Una de cada tres personas con problemas de salud mental ha sufrido abusos en su niñez
Depresión, ansiedad, trastornos graves de la personalidad o el doble de riesgo de suicidio son algunas de las consecuencias del maltrato infantil en la edad adulta
Los traumas experimentados durante la infancia están íntimamente relacionados con una mayor probabilidad de sufrir trastornos de salud mental. Los abusos en la niñez, ya sean físicos, sexuales o psicológicos, pueden provocar efectos completamente devastadores en el desarrollo socioafectivo de las personas. La Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (ANPIR) estima, basándose en algunos de los estudios más relevantes en este ámbito, que el 35% de los trastornos mentales que se diagnostican en la edad adulta tienen que ver con experiencias de maltrato en la infancia.
El estudio sobre Experiencias Adversas en la Infancia (ACES por sus siglas en inglés), realizado por la organización estadounidense de salud Kaiser Permanente y Centers for Disease Control and Prevention, ha confirmado la relación entre las experiencias traumáticas vividas en la niñez y los problemas sociales y de salud en la edad adulta. En el estudio ACE se miden diez tipos de trauma infantil (abuso físico, verbal, negligencia emocional, enfermedad mental de los padres, etc.), y a cada uno se le da un valor de uno. Por ejemplo: un niño que ha sufrido abuso físico, con un padre alcohólico y una madre maltratada, tiene una puntuación ACE de tres.
Dos tercios de las 17.000 personas seleccionadas para el estudio obtuvieron una puntuación ACE de al menos uno, y el 87% de ellos puntuaron dos o más. A medida que aumenta el número de ACE, también aumenta el riesgo de sufrir problemas sociales, mentales y emocionales cuando se llega a la madurez. Los hallazgos de este estudio, considerado un hito en la investigación, constatan una relación directa entre la cantidad de efectos adversos en la niñez y la incidencia negativa en la salud y el bienestar a lo largo de la vida.
Otro estudio llevado a cabo por la Universidad de Birmingham y publicado en 2019 ya demostró que los niños que han vivido una situación traumática de esta índole tienen más del doble de probabilidades de desarrollar trastornos mentales graves como psicosis, trastorno límite de personalidad y trastorno bipolar.
Además, la literatura científica asegura que las víctimas de maltrato infantil podrían tener el doble de riesgo de intentos de suicidio. Los efectos negativos de los malos tratos contribuyen a un incremento de la mortalidad y morbilidad en la etapa adulta, pues también se relacionan con otros problemas de salud como cardiopatías, obesidad, tabaquismo, comportamientos sexuales de alto riesgo o consumo de sustancias nocivas.
«Los abusos infantiles aumentan el riesgo de suicidio en la edad adulta»
THE OBJECTIVE ha hablado con Gloria Bellido, coordinadora de la Sección de Psicología Clínica de la Infancia y Adolescencia de ANPIR, para profundizar en esta lacra silenciosa que puede permanecer latente hasta la edad adulta.
Con respecto a la vinculación de los trastornos mentales con los abusos sufridos en la niñez, la psicóloga afirma a este diario que «los traumas que mayor impacto psicológico generan en las personas son aquellos que están relacionados con el maltrato o el abuso». Además, apunta que «cuando este maltrato se produce en la niñez, que es una época de especial vulnerabilidad, la repercusión es aún mayor».
Bellido matiza que «esta circunstancia no tiene por qué ser una causa directa», pero sí que puede considerarse como «un factor de vulnerabilidad muy importante». Por otro lado, destaca lo «complicado» que resulta identificar el maltrato en los casos de abuso sexual o psicológico, «donde no se aprecian signos físicos manifiestos».
En lo referente al tipo de comportamiento que suelen presentar las víctimas de abusos, la psicóloga explica que estos traumas pueden manifestarse a través de «síntomas de ansiedad o tristeza, descenso en el rendimiento escolar o conductas problemáticas como gritar, insultar o agredir a los compañeros». «Cualquier cambio brusco de comportamiento puede estar motivado por esta causa», subraya.
Cuando se producen abusos en la niñez, estas secuelas pueden manifestarse ya en la edad adulta a través de una «mayor probabilidad de intento de suicidio, una fuerte prevalencia de depresión, más posibilidades de sufrir trastorno límite de la personalidad, trastorno bipolar, o incluso psicosis», concluye Bellido.
