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De la bebé con corazón de mono, a la mujer con hígado de cabra: la esperanza de los xenotrasplantes se reaviva

Esta semana nos sorprendía la noticia de un trasplante de corazón de un cerdo a un hombre, pero no es la primera vez que se recurre a órganos de otras especies

De la bebé con corazón de mono, a la mujer con hígado de cabra: la esperanza de los xenotrasplantes se reaviva

Los profesionales médicos con Baby Fae | RRSS

Los xenotrasplantes –trasplantes de células, tejidos u órganos entre especies– están a la vanguardia de la ciencia médica, y algunos científicos creen que son la clave no solo para reemplazar órganos, sino también para curar otras enfermedades mortales.

Esta semana nos sorprendía la noticia de un trasplante de corazón de un cerdo a un hombre. Por primera vez se conseguía trasplantar con éxito un corazón animal modificado genéticamente sin un rechazo inmediato por parte del cuerpo. La ciencia superaba una vez más a la ficción. El debate revive. Y también las esperanzas.

«Este hito es algo muy positivo. Una esperanza para los pacientes con insuficiencia cardíaca», valora a THE OBJECTIVE el Dr. José González Costello, presidente de la Asociación de Insuficiencia Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

Sin embargo, aunque es la primera vez que se consigue realizar con éxito un xenotrasplante de un órgano modificado genéticamente, no es la primera vez que se recurre a ellos como «estaciones intermedias» mientras llega el órgano humano adecuado para el trasplante.

La niña con el corazón de un mandril

Según el libro de Scott McCartney sobre trasplantes, Defying the Gods: Inside the New Frontiers of Organ Transplants, el primer trasplante de órganos fue realizado a principios del siglo XX por Alexis Carrel, un médico francés que ejercía en Chicago. Había desarrollado una técnica para unir vasos sanguíneos y en 1906 trasplantó un corazón nuevo a un perro y un riñón nuevo a un gato.

El primer trasplante de animal a humano fue en el mismo año, cuando el cirujano francés Mathieu Jaboulay implantó un riñón de cerdo en una mujer y un hígado de cabra en otra. Ninguno sobrevivió.

En abril de 1995, recoge la Administración de Medicamentos y Alimentos ​​del Gobierno de los Estados Unidos (FDA), los médicos del Centro Médico Lahey Hitchcock en Burlington, Massachusetts, inyectaron células cerebrales fetales de cerdo en los cerebros de pacientes con enfermedad de Parkinson avanzada. La esperanza era que el tejido fetal produjera dopamina, de la que carecen los cerebros de los pacientes. 

Pero no solo se han hecho xenotrasplantes con órganos o tejidos de cerdos. En diciembre de 1995, investigadores de la Universidad de California, San Francisco, inyectaron a un paciente con SIDA médula ósea de babuino. Y han pasado exactamente 31 años desde que el Dr. Leonard Bailey trasplantó un corazón de babuino a una bebé conocida como Baby Fae. 

Era 1984, y la pequeña vivió 21 días después del trasplante, dos semanas más que cualquier otra persona con un corazón de simio. Baby Fae pasó a la historia como un icono de la batalla médica para salvar la vida a niños con malformaciones letales.

Xenotrasplantes, el ‘puente’ hasta la llegada del órgano humano

No hay suficientes órganos para todos. Siendo España líder mundial en la donación de órganos durante 29 años consecutivos, los últimos datos publicados en 2020 por la Organización Nacional de Trasplantes indican que en nuestro país hubo 1.777 donantes. En 2019, con 49 donantes por millón de habitantes, España lideraba las donaciones de órganos en todo el mundo. En 2020 se realizaron 4.427 trasplantes, y 5.449 en 2019.

Sin embargo, los órganos disponibles siguen siendo del todo insuficientes. El proyecto europeo EUDONORGAN, liderado por la Universidad de Barcelona, indicaba que en 2017 había más de 87.000 personas esperando un trasplante en Europa, para las cuales solamente había 10.500 donantes anuales disponibles.

