Preocupación en la policía de la Costa del Sol por la moda del ‘turismo de derrapaje’
Jóvenes extranjeros alquilan vehículos de alta gama en la costa andaluza para emular las barbaridades que se pueden hacer en el videojuego ‘GTA’ en la vida real
A mediados de los años 60 los carabinieri romanos mantuvieron una unidad especial que, liderada por el mítico Armando Spatafora, acabó con la delincuencia motorizada tras equipar a sus agentes con un potente Ferrari. Atracadores y truhanes de diverso pelaje sucumbieron ante la velocidad de un elegante 250 GTE negro. Para instruirse en su pilotaje cuatro agentes hicieron un curso en la pista de Fiorano, a unos doscientos metros de donde se construyen los Fórmula 1.
Y al paso al que vamos las fuerzas del orden del arco mediterráneo van a tener que echar mano de una solución parecida porque la delincuencia del siglo XXI está creando un verdadero problema… sobre ruedas. Carreteras y autovías aledañas a la costa mediterránea corren el peligro de convertirse, si no lo han hecho ya, en un circuito de carreras. Las fuerzas del orden conocen desde hace unos años los go fast. Huidas a toda velocidad desde el entorno del Estrecho de Gibraltar y en dirección a Francia con coches de alta gama cargados de droga. Los de esta nueva oleada no tienen nada que ver con los narcos que llegan a la costa siempre de tres en tres, de origen francés, sin hablar una palabra de español, con actitud de chulesca superioridad, formas nada tímidas y que lo pagan todo en metálico. Estos son distintos. Los de esta hornada suelen ser ingleses, muy jóvenes, de familias bien, y en principio sin relación con el mundo del hampa. Lo hacen por diversión, por emular en la vida real lo que hacen en sus casas ante una consola o un simulador de conducción de calidad doméstica.
Esta no fue la sospecha, sino la certeza a la que llegó la policía local de Sevilla tras un aparatoso incidente protagonizado por un par de jóvenes británicos a finales de mayo. La confesión de un irlandés de 19 años, que iba de copiloto en una de estas carreras urbanas, alumbró a los agentes. Minutos antes, y fuera de la comisaría donde se le tomó declaración, ese mismo individuo iba de pasajero de un flamante Audi RS6 alquilado en Marbella y que acabó en una peligrosa persecución a plena luz del día. La versión básica del deportivo alemán, valorado en 180.000 euros, desarrolla una potencia de 560 caballos. Fue la que necesitó el británico de 21 años que lo conducía, para ir a contramano, saltar medianas vegetales, subirse a aceras y acabar estrellándolo. Durante la decena de kilómetros recorridos en tramo urbano se superaron los 180 km/h en la alocada persecución.
Los dos pasajeros del vehículo apenas se habían conocido unos días antes, aunque tenían contacto a través de los chats de un videojuego, el GTA. El conductor, perteneciente a una familia de aristócratas inglesa, participaba en una suerte de concurso para emular las hazañas digitales pero en la vida real, con apuestas de por medio. Dentro de sus reglas se estipulaban premios de hasta 50.000 euros en los que puntuaban los kilómetros recorridos huyendo de la policía, riesgo corrido, maniobras ejecutadas, y la repercusión en prensa y redes sociales. A cada participante, de entre seis y doce corredores, le tocaría en suerte ejecutar su guion en una ciudad andaluza de forma aleatoria.
La traca final se decidiría a finales de verano en Estepona y el ganador se embolsaría 200.000 euros. Sabido esto, empiezan a tener sentido otros inexplicables accidentes de corte similar. Una semana antes del percance hispalense, otro vehículo de iguales características y prestaciones se llevó por delante a un Zeta de la Policía Nacional en Marbella. El coche huía de los agentes saltándose varios semáforos a velocidades que superaron los 150 km/h en zonas limitadas a 50. Cuando los pasajeros se vieron acorralados embistieron al Citroen del CNP. Fue tal violencia del impacto que tuvieron que ser los bomberos los que le sacaron del vehículo tras reventar la ventanilla trasera. El conductor opuso resistencia y se mostró sumamente violento con los policías que le detuvieron. Varios de ellos resultaron heridos de diversa consideración.
El vehículo elegido, en ambos casos, era alquilado a cambio de unos 1.700 euros por fin de semana. Tanto el estrellado en Sevilla como el de Málaga usaban matrícula polaca, lo mismo que un Mercedes que el año pasado protagonizó otro aparatoso incidente en pleno paseo marítimo de Fuengirola. El veinteañero francés que lo conducía superaba en mucho el límite de velocidad de la zona, marcado en 30 km/h, y acabó implicando a dos coches más. Esto no fue lo peor. Tampoco fue que en una calle de un carril en cada sentido con coches aparcados en batería y repleto de terrazas y turistas a sus lados, pusiera su coche boca abajo. Lo peor es que en la maniobra se llevó por delante a un ciclista que resultó muerto. El joven fue detenido y puesto a disposición judicial. Ahora se piensa que bien pudiera ser un preámbulo de esta suerte de concurso.
Las fuerzas del orden temen que este no sea más que un aviso de lo que pueda llegar. El año pasado había en los aparcamientos de Puerto Banús una zona acotada con tiras de plástico donde se podía ver casi el parking del Gran Premio de Mónaco. Varios Ferrari, Lamborghini, Mercedes de las más altas gamas de su catálogo, algún Mustang, y coches espectaculares. Todos usaban matrícula alemana, y era frecuente oírlos antes de que aparecieran, por las avenidas de la ciudad. Sus acelerones y subidas de vueltas anunciaban su llegada. Todos ellos, con inusitada frecuencia, suelen entrar derrapando en rotondas, no respetar pasos de cebra, o saltarse los semáforos que incomodaban a sus conductores.
La colocación de cintas sonoras sobre el asfalto parece no servir de mucho y las autoridades temen que esta tendencia, aparatosa y cargada de peligro según en que circunstancias, acabe con viajantes atropellados, más coches policiales declarados como siniestro, y agentes heridos. De momento nadie ha invocado al espíritu de Armando Spatafora, el policía más rápido que los malos, pero más de uno ya ha pensado en hacerlo. Hace unos años un vecino Marbella fue cazado por un radar granadino a 271 km/h a bordo de un Ferrari California, el mismo coche que usaba Michael Schumacher a diario cuando fue piloto de esta escudería. Con mimbres como estos, lo de acordarse de Spatafora parece casi lógico, aunque no lo sea.