El excéntrico presidente de Turkmenistán ha asegurado que el regaliz podría servir como remedio contra el coronavirus, una supuesta nueva receta milagrosa promocionada por este país aislado y autoritario de Asia central, que sostiene estar a salvo de la pandemia.
En contexto: esta no es la primera vez que el autoritario presidente de Turkmenistán pide el uso de una planta medicinal para combatir la pandemia, de la que el país afirma estar a salvo. Desde marzo, y bajo las recomendaciones oficiales del mandatario, la población ha recurrido a las fumigaciones de alharma, una planta de fuerte olor y supuestas propiedades medicinales.
«Científicos de todo el mundo están investigando remedios efectivos para el coronavirus[contexto id=»460724″], realizando numerosos estudios, y uno de ellos podría ser la raíz de regaliz», ha dicho Gurbanguly Berdymukhamedov durante una reunión ministerial.
Berdymukhamedov ha asegurado que «el regaliz impide el desarrollo del coronavirus y que incluso una baja concentración de un extracto acuoso de regaliz tiene un efecto neutralizante», sin aportar ninguna evidencia científica a sus declaraciones.
Señalando que Turkmenistán dispone «de suficientes reservas» de regaliz, encargó a la Academia Nacional de Ciencias emprender estudios sobre los supuestos efectos benéficos de esta planta aromática, también presente en Europa.
El presidente de Turkmenistán, ferviente partidario de las iniciativas encaminadas a glorificar la flora y la fauna de esta antigua república soviética, había ordenado fumigaciones con alharma «sistemáticamente». Desde entonces, el precio de esta planta se disparó.
A pesar de que las autoridades sanitarias mundiales recomiendan el uso de mascarilla, el distanciamiento social y el lavado regular de manos, en Turkmenistán, fue necesaria la visita de una delegación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en julio para que se impusieran esas medidas y restricciones públicas.
Sin embargo, el país nunca admitió haber registrado ningún caso de coronavirus, incluso después de que el embajador del Reino Unido en Asjabad anunciara que padecía COVID-19.
Desde el verano, las tiendas no alimentarias y los restaurantes han estado cerrados y el tráfico de trenes y autobuses ha sido limitado. Se invitó a la población a usar máscaras, oficialmente para protegerse del «polvo y patógenos» cuya naturaleza no se ha especificado.