De esta forma, los xenotrasplanes podrían proveer un suministro de órganos y resolver la actual escasez de estos para trasplantes. Es decir, podrían funcionar como «puentes» hasta la llegada del órgano humano.

Según el cardiólogo José González Costello, si tuviéramos más corazones podrían ser «menos restrictivos» en cuanto a los criterios de inclusión en las listas de trasplantes, ya que, asegura, miles de personas se quedan fuera cada año. «Tenemos que ser restrictivos porque sabemos que si se los ponemos a unos no se los podemos poner a otros», se lamenta.

Por su parte, Luis Miguel Pastor García, presidente de la Asociación Española de Bioética y Ética Médica (AEBI), señala a THE OBJECTIVE que los xenotrasplantes «podrían ser un elemento más que aportaría más posibilidades a determinados pacientes», ya que, en medicina, concreta, las soluciones suelen ser «combinaciones de varios elementos».

Sobre si puede consolidarse como una práctica clínica definitiva, ambos expertos coinciden en que primero habría que hacerlo replicable en un mayor número de pacientes y comprobar que el modelo es sostenible; es decir, que estos cerdos se puedan conseguir sin un coste brutal y que los órganos trasplantados tengan una supervivencia a largo plazo. «Pero para que esto sea una realidad estamos hablando de muchos años», concreta el Dr. González.

Dilemas éticos

De todos los animales, los mandriles y los cerdos son los donantes de xenotrasplantes favoritos. No obstante, los cerdos son el animal ideal para los xenotrasplantes, por su facilidad de poder criarlos y su mantenimiento, por su anatomía similar a la de los humanos, y también por el tamaño de sus órganos, compatible con los nuestros.

Sin embargo, los xenotrasplantes plantean un reto que hay que resolver científicamente. Nuestro sistema inmunitario rechazará un órgano porcino –o de cualquier otro animal– si pretendemos introducirlo en el cuerpo de una persona, al detectarlo como extraño. En este sentido, los investigadores han tenido que encontrar una serie de ‘trucos’ genéticos, inactivando genes del genoma del cerdo y añadiendo genes del genoma humano, para generar cerdos modificados genéticamente cuyos órganos puedan engañar a nuestro sistema inmunitario, camuflándose como propios para no ser rechazados

Así, llegados a este punto, cabe preguntarse, ¿es éticamente aceptable usar órganos animales para suplir órganos humanos? «Todos nos hemos comido un bocadillo de jamón», ironiza el cardiólogo, que concreta que el sacrifico de un animal para salvar la vida a un paciente, «si se hace con la ética adecuada para que el animal no sufra», no es mayor problema.

En la misma línea se pronuncia el catedrático de Biología Celular, que señala que mientras se respete la vida humana y la integridad y la dignidad de la persona, así como se «respete» a los animales sin causarles daño, «no le veo mayor problema».

«Lo que buscamos en el ámbito médico es que los beneficios sean mayores que los perjuicios con respecto al paciente, y no realizar acciones que vayan en contra del valor de la vida humana», explica Luis Miguel Pastor García.

Sin embargo, existe un dilema ético importante al que sí hacen mención los expertos consultados: el riesgo de ser infectado por retrovirus activados de las células del cerdo. Sin embargo, a día de hoy no se ha demostrado experimentalmente que estos retrovirus puedan infectar a seres humanos o primates no humanos xenotrasplantados, a pesar de la larga historia de convivencia entre cerdos y humanos.

«Si estos científicos han conseguido, por un lado, que haya menos rechazo y que, además, esos cerdos sean especiales y no contengan estos retrovirus, es evidente que esto es un avance», señala el catedrático de Biología Celular, que agrega que: «La viabilidad de esto está aún por ver. «Tenemos bastantes interrogantes todavía», concluye.

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