Aumenta la demanda de las cirugías de engrosamiento y alargamiento de pene
Estas operaciones son especialmente solicitados por pacientes de menos de 40 años, solteros o recientemente separados
Las cirugías estéticas de alargamiento y engrosamiento de pene son cada vez más demandadas por los pacientes, especialmente por aquellos que tienen menos de 40 años y que están solteros o recientemente separados.
«La demanda ha venido creciendo con respecto a los últimos años, quizá debido a una cultura que tenemos ahora mucho más enfocada en la sexualidad», explica a THE OBJECTIVE Javier Romero-Otero, director médico de ROC Clinic y director del departamento de Urología de HM Hospitales.
«El perfil del paciente que demanda estas cirugías suele ser un paciente joven, menor de 40 años, normalmente soltero o recientemente separado, que quiere mejorar el aspecto de sus genitales y también de paso su rendimiento sexual», apunta Romero-Otero.
El aumento es posible, pero limitado
Según explica el especialista, habitualmente los pacientes acuden a la consulta con una idea distorsionada de lo que se puede lograr con una operación estética de este tipo. «Muchas veces hay que ajustarle las expectativas porque la información que encontramos muchas veces en los medios es exagerada, no se ajusta a la realidad, y no hay una buena técnica para alargar o engrosar el pene realmente y muchas veces hay que contarles que no pueden esperar unos agrandamientos como los que aparecen en las publicidades de algunas webs».
Tanto el alargamiento como el engrosamiento se pueden lograr, pero «nadie te va a alargar diez centímetros, ni siquiera cinco, es súper complicado, la ganancia suele ser de unos tres centímetros combinando varios tipos de técnicas».
En cuanto al alargamiento, se puede hacer con diferentes técnicas quirúrgicas, que van desde la suspensión del ligamento suspensorio del pene hasta hacer una liposucción para eliminar la grasa infrapúbica para «sacar» el pene del abdomen.
En cuanto al engrosamiento, «salvo algunas recientes excepciones que todavía en España no se han llevado a cabo, algunas cirugías que introducen una prótesis alrededor de los cuerpos cavernosos, tradicionalmente en nuestro país se ha logrado agrandar el pene o el glande mediante la adición de material autólogo o heterólogo», explica el cirujano, para lo que «se puede utilizar grasa del mismo paciente o algunas sustancias sintéticas para lograr esa sensación de engrosamiento».
Para quién es esta cirugía
«Yo como médico recomendaría la cirugía de alargamiento en aquellos penes que son cortos, es decir, menos de siete centímetros y que impida penetrar», afirma Romero-Otero. En estos casos, apunta, incluso no es necesario el alargamiento como tal, sino «ponerles las cosas más fáciles» haciendo una liposucción, una escrotoplastia y «no propiamente atacando con la cirugía al pene, lo que puede provocar un resultado estético peor que el previo».
«Hay que seleccionar muy bien los casos y los pacientes», explica el especialista, puesto que a veces aparecen hombres en consulta que «tienen un trastorno psicológico, porque tienen un pene con un un grosor y una longitud normal pero ellos ven un micropene, por lo que su problema no es morfológico». Así, señala que a estos pacientes «hay que evitar operarlos, porque lo que necesitan es una revisión para detectar estas alteraciones psicológicas y un tratamiento en ese sentido».
¿Qué riesgos tienen estas operaciones?
Como toda intervención quirúrgica, estos tratamientos pueden entrañar algunos riesgos que, aunque no son habituales, hay que valorar antes de decidir seguir adelante.
Las principales consecuencias negativas a largo plazo que se pueden sufrir son «la deformidad del pene, la disfunción eréctil, la pérdida del glande por isquemia y el acortamiento mayor del pene», explica Romero-Otero.
Este último caso puede suceder especialmente «en algunas técnicas como el corte del ligamento suspensorio, donde sino se interpone un tejido o no pones al paciente después a hacer una rehabilitación con un aparato de tracción peneana, al final ese corte que le das al ligamento suspensorio acaba generando una cicatriz que retrae todavía más el ligamento y el pene acaba más enterrado».
Además, si surgen complicaciones en alguna de las técnicas quirúrgicas, puede ocurrir que un pene que no tenía disfunción eréctil sufra un deterioro en este sentido «debido a una cirugía que el paciente nada más que quería por motivos estéticos», explica el médico, por lo que insiste en que «hay que seleccionar muy bien los casos».