El arte paleolítico de la Cueva de Ardales tiene más de 50.000 años
Una cueva de arte rupestre ubicada en el municipio andaluz de Ardales fue utilizada por una sucesión de culturas antiguas para enterrar a sus muertos
La cueva de Ardales, ubicada en la población malagueña del mismo nombre, tiene una larga historia desde su descubrimiento, mencionado por el político Pascual Madoz a mediados del siglo XIX. Se ha utilizado durante décadas como cueva turística y pasaría a la historiografía prehistórica internacional por la visita del naturalista y arqueólogo Henri Breuil. Acompañado del investigador español Miguel Such, supo ver la importancia de la cavidad por el conjunto de escenas paleolíticas de sus paredes y la sucesión de estilos representados, que van de lo más sencillo a lo más complejo. Así lo reflejaría en su artículo de la revista L’Anthropologie, publicado en 1921.
El importante legado artístico de la cueva incluye más de 1.000 pinturas y grabados, entre los que se representan cabras, bóvidos, serpientes y caballos, situados en los estilos clásicos culturales de Gravetiense, Solutrense y Magdaleniense, así como numerosos signos. También hay formas de manos y representaciones de mujeres. Además, en ella se descubrieron artefactos y restos humanos.
José Ramos Muñoz, investigador de la Universidad de Cádiz, en colaboración con Gerd-Christian Weniger de la Universidad de Colonia (Alemania), han continuado con las excavaciones en el lugar desde 2011. Gracias a estos trabajos y al buen estado de conservación de la cavidad, han publicado en la revista PloS ONE un estudio que presenta una serie estratificada de más de 50 fechas radiométricas que confirman la antigüedad del arte paleolítico desde hace más de 58.000 años.
Los signos, manchas, líneas y puntos representados se asociarían a poblaciones neandertales con cronologías de más de 64.000 años. Asimismo, existen muchos motivos de arte del Paleolítico superior, y en los niveles de Paleolítico medio se hallaron numerosos fragmentos de ocre.
«Ha sido fundamental el modelo de gestión municipal, coordinado por Pedro Cantalejo y el Ayuntamiento de Ardales, que ha cuidado la conservación y un acceso limitado de las visitas a la cueva. Esto ha mantenido el buen estado las pinturas y del interior de la cavidad», enfatiza a SINC Ramos Muñoz, que colidera el trabajo.
No era una cueva para vivir
Aunque se trata de un lugar bien conocido, el uso que se creía que le dieron los humanos prehistóricos no estaba bien definido. En este estudio se aclara que era un lugar funerario y para el arte, ya que las pruebas de actividades domésticas son muy escasas, lo que indicaría que los humanos no vivían en la cueva.
«Existe tradicionalmente la idea de que las sociedades prehistóricas vivían en cuevas. La realidad es que eran lugares de refugio y defensa por las condiciones climáticas, su mejor temperatura interior y el resguardo que ofrecían. En el caso de Cueva de Ardales, las sociedades neandertales y las humanas anatómicamente modernas ocuparon el umbral y zona próxima a la entrada. El campamento estaba situado en el exterior de la cavidad, próximo a la entrada, denominado Cucarra. Al entrar en la cueva para pintar o usarla como enterramiento le otorgaban al contenido un importante valor simbólico», aclara a SINC Cantalejo, que también firma la investigación.
La datación radiométrica y el análisis de los restos y artefactos de la cueva aportaron las pruebas de que los primeros ocupantes del lugar fueron probablemente neandertales, hace más de 65.000 años. Los humanos modernos llegaron más tarde, hace unos 35.000 años, y utilizaron la cueva de forma esporádica hasta comienzos de la Edad del Cobre.
«Estas numerosas dataciones nos ayudan a confirmar que las poblaciones neandertales, en fechas sincrónicas a las dataciones de las pinturas, habitaron la entrada de la cueva y manipularon ‘ocre’ en relación con la creación artística. Todo ello ratifica el avance cultural, social y simbólico de las sociedades neandertales», apunta Ramos Muñoz.
Los restos humanos también indican el uso de la cueva como lugar de enterramiento durante el Holoceno. «La gran confirmación de este estudio es que, al excavar la zona de la entrada en niveles de cronología de 58.000, documentamos junto a tecnología típica de sociedades neandertales fragmentos de ocre junto a zonas pintadas de los motivos antiguos», enfatiza Catalejo.
Según los científicos, este yacimiento proporciona una increíble historia de la actividad humana en España y, junto con otros yacimientos similares (existen más de 30 cuevas en la región con pinturas similares), convierte a la península ibérica en una localidad clave para investigar la historia de la cultura europea.
El cambio de paradigma con las poblaciones neandertales
Los neandertales han contado con prejuicios y una visión negativa desde los primeros hallazgos. Las ilustraciones que se dieron de ellos en el siglo XIX y buena parte del XX popularizaron una visión simiesca, atrasada y salvaje.
“La historia de sus descubrimientos en el siglo XIX estuvo asociada a nociones como ‘bestialidad y brutalidad primitivas’. Fueron utilizados para cuestionar las bases naturalistas y materialistas de la evolución humana”, asegura Ramos Muñoz.
Desde hace más de dos décadas se ha analizado especialmente su extinción, que se vinculó a la salida de África de los humanos anatómicamente modernos. Aunque en general se ha avanzado mucho en una mejor valoración de estos grupos humanos, siguen perdurando en obras generales, y en trabajos realizados por especialistas, una serie de prejuicios y paradigmas sobre su carácter primitivo y salvaje.
“Nuevos estudios están dando una valoración cultural e intelectual mayor a las sociedades neandertales. Los trabajos de dataciones en costras calcáreas sobre pinturas y las nuevas excavaciones en Cueva de Ardales confirman sus desarrollos tecnológicos y su capacidad de crear pinturas (signos, puntos, trazos en rojo) por medio del uso y manipulación de ocre. Además, mostraría un arte primero de tipo abstracto y conceptual, lo que les confiere como sociedad importantes valores intelectuales y conceptuales”, concluye.