Los diputados franceses han votado por unanimidad a favor de prohibir las terapias de conversión que buscan imponer la heterosexualidad normativa a lesbianas, gays, bisexuales y transexuales.
La propuesta de ley prevé sancionar estas terapias con dos años de prisión y 30.000 euros de multa, pena que puede ascender a tres años y 45.000 euros cuando se trata de menores.
«No hay nada que curar. Ser uno mismo no es un crimen. No debemos intentar modificar la identidad de género o la orientación sexual» de las personas, dice la ministra de Igualdad, Elisabeth Moreno.
Los dos diputados clasifican esas llamadas terapias en tres categorías: las religiosas, entre llamados a la abstinencia y sesiones de exorcismo; las médicas, con tratamientos hormonales, hipnosis e incluso electroshocks y sociales, con bodas forzadas heterosexuales.
Aunque estas acciones ya pueden ser castigadas, el legislador Laurence Vanceunebrock estima necesario la creación de un delito específico para mejor enfrentar el fenómeno y apoyar a las víctimas a la hora de denunciar y de liberarse del «control» de algunos ambientes.
A pesar del visto bueno unánime de la Asamblea, la incertidumbre planea sobre si la propuesta de ley podrá pasar a tiempo el filtro del Senado antes de febrero, cuando terminan los trabajos parlamentarios a causa de la elección presidencial de abril.
Las asociaciones LGTB[contexto id=»383891″] y la sociedad civil intensifican su movilización. Cantantes muy populares entre los jóvenes franceses como Eddy de Pretto y Hoshi urgieron a finales de abril a los diputados a que actuaran.
En Europa, Malta y Alemania ya prohibieron estas terapias de conversión sexual y acciones parecidas han comenzado en Holanda y el Reino Unido. En Canadá, los diputados aprobaron una propuesta parecida en junio.