La NASA pospone de nuevo el Artemis I, ¿por qué insisten tanto en esta misión?
Tras un nuevo problema durante el segundo intento de lanzamiento, la agencia ha renunciado a intentarlo de nuevo en septiembre y valora los siguientes pasos
Un nuevo contratiempo ha obligado a los responsables de la NASA a suspender de momento el lanzamiento de la misión Artemis 1 desde Cabo Cañaveral, en Florida (EEUU).
El pasado lunes 29 de agosto no se pudo realizar debido a problemas en la refrigeración de un motor del cohete SLS (Space Launch System), que transporta la nave espacial Orion, y se programó el despegue para este sábado, pero tampoco ha sido posible.
En este segundo intento se detuvo la cuenta atrás «cuando los ingenieros no pudieron reparar una fuga de hidrógeno en una desconexión rápida, una interfaz entre la línea de alimentación de combustible de hidrógeno líquido y el cohete SLS», según un comunicado de la NASA, donde se informa de la renuncia a más intentos de lanzamiento a principios de septiembre.
Durante los próximos días, los equipos responsables de la misión decidirán dónde reparar la fuga (en la propia plataforma de lanzamiento 39B o en el edificio de ensamblaje) y revaluaran el cronograma, con probables nuevas fechas de lanzamiento ya en octubre.
Artemis I es la primera de varias misiones para llevar al ser humano de nuevo a la Luna. La última vez fue con las del programa Apolo en el año 1972.
Si bien aún es pronto para que podamos ver astronautas caminando sobre nuestro satélite, esta primera misión es un ensayo sin tripulación para garantizar que la nave Orion es capaz de llegar a su destino sin complicaciones. Los conocimientos adquiridos servirán, entre otros objetivos, para poder construir una base lunar apta para vivir y preparar las futuras misiones tripuladas a Marte.
En comparación con las misiones Apolo, «las del programa Artemis están planteadas de forma distinta, ya que la NASA quiere que sirvan como ensayo para misiones más ambiciosas», cuenta a SINC la astrofísica Belén Yu Irureta-Goyena.
«Para poner humanos en Marte, a donde se tardan años en llegar, es necesario asegurarse de que todo funciona bien en un entorno más controlado, como la Luna. Lo que se busca no es solo llegar a la Luna, sino establecer asentamientos que además puedan servir como punto de escala entre la Tierra y otros lugares del sistema solar. Además, a diferencia de Apolo, Artemis se centrará en el polo sur lunar, investigando territorios inexplorados por el ser humano», expone esta investigadora de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) en Suiza.
Una ruta nueva para un destino conocido
La nave Orión, impulsada por el cohete SLS, deberá llegar hasta la órbita de la Luna, donde pasará seis días dando vueltas a su alrededor, para más tarde volver a nuestro planeta. En total será una misión de hasta aproximadamente 42 días que sentará las bases para Artemis II, que ya incorporará tripulación humana, en 2024.
Una vez en órbita translunar, la nave espacial liberará 10 CubeSats (pequeños satélites) que servirán para planificar próximas misiones, proteger a los astronautas y monitorizar la salud de la Tierra.
Durante el viaje a la Luna, la nave Orión efectuará una maniobra de corrección y se situará en una órbita retrógrada distante (DRO) gracias al motor principal del módulo de servicio, obra de la agencia espacial europea (ESA). Dicha órbita es «distante» porque se encuentra a gran altura de la superficie lunar, y es «retrógrada» porque Orión viajará alrededor de la Luna en dirección opuesta a como esta gira alrededor de la Tierra.
De salir todo como está previsto, la cápsula se posará luego en el océano Pacífico, en el noreste de Hawái. Durante la reentrada atmosférica la nave alcanzará los 40.200 km por hora y supondrá al mismo tiempo la última etapa y una de los más peligrosas.
Una misión no tripulada, ¿o sí?
Aunque esta primera misión no es tripulada, a bordo viajarán tres maniquíes (Helga, Zohar y Comandante Campos) diseñados para medir la cantidad de radiación espacial que podrían experimentar los astronautas en un viaje a la Luna.
