimentado un gran aumento de la demanda. Tras la subida, el precio de este alimento se ha situado en más de 1.30 dólares el kilo.

A pesar de que algunos alimentos naturales puedan ayudar a descomponer toxinas o a reforzar el sistema inmunitario (como la albahaca o el jengibre), el consenso científico alerta del riesgo para la salud pública que puede suponer exagerar los beneficios de estas soluciones tradicionales. Tampoco está claro qué medicamentos son los más eficaces para combatir el coronavirus, como evidenció el debate sobre la hidroxicloroquina, una sustancia que Donald Trump recomendó sin criterios clínicos.