¿Qué tipo de jubilado vas a ser?

En la entrevista que le hizo esta semana María Casado a la psiquiatra Marian Rojas en Las tres puertas, ésta decía que la causa de algunas enfermedades mentales es la vida vacía. No tener una ilusión, despertar cada día sin tener mucha cosa que hacer, «ser millonarios en tiempo» te iba desinflando durante el día y acababas con el ánimo minado.

Al escucharlo verbalizado, lo de la vida vacía me pareció cruel. Imagina el diagnóstico: «A usted lo que le pasa es que tiene la vida vacía». Suena fuerte. Muy triste. Pero si lo piensas bien, la receta para curar la vida vacía será algo así como «haga cursillos, conozca a gente, piense en qué es lo que más le gusta hacer y busque la manera de pasar tiempo haciéndolo». Así que tampoco está tan mal. Y ya, ya entiendo que muchas veces lo de tener la vida vacía viene por causas muy complicadas como la muerte de un ser querido, rechazo familiar, pérdida de trabajo, etc.

Aunque la vida vacía no es exclusiva de las personas mayores, sí que es verdad que a partir de la jubilación es cuando muchos empiezan a sentirse así, vacíos. En mi entorno siempre se ha visto la jubilación como algo positivo, el inicio de una etapa mejor, pero es cierto que no todo el mundo tiene esa capacidad de verlo.

Hace poco colgué en mi Instagram una foto de un negocio que anunciaba liquidación por jubilación. Algunos me respondieron con caritas tristes. ¿Por qué casi todo el mundo ve la jubilación como la mejor parte del trabajo y cuando vemos un negocio con el cartel de cierre por jubilación nos da pena? Entiendo que no te da pena la jubilación en sí de esa persona, sino que es algo más egoísta: te apena perder un establecimiento que te gusta y que, normalmente, suelen ser de los que ya van quedando pocos. Aunque a veces, además de egoísta, es un sentimiento algo cínico, puesto que esos establecimientos solían tener menos clientela que un puesto de arena en el desierto. Así que ahora menos penas.

A mí ver un cartel de jubilación me parece una noticia alegre. Pienso en el día después de jubilarse de esa persona. En cómo será su vida. En si cambiará las horas que se pasaba en su pequeña tienda por darse paseos bajo el sol o yendo a comer con sus amigos o comentando la programación de la tarde con su pareja. O, simplemente, mirando el techo pensando lo bien que se está mirando el techo cuando no se quiere hacer otra cosa. Porque no hacer nada también puede ser divertido.

A veces pienso en qué tipo de jubilada seré yo. Descartadísimo queda ser jubilada deportes. Sería muy raro que a la vejez me diese por el aquagym, pero igual es a la vejez cuando se siente la llamada del cloro, porque hay que ver lo que le gusta a un jubilado una piscina de polideportivo. 

Tampoco creo que me diese por ser una jubilada country. No porque no me gusten las clases de baile, al contrario, pero veo que en los jubilados la clase de baile tiene un fin 100% funcional, es su FP. Van a bailar para ponerlo en práctica sí o sí, aunque eso les cueste la vida. Y a mí lo de colonizar a codazos con mis veinte amigos de country una pista de baile en un hotel de Santa Pola para bailar muy serios como si fuésemos Coyote Dax, no me atrae. 

Me veo bastante en el papel de jubilada Domestika, es decir, apuntándome a todo tipo de cursos de mi centro cultural de confianza: desde pintar cuadros al óleo de mi gato hasta el curso ‘Descubre los setos de tu ciudad’. Los cursos me encantan. Hacerlos y apuntarme a ellos, que no siempre es lo mismo. 

También tengo perfil de jubilada 010, me veo siendo la abuela trámites. Una jubilada de las que hasta que no actualizan su cartilla, no es persona. O de las que conocen por el nombre a cada uno de los trabajadores de la Oficina de Atención al Ciudadano. Fijo que comentaré en alto la cantidad de cosas que tiene que hacer. Así que, aunque ahora no me gusta la idea, supongo que si soy una jubilada 010 seré de las que va en contra de su religión guardar la vez. 

Es posible que también sea una jubilada Delivery, de las que cocinan una tarde y le llenan nevera de tápers a toda la familia. También me motiva ser jubilada Calatrava, amantes de mirar las obras públicas, porque me gusta ver el proceso de las cosas.

Lo que espero es no ser jubilada canguro. Cualquier cosa parecida a un parque, me agota. Si eso pasara, ya tengo preparada la excusa: «No puedo quedarme con los niños, cielo, tengo que ir a clase de aquagym».