Estos viajeros inorgánicos cuentan con materiales que imitan los huesos y tejidos humanos, junto con multitud de sensores y detectores de radiación en diversas partes del cuerpo, incluidas algunas propias de la mujer, como los ovarios. Los datos recogidos ayudarán a proteger mejor a las y los astronautas en el futuro.
Artemis I también transportará diminutas formas biológicas de vida a bordo, además de otras cargas útiles científicas. El Experimento Biológico 01 (BioExpt-01) de la NASA incluye cuatro investigaciones que evaluarán los efectos del entorno del espacio profundo sobre el valor nutricional de semillas de plantas, la reparación del ADN en el interior de hongos, la adaptación de levaduras y la expresión genética de algas.
Al enviar estas muestras a través de dos anillos gigantes de radiación situados alrededor de la Tierra —los cinturones de Van Allen—, en regiones más allá de la órbita terrestre baja, los investigadores obtendrán información para entender cómo las formas de vida pueden prosperar en el espacio profundo y respaldar futuras misiones tripuladas a la Luna y Marte.
La exploración lunar tendrá protagonismo femenino
El nombre de Artemis, gemela de Apolo en la mitología griega, refleja la intención de que sea una mujer la primera astronauta en volver a dejar huella en nuestro satélite natural, a mediados de esta década. Aún no se sabe quiénes serán los integrantes de la tripulación de Artemis II y III, pero seguramente serán elegidos entre las nuevas promociones de astronautas presentados por la NASA.
Si la misión Artemis I tiene éxito, el programa continuará con Artemis II en 2024, donde cuatro astronautas repetirán el viaje no tripulado alrededor de la Luna que está comenzando ahora Orión.
En este contexto, está pendiente el despliegue de Gateway, una estación que orbitará la Luna a partir de ese año y que facilitará el alunizaje de las naves de Artemis.
«Esta plataforma permitirá dos grandes mejoras: reducir peso, porque las naves ya no tendrán que cargar con un módulo de alunizaje desde la Tierra, lo que abaratará su coste, y acceder fácilmente a todas las partes de la Luna (en contraposición a Apolo, que estaba en una órbita casi invariable). Aunque Gateway será habitable, no albergará astronautas de forma semipermanente como la Estación Espacial Internacional, sino visitas cortas», argumenta Irureta-Goyena.
Finalmente, en 2025 está previsto el despegue de Artemis III, que llevará finalmente a la primera mujer a pisar la superficie de nuestro satélite.
En esa tercera misión la nave de la NASA se posará en una de las 13 regiones del polo sur candidatas para albergar el alunizaje. Esta zona es un emplazamiento estratégico para asentar una base lunar la próxima década, pues allí hay cráteres que nunca reciben la luz del Sol y se cree que existen grandes reservas de agua en forma de hielo bajo el regolito, el fino polvo que cubre la Luna.
Participación europea en Artemis
“La Agencia Espacial Europea (ESA) ha tenido un papel muy importante en la misión: el diseño y construcción del módulo de servicio de Orión, que será vital porque proporcionará aire, agua, electricidad y propulsión. Además, la ESA se encargará del seguimiento de seis de los diez CubeSats que acompañarán a Orión en el lanzamiento y después se quedarán en el espacio con diversos fines científicos. Una de las principales estaciones de seguimiento será la de Cebreros, cerca de Madrid”, explica Irureta-Goyena.
El módulo de servicio acompañará a Orión durante la mayor parte de su periplo hasta la reentrada atmosférica, momento en el que separarán sus caminos. Durante su travesía, ayudará a la nave a corregir su trayectoria y mantendrá sus paneles solares en una posición adecuada para generar la máxima energía.
En cuanto a la localización de los CubeSats, la ESA utilizará el ‘desplazamiento Doppler’, que consiste en transmisión de ondas de 8 GHz a la Tierra para determinar su ubicación desde allí. Si uno de estos satélites se mueve hacia nuestro planeta mientras emite su mensaje, la onda de luz se aplasta ligeramente, acortando la longitud de onda y aumentando su frecuencia. Por el contrario, si se está alejando de la Tierra, su mensaje se estira y su frecuencia se alarga, según explica la ESA.
En el Programa Artemis también partipan las agencias japonesa (JAXA), canadiense (CSA), mexicana (AEM), brasileña (AEB) y australiana (ASA).