«El 70% de los casos de maltrato infantil ocurren dentro de la familia»
Bárbara Zapico es psicóloga y experta en el tratamiento de niños, adolescentes y en terapia familiar. Zapico precisa que «aproximadamente, el 70% de los casos de maltrato infantil se producen en el ámbito intrafamiliar». Proyectando el enfoque hacia el maltrato psicológico, la experta señala que «el menosprecio y la descalificación constante hacia un niño puede hacer que se convierta en una persona con muchísima inseguridad», y destaca especialmente el fenómeno del «apego desadaptativo», un elemento fundamental que «conduce a las patologías mentales en los adultos».
La psicóloga recalca que «son los padres quienes deben mantener el control de las situaciones», y le atribuye una importancia capital al «uso del lenguaje» empleado para interactuar con los niños. Por otra parte y, a la hora de abordar el tratamiento de estas situaciones, asegura a THE OBJECTIVE que lo primero que hay que hacer es «darle credibilidad a la víctima», algo fundamental antes de «profundizar en las relaciones que mantiene con los compañeros, padres y adultos de referencia».
Además del mayor riesgo de padecer algún tipo de trastorno, Zapico alude a otras posibles secuelas como «fobias, miedo a enfrentarse a determinadas situaciones por no considerarse capaces, o temor a relacionarse con otras personas para no salir dañado». En este sentido, «el papel que desempeña la familia en el desarrollo de las personalidad es crucial», sentencia.
«El abuso en la infancia no siempre es un motivo de justificación»
Menos contundente a este respecto se muestra el doctor Sergio Oliveros, psiquiatra especialista en psicoanálisis y adicciones, quien opina que para la aparición de cualquier tipo de trastorno mental «no hace falta que exista un entorno objetivamente tóxico, violento o de abuso alrededor del sujeto, sino que depende sobre todo de cómo la persona aborde una determinada situación».
El doctor ilustra su teoría con un ejemplo ficticio: «Un paciente es empresario de éxito y únicamente presenta ciertos síntomas de exceso de autoexigencia y compulsividad, en cambio, su hermano es toxicómano y padece depresión. Ambos crecieron en un barrio marginal, su madre era cocainómana y su padre les abandonó. ¿Qué es lo que ha hecho que cada uno haya tomado un camino diferente? Sus mecanismos de adaptación», afirma convencido a este diario.
Sobre esta base, Oliveros considera que «el trauma, el abuso o la carencia en la infancia no es siempre un motivo de justificación», y se muestra escéptico a la hora de establecer una relación de causalidad entre el maltrato infantil y la enfermedad mental: «La cuestión no es el trauma en sí, sino la fortaleza del sujeto y la forma de la que se ha adaptado».
«Cuando un trauma es brutalmente intenso (como puede ser encontrar a un progenitor muerto), el factor de estrés sobresale por encima de cualquier capacidad de adaptación, y no puede compensarse con ningún tipo de mecanismo, sí que puede justificar la predisposición de la patología. Pero hacer una atribución causal en la enfermedad mental es muy complicado», matiza.
Informar, una obligación legal
ANPIR informa en un comunicado de que «muchas veces los niños no son conscientes de que están viviendo una situación de maltrato. Y si lo son, no saben a quién dirigirse o dónde pedir ayuda. Piensan que no les van a creer o no quieren poner en aprietos a sus padres».
En este sentido, la Ley de Protección a la Infancia que entró en vigor en junio de 2021 establece que todos los ciudadanos tienen la obligación de comunicar cualquier sospecha de maltrato. En 2020, el mayor número de notificaciones, un 39,2%, procedió del ámbito de los servicios sociales, el 12% del ámbito educativo, el 9,3% de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y el 9% del ámbito sanitario.
Desde la asociación comunican que España registra cada año más de 15.000 notificaciones por sospecha de maltrato infantil. En 2020, último año del que se tienen datos, el Registro Unificado de casos de sospecha de Maltrato Infantil (RUMI) acumuló 15.688 notificaciones, frente a las 15.365 que se registraron en 2019.