El cribado masivo en Burgos, que comenzó el pasado sábado y ha finalizado hoy, ha permitido analizar muestras de 43.029 personas y detectar 243 casos asintomáticos entre la población de la capital burgalesa, una de las más afectadas por los contagios de COVID-19, donde los hosteleros han protagonizado una nueva protesta por el cierre de su sector.
Las cifras: además de los 243 asintomáticos, 97 de las personas que han acudido voluntariamente al cribado han resultado no válidas, por lo que se someterán a pruebas PCR, según la información aportada por la Consejería de Sanidad. A todos ellos se sumarán los datos del cribado que se ha realizado de forma paralela durante tres días de esta semana en los polígonos industriales y en algunas grandes empresas de la ciudad, incluyendo trabajadores no residentes en Burgos.
El delegado territorial de la Junta en Burgos, Roberto Saiz, y la gerente de Atención Primaria, Mónica Chicote, comparecerán el lunes en una rueda de prensa para dar los datos definitivos y ofrecer el balance de las consecuencias de este cribado, en el que se estima que por cada caso asintomático detectado se puede haber evitado el contagio de, al menos, entre cinco y siete personas en el plazo de siete días.
Protesta de los hoteleros
Unos 130 hosteleros de Burgos han planteado este sábado que «el mayor repunte de COVID de las últimas semanas guarda relación directa con las continuas restricciones y cierres de la hostelería». En un comunicado leído en una de las zonas céntricas con más alta densidad de bares de Burgos, los hosteleros han sostenido que están llegando a un «punto sin retorno», 130 establecimientos de hostelería de todo tipo se han adherido a una protesta simbólica en la que han abierto sus establecimientos a las 12:30 y han encendido las luces para recordar su presencia, aunque sin venta al público para no incumplir las restricciones.
Los establecimientos se mantendrán abiertos hasta las 14:00 y la apertura se repite esta tarde de 18:00 a 22:00 horas, cuando entra en vigor el toque de queda.
En un comunicado exigen medidas de desescalada y advierten de que si no se pone fin a las restricciones que les «asfixian», adoptarán «medidas unilaterales con el alcance que se considere necesario y en el modo que se entienda procedente». Insisten en que «nunca la hostelería ha sido el problema, sino un cauce para evitar el botellón y las reuniones sociales descontroladas, que si se han señalado como principales responsables de la escalada de contagios».
Aseguran que el cierre total del sector en la capital burgalesa, donde solo se autoriza la apertura para recoger comida o hacer entregas a domicilio, afecta a la hostelería de día, de noche, restaurantes, bares especiales, discotecas y distribuidores, de los que dependen muchas familias que llevan meses sin poder llevar ni un solo euro a casa.